Theresa May no puede volver a presentar a votación en el Parlamento "el mismo" acuerdo de Brexit que fue rechazado, dictó el lunes el presidente de los Comunes, frustrando los planes de la primera ministra a 11 días de la fecha fatídica de salida de la Unión Europea.
Según una larga tradición parlamentaria, "el gobierno no puede legítimamente volver a someter a la cámara la misma propuesta o sustancialmente la misma propuesta que la semana pasada fue rechazada por 149 votos", afirmó el presidente John Bercow ante la perspectiva de "una tercera o incluso una cuarta" votación del texto.
Así, para que los diputados vuelvan a votar sobre la cuestión, May debe presentar algo "sustancialmente" diferente, subrayó.
Cuando se acerca peligrosamente el 29 de marzo, día en que Reino Unido debe abandonar la Unión Europea, la jefa de gobierno querría volver a someter esta semana el mismo texto a los diputados, que ya lo tumbaron estrepitosamente dos veces, a mediados de enero y el pasado martes.
Y el lunes, amenazando con un "largo" aplazamiento que puede ser fatal para el proceso, seguía luchando por obtener el apoyo de los diputados euroescépticos cuando llegó la decisión de Bercow, que dio así un nuevo giro teatral a un drama político que parece no tener fin.
En una atmósfera de total improvisación, May buscaba organizar una nueva votación el miércoles a más tardar para llevar su resultado a la cumbre europea que el jueves y el viernes se celebra en Bruselas.
Ahora, no tendrá materialmente tiempo de agregar nada nuevo como hizo la última vez, cuando se sacó in extremis de la chistera unas "garantías legalmente vinculantes" de Bruselas para "mejorar" el acuerdo que había sido rechazado en enero.
Y los líderes europeos, manifiestamente frustrados con este surrealista bloqueo que atribuyen a la política interna británica, ya advirtieron que no están dispuestos a reabrir la negociación de un acuerdo que consideran "el mejor posible, el único posible".
- Pedir un aplazamiento -
El Parlamento había descartado el pasado miércoles la posibilidad de que el país salga brutalmente de la UE sin un acuerdo dentro de 11 días. Y May había puesto sus esperanzas de éxito esta semana en la presión que eso ejercía sobre los más duros partidarios del Brexit.
"Un Brexit sin acuerdo es mejor que un mal acuerdo, pero un mal acuerdo es mejor que quedarse en la Unión Europea", reconoció el lunes por la mañana a la radio LBC el conservador Jacob Ress-Mogg, jefe de filas del principal grupo euroescéptico en el Parlamento.
Por el contrario, el excanciller Boris Johnson, uno de los principales rivales de May, había llamado a pedir nuevas concesiones, ignorando el insistente mensaje de la UE sobre la imposibilidad de más negociaciones.
"Hay una cumbre europea esta semana. No es demasiado tarde para aportar verdaderos cambios (...) sería absurdo intentar celebrar la votación antes de que se haya intentado" conseguir algo nuevo, escribió en su columna semanal en portada del Daily Telegraph.
May advirtió la semana pasada que si no lograba la aprobación del texto antes de la cumbre europea, los diputados, que el jueves votaron a favor de pedir una prórroga, debían prepararse para un largo aplazamiento de la fecha de salida de la UE.
Pero Bruselas ya advirtió que para aprobarlo, los 27 necesitan conocer cuánto tiempo adicional quiere Reino Unido y para qué.
Hasta la decisión de Bercow, también los responsables europeos habían esperado que el Parlamento británico aprobase el texto esta semana.
Sería "lo ideal", dijo el ministro español de Relaciones Exteriores, Josep Borrell, al llegar a una reunión de cancilleres en Bruselas". "De lo contrario, mucho me temo que esto se va a alargar más de la cuenta", afirmó.
Sumando tensión a la incertidumbre reinante, un alto responsable europeo afirmó que técnicamente Londres podría presentar un solicitud de aplazamiento hasta "una hora antes" del Brexit, previsto a las 11h00 GMT del 29 de marzo.