Este es el único país de la UE que ha organizado un referéndum para ratificar el nuevo pacto de disciplina fiscal promovido por Alemania.
Los irlandeses se pronunciaban sobre el pacto europeo de estabilidad fiscal, en un referéndum seguido con atención en Bruselas y en el resto de la Unión Europea (UE) cuando crece la oposición a las políticas de austeridad.
Unos 3,1 millones de electores estaban convocados a las urnas para esta consulta que según los últimos sondeos daría la victoria al "sí", aunque la última palabra la tendrán el casi un tercio de votantes que se declaraba indeciso.
Los resultados se conocerán el viernes.
Irlanda es el único país de la UE que ha organizado un referéndum para ratificar el nuevo pacto de disciplina fiscal promovido por Alemania y firmado en marzo por todos los Estados miembros de la UE con excepción del Reino Unido y de la República Checa.
Pero salvo el Irish Times, ninguno de los principales periódicos irlandeses colocó en portada la cita electoral. Eso, sumado a la lluvia que se abatió durante a la jornada en la capital, no augura una participación alta.
Entre los que votaron en Dublín, Finbar McDonnell, estimó que "un sólido 'sí' enviaría la señal de que Irlanda quiere formar parte del núcleo central de Europa y seguir adelante con la integración".
El pacto, destinado a mejorar la estabilidad de la zona euro en su conjunto, obligará a los países que lo suscriban a incorporar en sus legislaciones la llamada "regla de oro" sobre el equilibrio de las cuentas públicas, con sanciones financieras automáticas para los que la incumplan.
Para poder entrar en vigor en la fecha prevista, el 1 de enero de 2013, el tratado debe ser ratificado por 12 países. Hasta ahora sólo Eslovenia, Grecia, Portugal y Rumanía lo han hecho.
Aunque un "no" irlandés no impediría su implementación, podría animar a otros países a rechazarlo, especialmente cuando gobiernos como el de Francia cuestionan la austeridad como única solución a la crisis y piden medidas para impulsar el crecimiento.
Otrora considerado el "Tigre Celta" por su dinamismo económico, el país está sometido actualmente a una intensa cura de austeridad en contrapartida de la ayuda de 85.000 millones de euros (106.000 millones de dólares) que acordó en 2010 con la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para rescatar a su sector bancario.
Independientemente del resultado, el referéndum no tendrá un impacto inmediato sobre el plan, pero el gobierno ha insistido durante la campaña en que sólo la aprobación del pacto fiscal dará acceso al país al nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad (MES), que entrará en vigor el próximo 1 de julio, en caso de que se necesitara un nuevo rescate, lo que algunos ven probable.
El gobierno también ha advertido que un rechazo podría afectar a la calificación de la deuda de Irlanda y complicar su acceso a créditos.
El primer ministro irlandés Enda Kenny, dijo el miércoles que el pacto es ante todo cuestión de "estabilidad, de devolver la confianza al euro" y animó a sus compatriotas a predicar con el ejemplo.
Por su parte, los partidarios del "no", encabezados por los nacionalistas del Sinn Fein, buscaron capitalizar el creciente descontento popular por las subidas de impuestos y los recortes del gasto público.
"Sabemos que la austeridad no funciona, y es lo que dice cada vez más gente en Europa", dijo la víspera a los periodistas su líder, Gerry Adams.
La consulta también es seguida con interés debido a los precedentes de Irlanda, puesto que este país ya rechazó en lo que va de siglo dos tratados europeos (el de Niza en 2001 y el de Lisboa en 2008), antes de aprobarlos meses después en una segunda consulta popular.