El abanico de presidenciables es bastante amplio y hay, a no dudarlo, opciones para todos los gustos. En ello, ciertamente, Colombia muestra vigor democrático frente al repliegue femenino en el poder que parece palparse en todas partes de América.
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Pocas veces, como en la actual campaña presidencial, se había dado una proliferación de mujeres, con tan distintas ópticas sobre el acontecer nacional, pero igualmente como alternativas que copan buena parte del espectro político.
Si bien hace un tiempo se pensó, en el mundo, que habría una decisiva participación femenina, con el triunfo presidencial de Hillary Clinton, en los Estados Unidos, así como la eventual elección de una mujer en cabeza de la ONU, lo que no ocurrió en ninguno de los dos casos, es cierto, de todas maneras, que en algunos países se mantiene en la cúpula del poder.
Para el caso, está la canciller Ángela Merkel, tal vez la dirigente mundial más importante, que con su firmeza y sereno carisma, propio de la coalición conservadora que lidera en Alemania, arrasará en las elecciones de los próximos días, manteniéndose como emblema de la Unión Europea. Merkel, ciertamente ha sabido sacar adelante a su país y generar en el viejo continente la idea de que la integración y la globalización son elementos fundamentales, cuando por el contrario se presentan brotes nacionalistas y populistas por doquier.
Al otro lado, la jefa del partido conservador inglés, Theresa May, se ha convertido en la antípoda y ha logrado, finalmente, producir una coalición interna en el Reino Unido, para llevar a cabo la salida británica de la Unión Europea, tal vez la noticia internacional más impactante de los últimos tiempos.
Así mismo, en Francia, una mujer como Marine Le Pen logró pasar a la segunda vuelta, en las últimas elecciones de su país, con base en un discurso xenófobo y radical. Perdió ante Emmanuel Macron, pero se situó como otra de las mujeres europeas a tener en cuenta, así su discurso no guste en muchas partes. De hecho, Macron, quien en principio se vislumbró como un gran fenómeno electoral, hoy en día sufre un gigantesco declive en las encuestas y de antemano se han reabierto las pugnas y las fricciones en ese país, inclusive con grandes paros y gases lacrimógenos.
En América Latina, por el contrario, las mujeres en el poder se han visto replegadas. Dilma Rousseff, presidenta del Brasil, fue destituida hace un tiempo y Cristina Kirchner, jefa izquierdista del peronismo en Argentina, también está en declinación, luego de dejar la Presidencia. En estos momentos, a su vez, Michelle Bachelet, en Chile, está en el sótano de la popularidad, cercada por varios escándalos de corrupción, y muy posiblemente se imponga en las próximas elecciones el candidato derechista Sebastián Piñera. En general, en el panorama americano, de Canadá a la Patagonia, las mujeres han perdido el poder, por primera vez en muchos años, sin ninguna de ellas –a excepción de Bachelet– al mando de un país como solía ser común en el continente. Salvo la llegada accidental de la esposa de José Mujica, Isabel Topolansky, a la Vicepresidencia de Uruguay, en esta semana, no deja de ser curioso el desierto femenino antedicho.
Cosecha en Colombia
No obstante en las próximas elecciones presidenciales colombianas, a llevarse a cabo en ocho meses, las nutridas alternativas femeninas demuestran vigor y entusiasmo. Cada una de las candidatas, a su vez, ha fijado su candidatura con la plataforma de ser “la primera mujer presidenta de Colombia”.
En esta semana, dos de ellas, Claudia López y Marta Lucía Ramírez, se lanzaron al agua. Ya lo había hecho, en su oportunidad, Clara López, quien fue despedida del Polo Democrático, pero se mantiene arriba en las encuestas. De la misma manera, está la cristiana liberal Vivianne Morales, quien aspira a ganar la consulta popular de su partido. En el abanico también se cuenta a Piedad Córdoba, promotora incansable de las conversaciones con las guerrillas colombianas y quien reclama un lugar para defender el proceso de paz de Santos.
Por su parte, en el sector de centro derecha, dos senadoras compiten así mismo por conquistar la candidatura única del Centro Democrático: Paloma Valencia y María del Rosario Guerra.
