PARA seguir su tratamiento tras un ataque con puñal que pudo costarle la vida, pero que puede reforzar sus posibilidades de ser electo en octubre como presidente de Brasil, llegó a Sao Paulo en candidato de ultraderecha Jair Balsonaro.
El candidato de agradeció desde su lecho de hospital el apoyo de sus seguidores, "¡Estoy bien y me estoy recuperando!", tuiteó el excapitán del Ejército desde la Unidad de Terapia Intensiva del hospital Albert Einstein de Sao Paulo.
"Agradezco del fondo de mi corazón a Dios, mi esposa e hijos, que están a mi lado, a los médicos que cuidan de mí (...) y a todos, por el apoyo y las oraciones", agregó el diputado, favorito para la primera vuelta del 7 de octubre.
Bolsonaro, de 63 años, fue trasladado a Sao Paulo por la mañana desde Juiz de Fora (Minas Gerais), donde la víspera, en un mitin, recibió una puñalada que le provocó tres perforaciones en el intestino delgado, una lesión grave en el intestino grueso y otra en una vena del abdomen.
El candidato del Partido Social Liberal (PSL) "está consciente y en buenas condiciones clínicas", informó el Albert Einstein por la tarde.
El candidato, excapitán del Ejército, había llegado al lugar con un cuadro vital comprometido: hemorragia interna, tres perforaciones en el intestino delgado, una lesión grave en el intestino grueso y otra en una vena del abdomen.
El presunto autor, detenido rápidamente, fue identificado como Adélio Bispo de Oliveira, un exmilitante del partido de izquierda PSOL, que explicó a la policía haber actuado en cumplimiento de "una misión divina, una misión de Dios".
El atentado sacudió la campaña y movilizó a fondo a los seguidores de Bolsonaro.
El propio exmilitar, en un impresionante video filmado y difundido por un senador aliado inmediatamente después de la operación, agradeció a Dios y a los médicos y lamentó no poder asistir al desfile militar que este viernes se llevará a cabo en Rio de Janeiro por el Día de la Independencia.
"Pero estaremos con el corazón y la mente, teniendo siempre a Brasil encima de todos y a Dios encima de todo", afirmó, usando la consigna de su campaña electoral.
Dios, armas y mercados
Bolsonaro se lanzó a la campaña de las elecciones más polarizadas e inciertas de la historia reciente de Brasil como candidato del pequeño Partido Social Liberal (PSL).
Su acercamiento con grupos conservadores evangélicos y su retórica de mano dura contra la criminalidad y de liberalización del porte de armas reforzó su núcleo de incondicionales en un país con más de 60.000 asesinatos por año.
Y sus críticas contra la corrupción encontraron fuerte eco en millones de brasileños pasmados por la amplitud de la corrupción revelada por la Operación Lava Jato, que afectó a todos los partidos que dominaron la vida política desde el fin del régimen militar (1964-85).
Bolsonaro, tradicionalmente identificado con posiciones nacionalistas, se recicló además en los últimos meses en el ultraliberalismo, bajo la asesoría del economista Paulo Guedes, un "Chicago Boy".
Su figura y la del expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva polarizaban la campaña. Pero Lula, actualmente encarcelado por corrupción, fue excluido el 31 de agosto de la contienda por la justicia electoral.
Hasta ese momento, Bolsonaro estaba segundo en los sondeos, pero con la mitad de la intención de votos del exlíder sindical. Ahora quedó primero, con 22%, 10 puntos por encima que sus más inmediatos seguidores, el centro-izquierdista Ciro Gomes y la ecologista Marina Silva, que lo derrotarían sin embargo en una segunda vuelta, según una encuesta Ibope.