Reparar y guardar máquinas de escribir, un hobbie para algunos. Reparar estos aparatos puede llegar a ser una ciencia. Ignacio Prieto las arregla desde hace 47 años y Álvaro Rojas Charry tiene siete de ellas en su colección.
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Obsoletas para algunos aunque coleccionables para otros, las máquinas de escribir han sido afectadas gracias al desarrollo tecnológico en las últimas décadas. Computadoras, tablets y dispositivos móviles que tienen programas para reemplazar su trabajo.
Actualmente hay personas que arreglan estos aparatos. Ignacio Prieto, técnico en reparación de equipos de oficina desde hace 47 años, cuenta que “la restauración de este tipo de máquinas se hace de acuerdo a los daños que presenten, hay unas que son más complicadas que otras, esto también puede aumentar el precio”.
A finales del siglo XIX y durante casi todo el siglo XX, las máquinas de escribir eran herramientas indispensables en las oficinas y para aquellos que se dedicaran a la literatura, el cine, el periodismo, el teatro y cualquier otra actividad que tuviera como requisito la escritura. Pero esto cesó cuando llegaron los dispositivos tecnológicos.
Prieto afirma que “para hacer bien la reparación de estas máquinas, lo primero que se hace es desarmarla completamente, se deben revisar todas las teclas, es necesario observar que funcionen bien, se lubrican y se limpian, para que el polvo no impida que estas funcionen correctamente. Si es necesario se reconstruye lo que haga falta”.
“El precio de una máquina de estas en buen estado, que funcione, esté pintada, es decir, que parezca como nueva puede ser de $1´500.000 a $2´000.000”.
La Underwood
Este reparador o restaurador indica que “trabajo con todo tipo de máquinas de escribir desde el año 1970. Inicié cuando entré a trabajar en un taller de reparación que había en el centro de Bogotá, en la carrera 11 entre calles 11 y 12, donde un señor que reparaba teléfonos”. Añade que “allí empecé como ayudante para instalar las líneas telefónicas, en el 73 entré a trabajar a Talleres Underwood, donde me especialicé en máquinas, luego me independicé y desde ahí me dediqué a esta profesión”.
Una máquina de escribir antigua consta de un tabulador, para colocar las márgenes, el armazón, un timbre marginal que avisa cuando la hoja llega al borde, el teclado con el alfabeto completo, números, signos de puntuación, fijadora de mayúsculas y la espaciadora. La palanca, para pasar a la siguiente línea al momento de escribir y la cinta entintada, la cual imprime sobre el papel las teclas pulsadas.
Álvaro Rojas Charry, notario 37 de Bogotá y presidente del notariado colombiano, es un coleccionista de este tipo de aparatos. Actualmente cuenta con siete máquinas en su poder, las cuales ha recibido porque sus familiares y amigos se las obsequian. Rojas piensa que “los computadores son basados en estas, tienen un teclado y un alfabeto”.
En cuanto a las ventajas que presenta trabajar con una máquina de escribir, “son varias, estos instrumentos tienen el beneficio de imprimir al instante, no es necesario escribir muchas hojas para plasmarlo en el papel, además se corre el riesgo que el computador falle y los documentos no estén a tiempo, por eso es importante que en algunas oficinas cuenten con estos aparatos en casos de emergencia”.
Buen trabajo
Resaltando lo que hace, Ignacio Prieto dice que “trabajo en lo que me gusta, esto me pone muy feliz. Este oficio permite que conozca muchas personas sin importar edad, raza o lo que hace, gracias a esto he conocido desde gerentes de empresas y bancos, personas muy importantes, hasta gente humilde que tiene una máquina y quiere que yo la arregle”.
Sostiene que “el costo del arreglo de una de estas máquinas es relativo, depende del estado de la máquina, si es un mantenimiento o cambiar piezas sencillas puede valer entre $30.000 y $40.000. Pero si es necesario hacer una reparación completa, que incluye cromado, pintura y demás, el valor puede ser de $75.000 o más”.
Respecto a su colección de máquinas antiguas, Álvaro Rojas enfatiza en que “no las vendo, la calidad de estas es excelente, es muy difícil que se pudran o que se dañen y no tengan reparación. El precio de una máquina de estas en buen estado, que funcione, esté pintada, es decir, que parezca como nueva puede ser de $1´500.000 a $2´000.000”.
Rojas agrega que “en mi colección hay una que tiene colores, entonces, una parte tiene tinta negra que marca las letras en el papel y otra tiene tinta roja, que sirve para subrayar. Esto era muy útil sobre todo para realizar algún tipo de documentos o si era necesario resaltar algo importante”.
Marcas conocidas
Algunas de las marcas de máquinas antiguas más conocidas son Underwood y Remington Rand, empresas estadounidenses. La primera fundada en 1985 por John T. Underwood y la segunda en 1927, también se dedica a la fabricación de otros elementos de oficina y afeitadoras eléctricas.
Entre las marcas europeas más destacadas se posiciona Olivetti, la cual inició con 20 empleados y fue la primera empresa italiana en fabricar máquinas de escribir. Actualmente realiza computadoras, impresoras y otros elementos de oficina.
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