El decano del cuerpo diplomático de Colombia, José Joaquín Gori, cumplió el pasado sábado 107 años. Es descendiente del candidato presidencial bolivariano y conservador que lleva su mismo nombre. Su estirpe se destaca por la vocación de servicio público y la defensa de los intereses nacionales. Gori inició su carrera diplomática muy joven durante el gobierno de Enrique Olaya Herrera, cuando acompañó a la misión colombiana que trató de solucionar por la vía pacífica el litigio de Leticia con el Perú.
A partir de esa época empezó su labor como funcionario del servicio exterior y vivió grandes cambios de política internacional. Fue uno de los delegados colombianos en los inicios de la ONU. Esto lo convirtió en experto de la telaraña diplomática que se tejió a raíz del fin de la II Guerra Mundial y comienzo de la Guerra Fría. En su prodigiosa memoria mantuvo vivo el recuerdo de los tratados más trascendentales que había firmado el país. Hombre de carácter discrepó de Alfonso López Michelsen, por el arreglo con el general Torrijos de Panamá. Embajador en varios países, le correspondió en Lima comunicarle a Víctor Haya de la Torre que había conseguido que le dejaran salir del exilio en la embajada colombiana.