UN mes después de haber tomado el poder en Afganistán, los talibanes enfrentan el doble desafío de mantener la paz dentro de sus filas y gobernar un país al borde de la ruina, opinaron expertos.
Desde afuera, el grupo de islamistas radicales parece ser homogéneo y unido en materias ideológica y estratégica.
Pero al igual que otras grandes organizaciones políticas, los talibanes tienen divisiones, rivalidades, alianzas y facciones.
Las fisuras se mantuvieron bajo control durante la guerra de 20 años contra el gobierno afgano, ampliamente considerado como corrupto, y las fuerzas internacionales encabezadas por Estados Unidos.
Pero con la derrota del enemigo y tras nombrado un gobierno provisional talibán -hace unos diez días-, las divisiones del grupo emergen con más fuerza.
Esta semana surgieron rumores de un tiroteo entre facciones rivales en el palacio presidencial que habría matado al viceprimer ministro Abdul Ghani Baradar, cofundador de los talibanes, lo cual lo obligó a divulgar un audio para aclarar que sigue con vida.
Antes de eso, la designación del gobierno interino expuso las tensiones políticas en el grupo y posiblemente plantó las semillas de problemas futuros, según Niamatullah Ibrahimi, experto en Afganistán de la Universidad La Trobe de Australia.
Los principales cargos se dividieron entre la vieja guardia talibana de Kandahar, cuna espiritual del movimiento, y los Haqqanis, una red familiar vinculada a Al Qaida y a los poderosos Interservicios de Inteligencia (ISI) de Pakistán.
En el primer régimen talibán en los años 90, la facción de Kandahar era dominante, pero muchos de los éxitos recientes del grupo se han debido a los Haqqani.
"Realmente no podemos subestimar el poder de los Haqqani", dijo Ibrahimi.
"Ellos han sido la parte militarmente más compleja del movimiento y mantienen relaciones importantes con Al Qaida y los ISI paquistaníes, pero también tienen su base de poder en Afganistán.
Un miembro del clan, Sirajuddin Haqqani, señalado por Washington como terrorista, tomó control del ministerio del Interior, lo que marcará el tono del gobierno talibán.
"Él es una 'opción natural' para el puesto, según Graeme Smith, consultor del International Crisis Group.
"Él organizó algunas de las unidades élite de combate de los talibanes", explicó.
La receta del conflicto
Pero la designación de Haqqani también hizo más difícil que países occidentales reconozcan al gobierno talibán o liberen las reservas del Banco Central de Afganistán congeladas en Estados Unidos.
La incapacidad de obtener reconocimiento internacional y los fondos congelados parecen ser un golpe para Baradar, pieza clave en las conversaciones con las potencias occidentales antes del retiro de tropas estadounidenses.
Sin reconocimiento internacional, los talibanes tendrán dificultades para administrar lo que la ONU calificó como una "crisis económica" y la perspectiva de una "catástrofe humanitaria".
La rivalidad entre las facciones podría generar más problemas para los vecinos de Afganistán, según los expertos.
El gobierno no incluye a nadie fuera del movimiento ni a los grupos talibanes del oeste de Afganistán, incluso aquellos vinculados con la Guardia Revolucionaria de Irán.
"Los talibanes optaron por no tener un gabinete inclusivo, ignorando las solicitudes de destacados políticos afganos y líderes regionales para que incluyeran a figuras no talibanas", indicó Smith.
"Eso es bueno para la cohesión de los talibanes y será bien visto por simpatizantes talibanes, pero se arriesgan a apartar a otros afganos y a la comunidad internacional", agregó.
Ibrahimi señaló que las potencias regionales como Irán o Rusia podrían volver a financiar a otros grupos para defender sus intereses.
Esto es "la receta para un conflicto violento o una resistencia", indicó Ibrahimi. "Crea oportunidades que podrían explotar potencias regionales que no están contentas con ellos".
¿Elecciones?
Aunque los talibanes no descartan por ahora la posibilidad de celebrar elecciones en Afganistán, ello no se ve factible ni inmediato.
