El papa Francisco denunció "las trampas" de "la cultura de la apariencia" en la celebración del miércoles de ceniza, primer día de Cuaresma, el periodo de 40 días antes de Pascua en el que se llama a los católicos al ayuno y la abstinencia.
"Las realidades terrenales se desvanecen, como el polvo en el viento. Los bienes son pasajeros, el poder pasa, el éxito termina", subrayó el papa en una homilía pronunciada en la basílica dominicana de Santa Sabina, en la colina del Aventino, en Roma, adonde acudió en procesión.
"La cultura de la apariencia, hoy dominante, que nos lleva a vivir por las cosas que pasan, es un gran engaño", agregó. "La apariencia exterior, el dinero, la carrera, los pasatiempos: si vivimos para ellos, se convertirán en ídolos que nos utilizarán, sirenas que nos encantarán y luego nos enviarán a la deriva", insistió el papa, para quien la Cuaresma es, precisamente, "es un tiempo de gracia para liberar el corazón de las vanidades".
A continuación, el papa procedió al rito tradicional de imponer las cenizas, trazando una cruz en la cabeza de los fieles, símbolo de la condición efímera de la vida humana.
Mientras que el Ramadán es muy practicado por los musulmanes, los cristianos, sobre todo en Occidente, no le dan la misma prioridad a la Cuaresma, de la que subsisten, sobre todo, las celebraciones festivas del carnaval, justo antes de ese periodo.
La Cuaresma, instituida en el siglo IV en conmemoración de los cuarenta días de ayuno de Jesucristo por el desierto, fue muy seguida en otros periodos de la historia de la Iglesia.