UN EQUIPO de científicos obtuvo pruebas de que los vikingos originales del norte de Europa ya estaban activos en el continente americano en el año 1021, según publican en la revista 'Nature'.
Los vikingos recorrieron grandes distancias en sus emblemáticos barcos ya que, hacia el oeste, establecieron asentamientos en Islandia, Groenlandia y, finalmente, una base en L'Anse aux Meadows (Terranova, Canadá), pero no estaba claro cuándo tuvo lugar esta primera actividad transatlántica.
Un grupo de científicos fechó con precisión dicha presencia de los vikingos en América del Norte, gracias a una radiación cósmica que dejó rastros en fragmentos de madera de esa época.
En este caso, los expertos acaban de demostrar que los europeos estaban presentes en el continente americano en el año 1021 d.C., es decir, hace exactamente 1.000 años. Esta fecha también marca el momento más temprano conocido en el que se cruzó el Atlántico y la migración de la humanidad rodeó finalmente todo el planeta.
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Los historiadores saben desde hace décadas que los legendarios marinos escandinavos fueron los primeros europeos que llegaron al continente americano, en torno al año 1000, casi 500 años antes de Cristóbal Colón.
En este estudio, el corte de madera realizado por los vikingos en L'Anse aux Meadows se fechó exactamente en el año 1021 d.C. Los tres trozos de madera estudiados, procedentes de tres árboles diferentes, procedían de contextos arqueológicamente atribuibles a los vikingos.
Además, cada una de ellas presentaba claras evidencias de corte y rebanado con cuchillas de metal, un material que no producía la población indígena. El año exacto se pudo determinar porque en el año 992 d.C. se produjo una enorme tormenta solar que produjo una clara señal de radiocarbono en los anillos de los árboles del año siguiente.
"El aumento de la producción de radiocarbono que se produjo entre 992 y 993 d.C. se ha detectado en los archivos de anillos de árboles de todo el mundo", afirma en un comunicado el profesor asociado Michael Dee, de la Universidad de Groninga, en Países Bajos, y director de la investigación.
Cada uno de los tres objetos de madera presentaba esta señal 29 anillos de crecimiento (que indican los años) antes del borde de la corteza. "Encontrar la señal de la tormenta solar a 29 anillos de crecimiento de la corteza nos permitió concluir que la actividad de corte tuvo lugar en el año 1021 d.C.", explica la doctora Margot Kuitems, también de la Universidad de Groninga y primera autora del trabajo.
El número de expediciones vikingas a América y la duración de su estancia sobre el Atlántico siguen siendo desconocidos. Todos los datos actuales sugieren que la empresa fue de corta duración, y es probable que el legado cultural y ecológico de esta primera actividad europea en las Américas haya sido pequeño. No obstante, las pruebas botánicas de L'Anse aux Meadows han confirmado que los vikingos exploraron tierras más al sur de Terranova, una pequeña bahía en la que subsisten los yacimientos de ocho edificios.
La datación con carbono 14 que se hizo de esos restos en el siglo XX era muy imprecisa, con una horquilla de tiempo de unos 250 años, explica un estudio publicado.
Todo indica que la ocupación de ese emplazamiento fue breve y esporádica, gracias a la exploración arqueológica y al testimonio de las "Sagas", los textos semilegendarios que narran las epopeyas de los vikingos. Éstas comenzaron como historias orales y sólo se escribieron siglos después de los acontecimientos que describen.
Aunque contradictorias y a veces fantasiosas, las sagas también sugieren que se produjeron encuentros, tanto violentos como amistosos, entre los europeos y los indígenas de la región. Sin embargo, se han encontrado pocas pruebas arqueológicas que confirmen estos intercambios. También existen otros relatos medievales que dan a entender que figuras prominentes del continente europeo se enteraron de que los vikingos habían tocado tierra a través del Atlántico.
El mérito de este equipo dirigido por Dee y Kuitems, del Centro de Investigaciones Isotópicas de la universidad holandesa de Groningen, fue que halló un método original para sortear ese problema.
La Tierra sufre constantemente la llegada de radiaciones cósmicas, que en su mayoría son rechazadas por su campo magnético. Esos fenómenos a veces son tan importantes que provocan un aumento de la presencia del isótopo carbono 14 en la atmósfera.
Un estudio japonés detectó dos esos fenómenos de origen cósmico, uno en el año 775 y otro en 993. Ahora bien, esa brusca elevación del carbono 14 deja huella en los árboles, conocidos por su capacidad de absorber carbono.
Fue por ello, como reseñamos anteriormente, que los científicos buscaron, con la ayuda de un espectómetro de masa, rastros de rayos cósmicos en tres fragmentos de árboles que fueron localizados en el campamento vikingo en Terranova.
Esos fragmentos habían estado en contacto con herramientas de hierro, según los estudios previos. La datación tradicional con carbono 14 dictaminó que su antigüedad oscilaba entre los años 1019 y 1024.
Posteriormente se examinó los anillos de esos fragmentos, y detectaron qué anillo mostraba un exceso de carbono 14. La técnica reveló que el anillo con más "carga" de carbono 14 correspondía al año 993. Y contando los anillos restantes hasta la corteza, se pudo determinar en qué año el árbol fue talado, explicó a la científica. Resultado: el año 1021.
El método de rastreo de rayos cósmicos es una técnica con gran potencial, cree Kuitems, que considera que puede servir "para solventar interrogantes históricos".
El Centro de Investigaciones Isotópicas ya pudo establecer en 2020 la edad de una estructura arqueológica en el sur de Siberia gracias a esta técnica, que detectó los rastros de la radiación cósmica que afectó a la Tierra en 775.