"Sobre si habrá elecciones o no, esperemos", ha dicho Suahil Shahin, uno de los portavoces del grupo, en una entrevista concedida a la emisora estadounidense Voice of America. "Tenemos una Constitución (planeada) para el futuro, así que deliberaremos sobre ello en el futuro", ha argumentado.
A pesar de que la Constitución afgana, que data de 2004, recoge que ninguna ley puede ir en contra de la 'sharia' (ley islámica), el grupo integrista ha mostrado su voluntad de modificar o enmendar la Carta Magna para ajustarla más a sus visiones políticas y religiosas.
"Se verá entonces, no ahora", ha manifestado Shahin, a pesar de que los talibanes se han mostrado abiertamente críticos con el proceso de elección democrática -que no tuvieron lugar durante su régimen entre 1996 y 2001-, que han descrito como contrario al islam, y haber llevado a cabo ataques contra actos políticos y trabajadores electorales durante las últimas dos décadas.
Asimismo, el portavoz de la oficina política de los talibanes en Qatar ha indicado que el Gobierno recientemente nombrado en el país "no es permanente". "Nuestra cúpula tuvo que nombrar a algunos ministros para iniciar el movimiento de la economía en el país y dar servicios esenciales a la población", ha explicado.
Los talibanes anunciaron recientemente la formación de su Gobierno, marcado por la falta de mujeres y de representantes de otros grupos políticos de Afganistán.
Acaban Ministerio de la Mujer
Uno de los cambios seguros que harán es reemplazar el ministerio de Asuntos Femeninos por el de la Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, que ya había aplicado duras políticas fundamentalistas durante su primer mandato en los años 1990.
En el hasta ahora edificio del ministerio de Asuntos Femeninos, fueron vistos obreros que instalaban un nuevo panel con el nombre del ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio.
Numerosos mensajes publicados durante las últimas 24 horas en las redes sociales mostraban a empleados del ministerio de Asuntos Femeninos manifestándose delante de la sede por haber sido presuntamente destituidos.
"Nadie escucha a nuestras mujeres", denunció un internauta en Twitter, mientras que otro escribió con sarcasmo: "¿Podíamos esperar algo diferente de estos animales".
Ningún dirigente talibán ha explicado estos hechos.
Aunque los insurrectos insisten en que gobernarán con mayor moderación que en su primera etapa (1996-2001), no autorizaron a la mayoría de las mujeres a retomar el trabajo e introdujeron reglas respecto a su vestimenta en la universidad.
El ministerio de Educación anunció en un comunicado que reabriría todas las escuelas secundarias para los varones y que los profesores hombres volverán a trabajar. "Todos los profesores y alumnos varones deben volver a sus escuelas", indicó el ministerio, sin mencionar a profesoras o alumnas.
Durante el primer gobierno de los fundamentalistas, las mujeres quedaron excluidas de la vida pública y solo podían salir de casa si llevaban una burka y estaban acompañadas por un familiar masculino.
Entonces, los agentes del ministerio para la Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio eran conocidos por haber azotado a mujeres que andaban solas por la calle y por exigir otro tipo de comportamientos inspirados de una interpretación muy rigorista del islam.
De otra parte se conoció que el Consejo de Seguridad de la ONU renovó por seis meses su misión política en dicho país (Manua) en una resolución que reclama también a los talibanes un "gobierno inclusivo y representativo" y participación de las mujeres en la vida social.
La resolución, adoptada por unanimidad por los 15 miembros del Consejo, insiste en la "importancia del establecimiento de un gobierno inclusivo y representativo" y reclama la "participación plena, igual y significativa de las mujeres, y del respeto de los derechos humanos, incluidas las mujeres, la infancia y las minorías".
El texto fue redactado por Estonia y Noruega, país que se felicitó por el "mensaje unido" que el Consejo envía a Afganistán. En agosto, una resolución del Consejo de Seguridad que pedía la libertad de movimiento para los afganos que desearan abandonar el país, solo recabó 13 votos, pues Rusia y China se abstuvieron.
En su último documento, el Consejo de Seguridad subraya el "papel importante que la Organización de Naciones Unidas seguirá desempeñando en la promoción de la paz y la estabilidad en Afganistán".