El tono, pero también los argumentos de polémica entre los socios de gobierno, Salvini y Di Maio son ahora más de fondo, atañen a principios
LOS acalorados enfrentamientos y las diferencias de visiones entre los dos líderes de la llamada coalición populista en el poder en Italia han propagado un escenario de crisis y generado mucha incertidumbre política.
La atmósfera es eléctrica entre la ultraderechista Liga y los antisistema del Movimiento 5 Estrellas, una alianza que acaba de cumplir un año en el gobierno.
El revés electoral de los antisistema en las elecciones europeas de mayo y la creciente popularidad del ministro del Interior y líder de la Liga, Matteo Salvini, han transformado el escenario y las partes tienden cada vez más a distanciarse, llegando a ser casi irreconciliables.
Después de acordar con éxito la implementación del salario de ciudadanía y reducir la edad de jubilación, se están desgarrando por la autonomía de las regiones ricas del norte, las medidas contra las oenegés que ayudan a los migrantes y los recortes de impuestos.
El presidente de la República, Sergio Mattarella, árbitro de la política italiana, ha dado dos días de plazo a las partes para aclarar sus intenciones.
Roces por el Parlamento Europeo
La decisión fue anunciada al parecer después de que los roces se agravaran esta semana por las votaciones en el Parlamento Europeo.
El M5E votó a favor de la candidata alemana Ursula von der Leyen para la presidencia de la Comisión Europea, mientras la Liga lo hizo en contra.
Salvini reaccionó atacando al líder del M5E, al que acusó de preparar a escondidas una alianza con el Partido Democrático (PD, centro izquierda) de manera de abandonar la coalición.
"Si la Liga quiere derrocar al gobierno, que lo diga claramente", respondió por su parte el líder de los antisistema, Luigi Di Maio.
El tono fue subiendo. Salvini aseguró que perdió "la confianza" en su aliado. Di Maio condenó el "ataque por la espalda" que le lanzó su aliado.
Los medios de comunicación no descartan que las peleas terminen en ruptura y por lo tanto en convocación a elecciones anticipadas a finales de septiembre.
"Ningún gobierno se va a caer mañana", sentenció Salvini, quien anunció que se va tranquilamente como es su tradición de vacaciones a finales de julio con su hijo.
"Yo excluyo que se desate una crisis. Estas son dinámicas de un gobierno con dos partidos políticos distintos", explicó en la televisión Di Maio.
Mientras tanto los observadores en asuntos políticos no dejan de hablar del "viento de crisis" que recorre la península, y otros consideran que "el gobierno está como suspendido" y que Salvini "prepara" su salida.
"El gobierno ha estado al borde de la crisis en varias ocasiones", recuerda el diario La Stampa en un editorial que tituló "Crónica de una muerte anunciada".
"Esta vez, el riesgo es real. El tono, pero también los argumentos, de polémica son más de fondo, atañen principios y no se trata de propaganda electoral", subraya.
Para algunos, Salvini podría caer en la tentación de adelantar elecciones, teniendo en cuenta que las encuestas lo premian con el 37% de las intenciones de voto, todo un récord, que lo consagraría como el nuevo líder absoluto de Italia.
Con esa estrategia, un gobierno de transición sería el responsable de elaborar el complejo presupuesto para el 2020, que promete ser muy doloroso para los contribuyentes italianos.
La economía italiana está bajo observación permanente, según reconoció Von der Leyen, y todo gobierno está obligado a tomar medidas impopulares contra la elevada deuda pública.