Arabia Saudita, primer exportador mundial de petróleo, intentaba este domingo reparar sus instalaciones petroleras, dañadas la víspera por un ataque con drones, que obligaron al reino a reducir su producción de crudo a la mitad.
Los rebeldes hutíes chiitas de Yemen, apoyados por Irán y que enfrentan desde hace cinco años una coalición militar liderada por Riad, reivindicaron estos ataques contra instalaciones del gigante estatal Aramco.
Teherán rechazó por su parte las acusaciones del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, en un contexto de fuertes tensiones entre los dos rivales.
No hay ninguna prueba de que el "ataque sin precedentes contra el suministro mundial de energía" venga de Yemen, comentó el sábado Pompeo.
"Estados Unidos trabajará con sus socios y aliados para garantizar el suministro de los mercados energéticos y para que Irán rinda cuentas de su agresión", añadió.
Para Irán, se trata de acusaciones "insensatas" e "incomprensibles", según declaró este domingo el portavoz de su ministerio de Relaciones Exteriores, Abas Musavi.
Según éste, estas afirmaciones tienen por objetivo justificar "futuras acciones" contra Irán.
El príncipe heredero saudita, Mohamed bin Salmán, cuyo país es el gran rival regional de Irán, aseguró que Riad "quiere y puede" responder a esta "agresión terrorista".
Pero las represalias directas son "muy poco probables", según el experto en Oriente Medio de la S. Rajaratnam School, James Dorsey.
"Los sauditas no quieren un conflicto abierto con Irán (...) Querrían que otros lucharan en su lugar, pero los otros son reticentes", dijo a la AFP.
- Nerviosismo en los mercados -
Arabia se centraba este domingo en restablecer la producción en sus instalaciones, mientras la Bolsa de Riad abría los intercambios de la semana con una caída del 3%.
Las explosiones del sábado causaron incendios en la planta de Abqaiq, la mayor en el mundo dedicada al tratamiento del petróleo, y en Jurais, donde hay un gran campo petrolero.
El portavoz del ministerio de Interior saudita, general Mansur Al Turki, declaró a la AFP que los ataques no habían causado ninguna víctima.
Los rebeldes hutíes han atacado en múltiples ocasiones la infraestructura energética saudita.
Pero esta vez las consecuencias han sido de otra envergadura: han causado una reducción brutal de la producción de 5,7 millones de barriles por día (b/d), es decir, alrededor de un 6% del suministro mundial.
Esta disminución de la producción podría hacer tambalear la confianza de los inversores en Aramco, gigante petrolero que prepara su entrada a bolsa.
El gobierno saudita quiere situar en el mercado bursátil alrededor de un 5% de su petrolera estatal en 2020 o 2021 y captar unos 100.000 millones de dólares, en lo que podría convertirse la mayor salida a bolsa de la historia.
Con los mercados atentos a la capacidad de Arabia Saudita para frenar los efectos del ataque, el presidente de Aramco, Amin Naser, declaró que se estaban llevando a cabo las "obras" para restablecer toda la producción.
El príncipe Abdulaziz bin Salmán, nombrado recientemente ministro de Energía, aseguró por su parte que la reducción sería compensada con las reservas.
Riad construyó cinco gigantescas instalaciones de reservas subterráneas en todo el país para poder almacenar decenas de millones de barriles de los diferentes productos petroleros refinados.
En una entrevista telefónica entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el príncipe heredero, la Casa Blanca condenó los ataques contra "infraestructuras vitales para la economía mundial".
El emisario de la ONU para Yemen, Martin Griffiths, se declaró "extremadamente preocupado por los ataques", que fueron rápidamente condenados por Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Kuwait, aliados de Riad.