Una tras otra, cada mes se celebra una elección en algún país del mundo, en este atípico 2024 con más de 50 comicios durante todo el año. Pocas, sin embargo, tienen tanta repercusión para América Latina como la de este domingo en México, en donde se conocerá si Morena, el partido de Andrés López Obrador, logra instaurar finalmente un modelo de partido-único -el morenismo-, de la mano de su candidata, Claudia Sheinbaum.
El continuismo iliberal
Aliada de López Obrador desde el año 2000, cuando fungió como secretaria de Medio Ambiente durante la administración de éste en la Ciudad de México, Sheinbaum (61 años) viene de una exitosa alcaldía en la capital mexicana, que le ha permitido posicionarse como la mejor candidata para continuar la agenda de reformas del saliente presidente de izquierda, por encima de figuras importantes en el gabinete nacional como el excanciller Marcelo Ebrard.
Alrededor de Sheinbaum se ha formado una coalición de partidos minoritarios como el Partido Verde y otros, que al final son marginales frente a la poderosa estructura de Morena (Movimiento de Renovación Nacional), la plataforma política que creó López Obrador para llegar al poder en 2018 y la cual durante la mitad del sexenio de su gobierno contó con una mayoría absoluta en el Congreso.
A pesar de esta bancada mayoritaria, López Obrador no logró aprobar la reforma constitucional con la que buscaba acabar -entre otros temas- con el Instituto Nacional Electoral y crear una nueva institución electoral con menos integrantes y bajar el número de años en ejercicio, minando la autonomía de las instituciones electorales mexicanas.
La oposición mexicana, que se organizó en las calles ante este proyecto, desde hace tres años, anunció que el objetivo final de Amlo era modificar la Constitución y, particularmente, el artículo que no permite la reelección. López Obrador, con una popularidad de más del 53%, intentó por esta vía quedarse en el poder, pero las instituciones mexicanas (tribunales y el INE) bloquearon su apuesta reeleccionista y no le quedó más remedio que elegir a una sucesora al proyecto personalista que viene ejecutando desde hace seis años.
A lo largo de estos años, AMLO ha desarrollado al pie de la letra el manual del buen populista. Los medios y algunos grupos económicos, así como las élites y los Estados Unidos y España, le han servido para fijar un grupo de sectores con los que ha chocado, un día tras otro, en su camino para llevar a cabo lo que él denomina “la Cuarta Transformación”. Él, como explica el historiador mexicano, Enrique Krauze, es el representante del pueblo; los otros, las élites que han dañado México.
Populista y carismático, Amlo es, ante todo, muy personalista y esto supone un reto enorme para Claudia Sheinbaum. ¿Es posible ser la sucesora de un líder personalista? Aunque estamos a la espera las elecciones de este domingo, el posible gobierno de esta candidata de izquierda tendría la sombra permanente de López Obrador y Morena, ambos interesados en una reforma constitucional que permita la reelección.
Xóchitl
La oposición mexicana pasó mucho tiempo sin un perfil que convocara a los variados sectores que la constituyen. En 2018, desesperaba ante el inminente ascenso de Amlo, lanzó dos candidatos técnicos, Alfredo Meade y Ricardo Anaya, quienes representaban a los partidos tradicionales, Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido de Acción Nacional (PAN), sin conseguir mayor éxito. Luego de cinco años el camino parecía ser el mismo, cada partido con su candidato, hasta que apareció Xóchitl Gálvez.
Una senadora marginal de poca resonancia a nivel nacional, hace menos de un año, en “las mañaneras” -programa diario del presidente mexicano-, Gálvez logró colarse en una de ellas para preguntarle, sin éxito, por qué la había acusado de querer cortar algunos programas sociales. Desde entonces, esta ingeniera de comunicaciones, que ha sido senadora por el PAN desde 2018, se convirtió en la líder de la oposición.
Su inesperada aparición ha servido para que Amlo, un estratega acostumbrado a organizar sus ataques, no tenga muy claro cómo enfrentársele. Así como él, Gálvez viene de una región de México pobre (Tepatepec, Hidalgo), ha trabajado con comunidades indígenas y es orgullosa de sus orígenes indígenas, así como se precia de su pasado como profesora y estudiante de instituciones públicas. Está por descontado que es una “fifí”, la forma como permanentemente Amlo ataca a sus opositores más acomodados.
Respaldado por buenos resultados económicos, derivados de las reformas de las anteriores gobiernos que han servido de plataformas para comerciar con Estados Unidos, así como un gigantesco plan de subsidios, los votos de Amlo parecen ser endosables a Sheinbaum. Así, para muchos sectores resulta difícil que Xóchitl Gálvez, a pesar de su exitosa aterrizada a la política nacional, logre si acaso acercarse a Sheinbaum en votos.
En medio del enorme universo de encuestas y sondeos en un país de más de 120 millones de habitantes, una serie de encuestadoras como “Massive Caller” y “México Elige” han mostrado que en algunos escenarios la candidata opositora estaría cerca del margen error en esta elección presidencial de una sola vuelta.
“México Elige”, que utiliza las redes sociales, sitúa la contienda dentro del margen de error, mientras que “Massive Caller” -que ha sido de las encuestadores más precisas en las elecciones regionales- mostraba a los dos candidatos en un empate estadístico con alrededor de un 12% de indecisos.
La esperanza de Xóchitl Gálvez se mantiene intacta para la oposición mexicana, que ve como el país, a pesar de su relativo éxito económico, está preso del crimen organizado y de un proyecto populista que, de seguir, minaría más la democracia liberal para abrirle paso a un modelo de partido único basado en la figura total de Amlo y su visión de una democracia asambleísta y divisoria.
*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.