El papa Francisco recordó este domingo a los judíos exterminados en Lituania ante el monumento a las víctimas del gueto de Vilna, liquidado hace 75 años, un breve alto en el camino de su visita obtenido por la comunidad judía lituana tras mucha insistencia.
Durante su segunda jornada en la católica Lituania, en el marco de su gira por los Países bálticos, el papa aludió a los sufrimientos pasados por el conjunto de la población, bajo el yugo de los nazis primero y de los soviéticos después, al visitar también una antigua sala de torturas del KGB.
Ante el memorial de las víctimas del gueto de Vilna, un sencillo bloque de piedra, el papa depositó un ramo de rosas amarillas y rezó en silencio.
Después estrechó la mano de la responsable de la comunidad judía, Faina Kukliansky, quien logró que Francisco incluyera esta etapa en su visita, tras "cinco meses de negociaciones" con el episcopado, el Vaticano y organizaciones judías internacionales.
"No entiendo lo que sucedió. Antes de organizar una visita de Estado, hay que examinar el calendario de las conmemoraciones previstas en esas fechas. En este caso, el 75º aniversario de la liquidación del gueto de Vilna", explicó este domingo a la AFP.
Una sobreviviente del gueto de Vilna, Fania Brancovskaja, de 96 años, prefirió ir este domingo al museo memorial de Paneriai, un barrio de Vilna en el que los alemanes exterminaron a cientos de miles de personas, la gran mayoría de ellas judíos.
"Creo que es muy importante que el papa rece por las víctimas de los nazis, ya que hay gente en el mundo que cree que el exterminio es un invento de los judíos", señaló a la AFP.
"Es un mensaje moral poderoso, no sólo para los judíos asesinados en Vilna, sino para todos los nuestros muertos en diferentes países", añadió la anciana, única sobreviviente de una gran familia judía.
Por la mañana, el papa ya había puesto el foco en un pasado trágico, durante una visita a Kaunas, segunda ciudad del país. "Hace 75 años, esta nación presenciaba la destrucción definitiva del gueto de Vilna. Así culminaba el aniquilamiento de miles de hebreos, que ya había comenzado dos años antes", recordó con tono grave el papa ante unos 100.000 fieles católicos.
"Hagamos memoria de aquellos tiempos". "Las generaciones pasadas habrán dejado grabado a fuego el tiempo de la ocupación, la angustia de los que eran llevados, la incertidumbre de los que no volvían, la vergüenza de la delación, de la traición", dijo.
En el mismo momento, una veintena de judíos reunidos en la única sinagoga no destruida de Vilna (de un centenar que había antes de la Segunda Guerra Mundial), enumeraba con tristeza el nombre de algunos sobrevivientes del gueto, donde murieron 70.000 personas.
"Jerusalén del Norte"
Llamados "litvaks", los judíos lituanos formaban, hasta los años 1940, una comunidad de más de 200.000 miembros que hicieron florecer la literatura yiddish y la vida religiosa.
El exterminio que los nazis llevaron a cabo —con algunos colaboradores lituanos- afectó a prácticamente todos aquellos que habían convertido a Vilna en la "Jerusalén del Norte".
Los pocos sobrevivientes fueron en muchos casos ayudados por amigos lituanos, más de 800 de los cuales fueron merecedores del título de Justos entre las naciones del mundo, entregado por el Instituto Yad Vashem de Jerusalén.
En la actualidad, no quedan más que 3.000 judíos en Lituania, un país con unos 2,9 millones de habitantes.
Cuando hablan de la Segunda Guerra Mundial, los lituanos utilizan el plural para referirse a dos ocupaciones: la alemana y la soviética.
La policía política de Moscú, el KGB, tomó posesión de la prisión de la Gestapo y la empleó hasta los años 1980 para detener e interrogar a curas que se negaban a aceptar el acoso contra el clero y los creyentes.
Fue el caso de Sigitas Tamkevicius, en la actualidad arzobispo octogenario. Detenido en 1983, fue duramente interrogado por los agentes del KGB, que querían interrumpir a toda costa la redacción y difusión de un boletín clandestino sobre las persecuciones de los católicos, "Crónica", que circulaba de contrabando en Occidente y era leído por las emisoras de radio que emitían desde el extranjero.
Tras el homenaje a las víctimas del gueto, el papa se trasladó este domingo a la celda de monseñor Tamkevicius en la antigua prisión, hoy transformada en museo.