“No se sabe qué acontecerá en la medida en que la campaña presidencial se vaya decantando, en mayor medida anunciándose coaliciones”
Esta semana, como se dijo, Ramírez, a sus 63 años, se convirtió en candidata, sin embargo, alejándose del Partido Conservador que la había avalado oficialmente en la ocasión anterior. Decidió, como muchos de los candidatos, recurrir a las firmas y sobre esa base competir en una consulta popular interpartidista, a llevarse a cabo en marzo, con el candidato oficial del Centro Democrático y otros que pretenden aglutinarse en ese sector de centro derecha.
Ramírez fue ministra de Comercio de Andrés Pastrana y de Defensa de Álvaro Uribe. Incursionó electoralmente como cabeza de Senado del Partido de La U, entonces coordinado por el hoy presidente Juan Manuel Santos. Posteriormente, con miras a una candidatura presidencial y dejando a La U, hizo parte de los llamados “Quíntuples” con Sergio Fajardo, Luis Eduardo Garzón, Enrique Peñalosa y Antanas Mockus. Luego prefirió inscribirse en la consulta popular conservadora, de 2010, quedando en tercer lugar después de Noemí Sanín y Andrés Felipe Arias. Para 2014 se presentó a la Convención Conservadora, que dividió a ese partido hasta hoy, logrando en la primera vuelta cerca de dos millones de votos. Ahora, para las elecciones de 2018, ha renunciado al Partido Conservador, sobre la base de una candidatura soportada en firmas y, en todo caso, sustentada por figuras de ese origen partidista como los exministros Fernando Araújo y Carlos Holguín, quienes hicieron parte del gabinete de Álvaro Uribe.
De otra parte, Claudia López, con 47 años, logró esta semana la candidatura única de la Alianza Verde, un partido relativamente nuevo, con una pequeña bancada parlamentaria, y que tuvo origen en la personería jurídica del exgobernador de Boyacá, Jorge Londoño, exministro de justicia del gobierno Santos.
López es una figura emergente de la política colombiana, caracterizada por sus polémicas intervenciones en el Congreso de la República, luego de que pasara buena parte de su trayectoria pública dedicada a la academia y la controversia periodística. En principio, en las primeras de cambio, hizo parte del grupo de Enrique Peñalosa en su primera Alcaldía de Bogotá. En algún momento le fue suspendida la columna semanal que tenía en el periódico El Tiempo. Como integrante de la Fundación Arcoíris realizó amplios estudios sobre la denominada parapolítica en el país. Así mismo, publicó hace un par de años un libro en el que advertía que terminadas las Farc el reto no era exclusivamente el proceso de paz, sino visualizar un nuevo país. Ha sido una de las primeras mujeres en Colombia en reconocer su carácter homosexual. Ahora definió su candidatura presidencial como de centro, con base en la anticorrupción y la recuperación de las instituciones. Por lo general suele salir alta en las encuestas y pretende liderar una coalición con Sergio Fajardo y Jorge Enrique Robledo. Sin duda, una carrera política vertiginosa pese a que solo cuenta con tres años.
Más en el abanico
Otra de las mujeres que despuntan en la lid por la Presidencia de 2018 es Clara López Obregón, de 67 años. Pese a hacer parte de una de las familias políticas más tradicionales de Colombia, nieta de Alfonso López Pumarejo y sobrina de Alfonso López Michelsen, ha desarrollado su actividad política en los sectores de izquierda, llegando a ser fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro y alcaldesa encargada de Bogotá, tras la destitución de Samuel Moreno, de quien era Secretaria de Gobierno. Posteriormente fue escogida como candidata presidencial del Polo Democrático, logrando cerca de dos millones de votos en la primera vuelta de 2014.
López, así mismo, fue nombrada por el presidente Santos en el Ministerio de Trabajo, lo que suscitó una división en su partido, del que a raíz de ello fue expulsada por el Comité Central. No obstante, López también suele estar en el lote de punta de las encuestas y ha recibido el respaldo de sectores del Partido Liberal, en asocio con una disidencia del Polo Democrático.
