Desde la semana pasada se han registrado protestas en contra de las prácticas corruptas del Gobierno y otros partidos políticos
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Se ha roto un tabú en las últimas manifestaciones celebradas en Líbano, donde multitudes de personas marcharon en los feudos del Hezbolá, proiraní, para protestar contra el partido chiita y su líder religioso, Hasan Nasralá, intocable hasta la fecha.
Tanto en las cadenas de información como en los lugares de las concentraciones, los manifestantes de todas las confesiones, que inundan las calles de Líbano desde el 17 de octubre, no se olvidaron de Hezbolá, a quien acusan, como al resto de partidos, de haber empobrecido al país con prácticas corruptas.
"La novedad, es que encontramos a sus simpatizantes entre los manifestantes. Apoyan a Hezbolá pero están asfixiados", explicaba el viernes una joven de 32 que prefirió no revelar su identidad, en una manifestación en la ciudad de Nabatiyé (sur), de mayoría chiita. "Nunca nadie habría pensado que algún día escucharíamos ni lo más mínimo contra Nasralá. ¡Es increíble!", comentó.
"Todos quiere decir todos, Nasralá es uno de ellos", se escuchaba en Beirut, cuya periferia sur es también un feudo del partido chiita, y en cuyas calles cuelga el retrato de su líder político, alabado por sus seguidores.
También se llevaron a cabo manifestaciones para reclamar la dimisión del conjunto de la clase dirigente, acusada de incompetente, en otras ciudades controladas por Hezbolá y por su aliado político Amal, que dirige el presidente del Parlamento, Nabih Berri.
Sin embargo, no fueron tan importantes como las celebradas en otras partes, con la notable excepción de Tiro, gran ciudad costera del sur.
- "Me da igual" -
Elemento de peso del tablero político libanés, el partido, aliado de Irán, es el único que sigue contando con un brazo armado desde que terminara la guerra civil, en 1990.
De forma muy inesperada, la cadena de televisión del Hezbolá, Al Amanar, difundió en directo el lunes las declaraciones de un manifestante que pedía que Nasralá "se ocupe de su pueblo en Líbano", en clara alusión a la implicación militar del Hezbolá en Siria o en su lucha contra Israel.
"El mensaje que sus propios simpatizantes envían a Nasralá es que la resistencia no se limita a luchar contra Israel y los terroristas", señaló Hasem Gharbel, otro manifestante, entrevistado en Nabatiyé.
El sábado, Hasan Nasralá comentó las críticas en su contra en un discurso televisado. "Ustedes pueden maldecirme, ¡me da igual!", lanzó, desafiante.
Con todo, las críticas contra el jefe chiita no son tan virulentas como las dirigidas contra otros líderes políticos como Nabih Berri, al que los manifestantes acusan de "ladrón".
Pero, para Hatem Gharbeel, se ha roto un tabú. "Se quebró la barrera del miedo", consideró. "La gente ya no sigue ciegamente a su líder político o religioso", añadió.
Lokman Slim, un activista político chiita conocido por sus opiniones firmes respecto a Hezbolá, subrayó que la ira viene gestándose desde hace tiempo.
"(La cólera) Se está fermentando desde hace varios años a causa de la crisis económica, que no sólo debilita al Estado libanés sino también al miniEstado de Hezbolá", sostuvo. Frente a la miseria creciente, "los chiitas ya no tienen nada que perder", consideró.