Gobernar con mayoría simple en el Congreso o negociar alianzas son moneda corriente en gran parte de las democracias y aunque Francia no es la excepción, el panorama es más complicado allí por ser un país acostumbrado a hacerlo con mayorías absolutas.
Calificado como un “quebradero de cabeza” por algunos analistas y un reto al poder de convencimiento del mandatario galo por otros, esa es la situación que desde hoy enfrenta el repitente en el Elíseo.
La nueva Asamblea Nacional (cámara baja) se instala este martes y los diferentes diputados deben comunicar si se inscriben como oposición o apoyan al gobierno, un primer indicador más no definitivo para Macron sobre la relación de fuerzas.
Sin embargo, los políticos franceses tendrán una semana para decidir sus posturas de cara a la formación de posibles alianzas y de allí el encargo que Macron hizo a su primera ministra, Élizabeth Borne de agilizar las consultas.
Y aunque la incertidumbre es creciente, también lo es que la posibilidad de que Macron logre atraer aliados en el Parlamento para sacar avante su proyecto reformista, clave para seguir con la recuperación económica y mantener el protagonismo del país en la geopolítica mundial porque, como se sabe, bajo su primer gobierno se convirtió en el eje de las decisiones de la Unión Europea y, bajo la presidencia que ejerce del colectivo comunitario ha sido factor en impulsar el frente unido occidental contra Rusia por la invasión militar a Ucrania.
Macron II cuenta con 245 diputados de la coalición “Juntos”, 44 menos de la mayoría absoluta en el Congreso. Y por ello deberá tejer alianzas o encontrar “mayoría de ideas” para sacar avante sus proyectos en la Asamblea que, de esta forma se convierte en el centro del ‘juego’ político, situación inédita en la historia de la Quinta República.
El partido Los Republicanos, el más afín ideológicamente tanto a “La Republica en marcha”, el partido del mandatario reelecto como los de los otros miembros de la coalición de centro, logró 61 escaños y, de allí, que tengan la llave para asegurar la gobernabilidad.
Éstos junto con la derechista UDI (tres escaños) han expresado que no servirán de “muleta al gobierno", en palabras de su presidente parlamentario Olivier Marleix, pero no descartaron apoyos puntuales, es decir, alinearse con Juntos según el proyecto que se presente.
La cohabitación con la que soñaba el líder de izquierda, Jean Luc Mélenchon, quien para las dos rondas de las elecciones legislativas logró una alianza inédita de ese espectro político (ecologistas, comunistas y socialistas), la Nupes está descartada ya que obtuvieron 131 asientos en el Parlamento y aunque podría buscar apoyos de los pequeños partidos, la suma no le da la mayoría absoluta.
La extrema derecha, representada por la tres veces derrotada Marine Le Pen, tuvo un inesperado repunte y se hizo a 89 curules, resultado que ni siquiera ella esperaba. Tras ello, prometió una oposición "firme, responsable y respetuosa con las instituciones", además de "constructiva". Y, para concentrarse en el liderazgo parlamentario, la experta política renunció a la presidencia de su partido, Agrupación Nacional.
En esa variopinta conformación parlamentaria, el reelecto presidente hace un trabajo de filigrana política no sólo con los conservadores (Los Republicanos) sino con los moderados de izquierda.
Su primera ministra Élisabeth Borne negocia en paralelo la formación de un "nuevo gobierno de acción". El mandatario le pidió un informe a su regreso este jueves de las cumbres del G7 (se realiza en Alemania) y de la OTAN, que tendrá lugar este miércoles.
"A mi regreso la primera ministra me presentará propuestas para una hoja de ruta del gobierno de Francia en los próximos meses y años, y también para la composición de un nuevo gobierno de acción al servicio de Francia que pondremos en marcha en los primeros días de julio", sostuvo el sábado el presidente Macron a la AFP.
