Desde muy temprano los jóvenes, que venían de varias regiones del país, incluso de otros países como de Ecuador, Venezuela y Chile, en donde el papa Francisco irá también de visita, recibieron a Su Santidad con cantos y banderas de colores.
Primero estuvo en la Casa de Nariño, donde tuvo un encuentro de Estado con el presidente Juan Manuel Santos, y hacia las 10 y 20 salió rumbo en el Papamóvil hacia la Plaza de Bolívar y allí recibió a los jóvenes.
Posteriormente saludó al alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, quien le entregó las llaves de la ciudad.
Desde el balcón del palacio cardenalicio y ovacionado por los miles de jóvenes, inicio sus consejos: “vengo a aprender de ustedes, de su fe, de su fortaleza ante la adversidad. Han vivido momentos difíciles y oscuros, pero el Señor está cerca de ustedes, en el corazón de cada hijo e hija de este país. Él no es selectivo, no excluye a nadie sino que abraza a todos; y todos somos importantes y necesarios para Él. Durante estos días quisiera compartir con ustedes la verdad más importante: que Dios los ama con amor de Padre y los anima a seguir buscando y deseando la paz, aquella paz que es auténtica y duradera”, inició el mensaje papal en medio de vivas, vítores, aplausos y gritos de los jóvenes venidos de diversas partes del país, tal como él mismo exaltó, aquí están cachacos, costeños, paisas, vallunos, llaneros”.
Pero quizás la invitación que más le llamó la atención a los jóvenes presentes fue la de soñar en grande, “por favor no se metan en el chiquitaje, no tengan vuelo rastrero, vuelen alto y sueñen en grande”.
También el papa Francisco se refirió a la fe y la esperanza que debe tener toda la juventud en Colombia y en el mundo entero, y sobre el particular dijo, “mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón que ha encontrado al Señor. Nadie se la podrá quitar...No se la dejen robar, cuiden esa alegría que todo lo unifica en el saberse amados por el Señor”.
Al terminar esta invitación dirigida a los jóvenes en la Plaza de Bolívar solo se escucharon miles de aplausos, pero el Pontífice instó a no temer al futuro, los invitó a atreverse a soñar en grande y en una de sus acostumbradas improvisaciones añadió una nueva frase a sus bergoglismos: ¡”Los invito a dejar de lado los “chiquitazgos”!
El sufrimiento
El Sumo Pontífice exaltó la sensibilidad especial que tienen los jóvenes para reconocer el sufrimiento de los otros y señaló que “también puede suceder que hayan nacido en ambientes donde la muerte, el dolor, la división han calado tan hondo que los hayan dejado medio mareados, como anestesiados: Dejen que el sufrimiento de sus hermanos colombianos los abofetee y los movilice. Ayúdennos a nosotros, los mayores, a no acostumbrarnos al dolor y al abandono”.
Emocionado, el Pontífice resaltaba la capacidad de la juventud de comprender, y les manifestó que “ustedes tienen la capacidad no sólo de juzgar, señalar desaciertos, sino también esa otra capacidad hermosa y constructiva: la de comprender. Comprender que incluso detrás de un error -porque el error es error y no hay que maquillarlo- hay un sinfín de razones, de atenuantes. ¡Cuánto los necesita Colombia para ponerse en los zapatos de aquellos que muchas generaciones anteriores no han podido o no han sabido hacerlo, o no atinaron con el modo adecuado para lograr comprender!”.
Generar encuentros
Para el Santo Padre en medio de sus consejos, y donde le habló el padre de todos, destacó la importancia de crear encuentros, y por eso anotó, a ustedes, jóvenes, les es tan fácil encontrarse. Les basta un rico café, un refajo, o lo que sea, como excusa para suscitar el encuentro. Los jóvenes coinciden en la música, en el arte... ¡si hasta una final entre el Atlético Nacional y el América de Cali es ocasión para estar juntos! Ustedes pueden enseñarnos que la cultura del encuentro no es pensar, vivir, ni reaccionar todos del mismo modo; es saber que más allá de nuestras diferencias somos todos parte de algo grande que nos une y nos trasciende, somos parte de este maravilloso país”.
Resaltó la importancia del perdón que para Colombia es muy importante, “también vuestra juventud los hace capaces de algo muy difícil en la vida: perdonar. Perdonar a quienes nos han herido; es notable ver cómo no se dejan enredar por historias viejas, cómo miran con extrañeza cuando los adultos repetimos acontecimientos de división simplemente por estar atados a rencores. Ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás lo que nos ofendió, de mirar adelante sin el lastre del odio, porque nos hacen ver todo el mundo que hay por delante, toda la Colombia que quiere crecer y seguir desarrollándose; esa Colombia que nos necesita a todos y que los mayores le debemos a ustedes”.
Compromisos
Antes de despedirse de los más de dos mil jóvenes los invitó a generar compromisos, “los invito al compromiso, no al cumplimiento, en la renovación de la sociedad, para que sea justa, estable, fecunda. Desde este lugar, los animo a afianzarse en el Señor, es el único que nos sostiene y alienta para poder contribuir a la reconciliación y a la paz”.
Y antes de partir al encuentro con el Episcopado hizo una petición, “los abrazo a todos y a cada uno, a los enfermos, a los pobres, a los marginados, a los necesitados, a los ancianos, a los que están en sus casas… a todos; todos están en mi corazón. Y ruego a Dios que los bendiga. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí”.
Síganos en nuestras redes sociales:
@Elnuevosiglo en Twitter
@diarionuevosiglo en Facebook
Periódico El Nuevo Siglo en Linkedin