LA RENOVACIÓN política que desde meses atrás se gestó en el centroderechista Partido Nacional presentando como su carta presidencial al joven exsenador Luis Lacalle Pou se materializó en las urnas el pasado domingo -pero solo se confirmó hasta ayer- al recibir un mayoritario aval de los uruguayos, lo que pone fin a la era izquierdista de 15 años en el poder en este país latinoamericano.
En un hecho inesperado e insólito, fue el propio candidato del oficialista Frente Amplio el que comunicó a su país y al mundo el triunfo de Lacalle Pou y un día antes de que se realice el pronunciamiento oficial de la Corte Electoral, organismo que ante el apretado primer escrutinio decidió realizar un segundo que inició el martes y concluyó ayer.
“Saludamos al presidente electo @LuisLacallePou, con quien mantendré una reunión mañana”, escribió ayer en la mañana Martínez en su cuenta de Twitter, anticipándose al anuncio que sobre el conteo y la proclamación de la fórmula ganadora debía hacer este viernes el presidente de la Corte Electoral, José Arocena. Y minutos después volvió a trinar: “Seguiremos defendiendo la democracia con más fuerza que nunca”.
En su cuenta de Twitter, Lacalle Pou se limitó a republicar dos tuits de la cuenta oficial de su partido, el Partido Nacional.
Uno de ellos dice: “¡El Uruguay ya tiene nuevo Presidente! @LuisLacallePou”. Acompañado de una imagen de Lacalle junto a la ahora vicepresidenta electa, Beatriz Argimón. Y otro que reza “#AhoraSí Celebramos el Uruguay de todos”, publicado junto a un video con imágenes de partidarios agitando banderas.
Según el conteo inicial, el domingo, Lacalle Pou obtuvo 1,168 millones de sufragios, frente a 1,139 de Martínez, una diferencia de menos de 30.000 votos que era inferior al cómputo de los denominados votos “observados” -cuando los electores sufragan en circuitos que no les corresponden o no figuran en el padrón- que totalizaron 35.000 y que demoran en contabilizarse pues debe cotejarse la identidad del votante.
Esos votos suelen reproducir la tendencia del escrutinio general, pero técnicamente existía una remota chance de que el resultado pudiera revertirse, lo que impidió que el tribunal electoral realizara un anuncio oficial.
El compás de espera se abrió tarde en la noche del domingo, cuando Martínez habló en su comando de campaña ante sus seguidores sin reconocer el triunfo de Lacalle Pou. “Hay que esperar”, dijo esa noche.
Minutos después, el candidato de la coalición opositora apareció antes los militantes de su partido y de otros partidos que apoyaron su candidatura y recriminó a su contrincante que no reconociera su derrota ante un resultado que consideró “irreversible”.
Sin embargo ayer, se confirmó al ganador. Así, a sus 46 años, el abogado Lacalle Pou marca un hito en la política uruguaya al devolver el poder a la derecha luego de tres mandatos consecutivos del izquierdista Frente Amplio, el que llegó a gobernar en 2005 con el exguerrillero José ‘Pepe’ Mujica y tras el cual llevó al solio presidencial a otro de sus históricos, Tabaré Vásquez, quien repitió en 2015 y entregará el mando del país el próximo 1 de marzo al mencionado exsenador del Partido Nacional o Blanco.
Una economía estancada con un persistente déficit fiscal del 4,9% del PIB y un desempleo rondando el 10% es la herencia que recibirá Luis Lacalle del actual gobierno, que en su primer mandato logró mantener activo el aparato productivo uruguayo gracias a la bonanza de los precios altos de las materias primas agrícolas. Esa misma situación favorable la vivió, en su momento, el hoy exmandatario Evo Morales en Bolivia o Cristina de Kirchner, en Argentina, pero cuando se vino el desplome se afectó, obviamente, la inversión social, lo que a la postre llevó a pasar cuenta de cobro, en las urnas, a los respectivos gobiernos.
Vale aclarar, sin embargo, que dicho coletazo en Argentina lo vivió el actual gobierno del derechista Mauricio Macri, legado de Kirchner, lo que lo forzó a un plan de austeridad y a pedir un millonario empréstito al Fondo Monetario Internacional, políticas que se convirtieron en la bandera de la izquierda peronista reencarnada en Alberto Fernández (exministro de los Kirchner) y la propia exmandataria Cristina Fernández de Kirchner, quienes regresan como inquilinos de la Casa Rosada este fin de año.
Uruguay formó parte de un grupo de países que viró hacia administraciones de izquierda en la década pasada, cuando gobernaron Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y Nicolás Maduro, en Venezuela, quien sigue aferrado al poder con un país en caos económico, político y social.
En cumplimiento de lo que había anticipado, a la par de alistar su gabinete, el mandatario electo enviará al Parlamento una “ley de urgente consideración” con la que pretende adoptar medidas rápidas en 90 días. Dicho proyecto busca declarar la “emergencia” de seguridad, eliminar los pagos obligatorios por vía de entidades financieras introducidos por el Frente Amplio, y liberar la importación de combustible en un país donde una empresa estatal tiene el monopolio y los precios del carburante están entre los más altos del mundo.
De igual forma priorizará un ordenamiento de las cuentas públicas para controlar el déficit fiscal mediante ahorros de hasta 900 millones de dólares en el Estado y evalúa medidas urgentes para devolver la seguridad a Uruguay, donde hubo un aumento del 45% en el número de homicidios entre 2017 y 2018, pese a que es considerada como una de las naciones más seguras en el contexto latinoamericano.
El futuro gabinete estará integrado por representantes de los partidos que participaron de la coalición electoral "multicolor" que encabeza: Partido Colorado (centro), Partido Independiente (centroizquierda), Partido de la Gente (centroderecha) y el recientemente constituido Cabildo Abierto (derecha).
El de Luis es un nuevo triunfo de la dinastía política que surgió en 1950 con su bisabuelo paterno, Luis Alberto de Herrera, bautizada como “herreismo” y siguió con su padre Luis Alberto Lacalle, mandatario de 1990 a 1995, años antes de que su madre, Julia Pou fungiera como senadora.
Y aunque el estrecho margen de diferencia en la elección presidencial, un poco más de 30 mil votos a favor de Lacalle Pou evidencia un país políticamente polarizado más no dividido o irreconciliable. Ello, porque según coinciden en señalar analistas e historiadores como Gerardo Caetano, “la democracia uruguaya se construyó desde muy temprano sobre la base de pactos entre los principales partidos que crearon un marco institucional muy sólido, muy consistente, que se correspondía con un clima de tolerancia y aceptación de los adversarios…inclusive hasta de cooperación.
De esta forma en una América Latina convulsionada, con protestas sociales en Chile o Colombia y antes en Ecuador, violencia poselectoral en Bolivia o crisis económica en Argentina, Uruguay aparece como un remanso de paz política