Como todo un crack, James Rodríguez asumió con tranquilidad la responsabilidad de ser el volante 10 de la Selección Colombia y de conquistar el mundo con su talento, clase y categoría.
Su llegada al Mónaco, tras brillar en Banfield y Porto, resultó algo tormentosa porque el técnico Ranieri pareció no tenerlo entre los de sus afectos, pero con trabajo y perseverancia se ganó un lugar en la titular y junto a Falcao García -hasta que se lesionó- fueron estandartes de una campaña que terminó con un segundo lugar, detrás del poderoso PSG.
Su labor con la Selección Colombia le fue dando la razón a Carlos Pibe Valderrama quien cuando James apenas despuntaba, dijo que ahí estaba su sucesor natural y que él no tendría ninguna duda en entregarle la camiseta con el número 10 al cucuteño, por aquel entonces de 22 años.
Con el transcurrir de los partidos James se convirtió en el eje de la Selección, en el talento que ponía a jugar a los delanteros y que aparecía en momentos decisivos para darle manejo al equipo.
Con la capacidad de James para manejar el balón, los goles de Falcao, Teo, el aporte de Cuadrado y demás integrantes de la Selección, Colombia empezó a soñar. Y Rodríguez se encargó de marcar diferencia.
Llegó al Mundial de Brasil con la misma ilusión de sus compañeros y de los demás integrantes de las selecciones clasificadas: hacer historia. Y lo consiguió.
Marcó goles en todos los partidos, fue el goleador del Mundial y para muchos, entre ellos Diego Maradona, mereció ser elegido el mejor jugador del torneo, pero el trofeo se lo dieron a Lionel Messi.
Además dejó huella con ese golazo que le convirtió a Uruguay y que hoy aspira a premio del mejor gol del año.
Ha jugado 32 partidos con la Selección Colombia mayores y ha convertido doce goles, seis de ellos en el pasado Mundial de Brasil.
El premio llegó pronto para James, fue contratado por el Real Madrid en una cifra récord para el fútbol colombiano y cuando se presagiaba que su presencia entre “galácticos” sería complicada, que no tendría lugar en el equipo titular y que por ser un “capricho” de Florentino Pérez, presidente del club, difícilmente el técnico Carlo Ancelotti contaría con él.
Pero nuevamente James sacó a relucir su categoría, se adaptó a sus rutilantes compañeros y a las exigencias del estratega Ancelotti, quien no lo ubicó en el lugar donde siempre jugó, sino que lo probó en varios puestos y al final lo puso a trabajar en recuperación y a darle salida como volante de primera línea.
Sin estar tan cerca al área, Rodríguez ha marcado ya nueve goles con el Real Madrid y cumplido su sueño de ser campeón. Su más reciente logro fue la Copa Mundial de Clubes, torneo al que llegó lesionado pero se recuperó y jugó.
Hoy es titular inamovible, hombre de confianza de Ancelotti, quien no se mide en elogios para el colombiano y a sus 24 años bien puede soñar con llevar a Colombia a la disputa de un cupo en la Copa América de Chile y en una nueva clasificación para un Mundial, el re Rusia en 2018.
Hoy James no es una promesa del fútbol colombiano, es una realidad. Y es un jugador que se acopla fácilmente a lo que le piden en el Real Madrid o el técnico Pekerman en la Selección Colombia.
A los títulos en la Copa Mundial de Clubes y la Supercopa de España, James aspira a sumar el de Liga, la Champions y muchas más coronas. Y tiene con qué, se puede dar el lujo de soñar porque le sobra talento, clase y además no ha dejado de ser humilde, persona, un hombre que se conmueve con un pequeño que le pide un autógrafo, que llora tras una derrota o que festeja a rabiar cada uno de sus goles.
James es grande y a sus 24 años ha conquistado grandes logros, pero todavía le queda mucho camino por recorrer, por andar en el fútbol mundial, bien sea con el Real Madrid, con otro club o con la Selección Colombia, a la que siempre va decidido a defender con pundonor, a dar lo mejor de sí.
James es, más que talento, un ser humano que sabe lo que tiene, lo que quiere, cómo lograrlo y, ante todo, aplomado. No se deja llevar por la fama, sino que trabajar y cada día trabaja más para alcanzar sus metas.
El volante 10 de la Selección hizo los méritos suficientes para ser el personaje deportivo del año y sigue sumando puntos para continuar metido en el corazón de los colombianos y de los seguidores del Real Madrid.