En las elecciones de 2014, Ramírez y Clara López lograron cada una de ellas, en la primera vuelta, el tercero y cuarto lugares, cada una muy cerca de los dos millones de votos, detrás de Juan Manuel Santos y Oscar Iván Zuluaga.
Muchos de los electores de entonces prefirieron escoger una de estas dos opciones femeninas a partir de la gran trifulca que significó la disputa entre Santos y Zuluaga, en el máximo de la polarización nacional. A causa de lo anterior, ambas subieron sustancialmente en las encuestas, en las últimas tres semanas, muy cerca de la primera vuelta, llegando al pico en las elecciones.
Ramírez pasó, entonces, a ser jefe de debate, hacia la segunda vuelta, de Zuluaga, en tanto que López entró a la campaña de Santos, como parte de una Unidad por la Paz. Y ahora se vuelven a encontrar como candidatas.
Otra mujer caracterizada es Vivianne Morales, de 55 años, senadora liberal y también exfiscal general de la Nación, pero cuya elección en el ente acusador fue anulada por efecto de un vicio de forma en la Corte Suprema de Justicia.
Morales es una de las líderes cristianas más reconocidas del país y organizó el referendo contra la adopción por parte de parejas homosexuales, que le ha valido notoriedad nacional. La iniciativa, que concitó más de 2,3 millones de firmas, fue denegada en una comisión del Congreso en cuanto no quedaba claro que también se prohibía la adopción por parte de padres solteros. En tanto, el referendo de Claudia López contra la corrupción, respaldado por más de cuatro millones de firmas, está pendiente de visto bueno en la Registraduría. Morales espera que su proyecto pueda ‘resucitar’ en la plenaria de la Cámara pero no parece que ello vaya a prosperar. Algunos sectores del Partido Liberal han querido expulsarla por sus creencias religiosas. En todo caso al momento se mantiene como la única alternativa femenina dentro de las huestes rojas, con una fuerte base cristiana.
Por ambos carriles
De otro lado, dos mujeres se disputan la candidatura única del Centro Democrático. De un lado está la exministra María del Rosario Guerra, de 55 años, quien es la única exponente costeña de las que están en la lid. Las otras, en su mayoría son bogotanas. Guerra ha sido una de las senadoras más eficaces al lado de su jefe Álvaro Uribe y es una reconocida polemista radial, bastante cercana a los sectores católicos del país. Guerra ha llegado incluso a proponer al senador Uribe como su fórmula vicepresidencial.
Del mismo modo, en ese partido, está otra figura femenina emergente de la política, al lado de Claudia López: Paloma Valencia. Con 39 años, es la más joven de las que participan en la justa electoral y tiene profunda raigambre conservadora. Valencia se ha destacado en el Congreso por sus intervenciones, generalmente salpicadas de datos históricos.
Al otro lado del espectro político está Piedad Córdoba, de 62 años, quien perdió su curul del Senado por una resolución de la Procuraduría General de la Nación. Antigua militante del Partido Liberal, se ha venido deslizando paulatinamente hacia los sectores de izquierda, inclusive como una de las exponentes del chavismo en Colombia. Secuestrada por los paramilitares, en los computadores incautados a la guerrilla, hace unos años, aparece con el seudónimo de “Teodora”. Córdoba suele ser reconocida por sus posiciones firmes y busca sustentar su aspiración presidencial por firmas. Con ello pretende liderar la coalición que se anuncia con el objetivo de no modificar el proceso de paz con las Farc.
Visto lo anterior, en Colombia parece seguir existiendo terreno fértil, a diferencia de América Latina, para una presidencia femenina. Hasta el momento, pues, el declive de Rousseff, Kirchner o Bachelet no parece impactar en el territorio colombiano y, por el contrario, cada candidatura ha sido trabajada y conseguida con sumo esfuerzo.
Hay entre ellas, desde luego, programas y actitudes abiertamente discrepantes. No se sabe, así mismo, qué acontecerá en la medida en que la campaña presidencial se vaya decantando, en mayor medida anunciándose coaliciones. Por lo pronto, el abanico es bastante amplio y hay, a no dudarlo, opciones para todos los gustos. En ello, ciertamente, Colombia muestra vigor democrático frente al repliegue femenino en el poder que parece palparse en todas partes de América.
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