LAS negociaciones sobre un acuerdo comercial posbrexit entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE) proseguirán hoy, tras el complicado pulso mantenido el fin de semana sobre los derechos de pesca, que bloquea cualquier perspectiva de un acuerdo a solo once días de la salida definitiva.
Esta ampliación es sin duda una señal de que, en este largo pulso, nadie se dispone a arrojar primero la toalla para no cargar con la pesada responsabilidad de un costoso fracaso.
Esta decisión se produjo a pesar de que el Parlamento Europeo había advertido ayer que considera agotados los plazos para poder ratificar, antes de que termine el año, un posible acuerdo bilateral definitivo con Reino Unido.
"Acabamos de saber que hoy no habrá acuerdo. Por consiguiente, el Parlamento Europeo no está en posición de garantizar la ratificación de un acuerdo este año", afirmó el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo, David McAllister.
McAllister reconoce las "negociaciones intensivas" de la última semana, pero "aún no hay claridad sobre si se logrará o no un acuerdo sobre la relación futura de Reino Unido y la UE".
El Parlamento Europeo había mostrado su disposición para convocar una sesión extraordinaria para ratificar lo pactado y había dado de plazo hasta la medianoche ayer. El objetivo de los eurodiputados era disponer de un tiempo mínimo para examinar y ratificar un hipotético tratado y que pueda entrar en vigor el 1 de enero.
Como es sabido el negociador jefe de la Unión Europea para el Brexit, Michel Barnier, y su par británico, David Frost, mantuvieron ayer otra reunión para intentar cerrar un acuerdo, pero tras el encuentro fuentes de ambas partes informaron que los contactos continuarán hoy.
El acuerdo provisional alcanzado entre las partes expira el 31 de diciembre, por lo que, si no se logra y ratifica un pacto para la relación comercial bilateral antes de esa fecha, se instaurarán aduanas y controles más duros entre Reino Unido y la UE.
Ante este panorama un pacto alcanzado in extremis podría entrar en vigor de forma provisional, una opción con la que parece que están de acuerdo los países miembros, con una ratificación posterior del Parlamento Europeo. Pero según varias fuentes europeas, tal escenario solo es técnicamente posible si se alcanza un compromiso antes de Navidad, sin el cual una ruptura sin acuerdo parece, al menos por unos días, inevitable.
La soberanía
Frente al álgido tema del ingreso de buques pesqueros europeos a las ricas aguas territoriales británicas, los europeos supeditan el acceso sin derechos de aduana ni cuotas a su inmenso mercado a un acuerdo que les permita, en condiciones prácticamente como las actuales.
Para varios países europeos, como Francia y Holanda, la pesca tiene una gran importancia política y social, pese a que representa un peso económico pequeño. Del lado británico, el control de sus aguas simboliza la recuperación de la soberanía gracias al Brexit.
En el centro del debate están los alrededor de 800 millones de dólares en pesca capturados cada año por las flotas europeas en aguas británicas y la duración del periodo que permitiría a los pescadores europeos adaptarse a las nuevas condiciones. Para los británicos, los productos de pesca en aguas europeas representan tan sólo alrededor de 135 millones de dólares.
La disputa radica en que mientras Bruselas propone renunciar a cerca del 20% de los 650 millones de euros en un periodo de siete años, los británicos reivindican 60% en un plazo de adaptación de tres años.
Y, a pesar de que "la UE ha indicado claramente este fin de semana que está dispuesta a hacer concesiones”, aseguró que “no aceptará llevar a sus pescadores a una situación de quiebra estructural".
Sobre las otras cuestiones que bloqueaban las negociaciones, las normas de competición y el futuro mecanismo de solución de controversias, las posiciones se han ido acercando en esta última semana.
La UE exige garantías de Londres para proteger a su mercado de una economía británica sin regulación que no respetaría las normas medioambientales, sociales, fiscales o su estricto régimen de ayudas públicas.
Negociaciones continuarán pese a ultimátum
La nueva jornada para intentar resolver las diferencias fue justificado por Barnier, quien aseguró que Bruselas sigue comprometida con un acuerdo "justo y equilibrado" con Londres en un "momento crucial" de las negociaciones.
"Respetamos la soberanía de Reino Unido y esperamos lo mismo de ellos… la UE sigue comprometida con un acuerdo justo, recíproco y equilibrado" aseguró.
En este sentido, Barnier agregó que tanto Bruselas como Londres "deben tener el derecho de imponer leyes y su control en sus propias aguas, y deberían ser capaces de actuar cuando nuestros intereses están en juego".
Por su parte el Gobierno británico solicitó a Bruselas que presente un "cambio sustancial" de su postura de cara a las últimas horas de negociaciones.
Fuentes del Gobierno británico se han mostrado muy pesimistas sobre la posibilidad de un acuerdo en el último minuto al punto que el ministro de sanidad británico, Matt Hancock acusó a la UE de mantener sus "demandas poco razonables" y agregó que “más vale prepararnos para un periodo 'sin acuerdo', regulado por medidas de emergencia".
Por otra parte, las interminables negociaciones se ven ahora empañadas por el hecho de que la pandemia acapara la atención de los británicos considerando que el gobierno acaba de anunciar el reconfinamiento de varias zonas del país para atajar un repunte de los contagios debido a una nueva cepa y varios países del mundo, incluido Bélgica, donde se llevan a cabo las tratativas, anunciaron que suspendía los vuelos y trenes procedentes del Reino Unido.
Ante esta situación el gobierno británico anunció que mantendrá una reunión de crisis hoy. "El primer ministro dirigirá mañana una reunión… para discutir de la situación sobre los desplazamientos internacionales y en particular el flujo regular de transporte de carga desde y hacia Reino Unido", declaró un portavoz de la oficina de Boris Johnson.
Francia, en particular, suspende a partir del domingo a medianoche y durante 48 horas todos los desplazamientos de personas, "incluido los relacionados con los transportes de mercancías, por carretera, vía aérea, marítima o ferroviaria, procedentes del Reino Unido".
Inmediatamente, el puerto inglés de Dover, que comunica principalmente con Francia, anunció que cerraba al tráfico saliente "hasta nueva orden".
Los puertos ingleses experimentan actualmente un tráfico masivo, que llega a causar retrasos y atascos en las carreteras que conducen a ellos, pues numerosas empresas están almacenando con vistas a la posible salida abrupta.