Agregó que a este gobierno podrían sumarse representantes de fuerzas políticas dispuestas a cooperar con la mayoría, pero subrayó que estos debates se desarrollarán en el "marco del proyecto presidencial y del de la mayoría presidencial, que podrá ser modificado o enriquecido".
La línea roja es no aumentar "ni los impuestos ni la deuda".
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Borne aseguró que ya contaban con 252 diputados, pero sigue estando lejos de lo requerido para un Ejecutivo sin sobresaltos.
Pero ¿por qué se vive hoy en Francia esta incertidumbre política
La Constitución de 1958, impulsada por el general Charles de Gaulle, redujo el poder del Parlamento y reforzó los poderes del ejecutivo -jefe de Estado y gobierno- para pasar página de décadas de inestabilidad gubernamental.
Desde entonces, los diferentes presidentes contaron con una mayoría absoluta a favor o en contra -obligándolos a "cohabitar" con un gobierno de distinto color político-. La única mayoría simple fue de 1988 a 1993.
Macron se convirtió en abril en el primer presidente reelecto en Francia en dos décadas y todo apunta, salvado que los pronunciamientos de bancada sean hoy diferentes, que contará en su segundo mandato con una mayoría simple, lo que complicará su gobernabilidad.
"En Francia, no hay una cultura de construir consensos, contrariamente a Alemania, a los países con un régimen parlamentario", sostiene Gaspard Estrada, experto en campañas electorales en la universidad Sciences Po París.
El poder adquisitivo, como prueba
Este martes en la instalación parlamentaria podría darse otro hecho inédito: la elección de una mujer en su presidencia, que sería la exministra centrista Yaël Braun-Pivet.
Tras ello será la primera ocasión para medir las fuerzas del presidente. Y el tema a debatir es de vital importancia: la ley de apoyo al poder adquisitivo, una nueva serie de medidas que el gobierno busca presentar en julio para frenar la inflación, estimada en 5,5% para 2022 e impulsada por la guerra en Ucrania.
Los Republicanos, por boca de su líder Marleix, anticiparon tanto su apoyo a la iniciativa como que serán “exigentes” sobre la cuestión de la financiación. Sin embargo fue enfático en señalar que “haremos todo lo posible para converger con el gobierno”.
Según un documento consultado por la AFP, el gobierno propondrá un aumento del 4% de varias ayudas sociales para luchar contra la inflación, cuyo costo sería de "8.000 millones de euros" (8.450 millones de dólares) para abril de 2023.
La izquierda se dispone por su parte a presentar "una gran ley de urgencia social", aunque el ministro de Economía, Bruno Le Maire, advirtió que "no todo es posible", ya que las finanzas públicas alcanzaron su "nivel de alerta".
Si Francia se instala en el bloqueo político, el presidente puede disolver la Asamblea y convocar elecciones anticipadas, un "riesgo político grande", para el experto de Sciences Po, con una izquierda unida y una ultraderecha en auge.
Ese es un escenario pedaleado por el izquierdista Mélenchon pero que el resto de los partidos ni los franceses quieren, pese a que una gran parte de estos últimos consideran positivo que el oficialismo perdiera su mayoría absoluta porque estiman que habrá un mejor control político.
Es mucho más factible que Macron y sus aliados de centro unan fuerzas para sacar adelante sus proyectos y regulaciones, ya sea mediante la formación de una coalición de gobierno, lo que le implicaría entregar algunas carteras) o recabando los votos necesarios en cada ocasión, lo que podría llevar a una alianza intermitente con Los Republicanos.
Como se ve, con tres fuerzas políticas que se neutralizan mutuamente, la nueva configuración de la Asamblea Nacional no tiene precedentes. Según Arnaud Benedetti, profesor asociado en París-Sorbona y director de la 'Revue politique et parlementaire', el Ejecutivo sólo dispondrá de mayoría absoluta de dos maneras: "Será en función de los textos que se debatan en la Asamblea Nacional, o mediante una coalición con otras fuerzas políticas clave".