Países del Grupo de Lima rechazaron cualquier "intervención militar" o "uso de la fuerza en Venezuela", luego de las declaraciones del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, que no descartó esa opción.
11 de los 14 países que integran el grupo "expresaron su preocupación y su rechazo a cualquier curso de acción o declaración que implique una intervención militar o ejercicio de la violencia, amenaza o uso de la fuerza en Venezuela", según un comunicado divulgado por la Cancillería brasileña.
La misiva está refrendada por Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía.
El Grupo de Lima, creado en 2017 para colaborar a resolver la crisis venezolana, también está integrado por Canadá, Colombia y Guyana.
El viernes Almagro dijo que no se debe descartar "una intervención militar" en Venezuela para "derrocar" al gobierno de Maduro, al que responsabiliza de provocar una crisis humanitaria y migratoria.
Los 11 países del Grupo de Lima reafirmaron a su vez su compromiso para "la restauración de la democracia en Venezuela y superar la grave crisis (...) a través de una salida pacífica y negociada".
Finalmente exhortaron al gobierno de Nicolás Maduro a "poner fin a las violaciones a los derechos humanos, liberar a los presos políticos, respetar la autonomía de los poderes".
Venezuela está sumida en una profunda crisis económica que ha provocado que 2.3 millones de personas salieran desde 2014 del país petrolero, según la ONU.
Auxilio chino
El sábado, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró que en su visita a China logró "compromisos de financiamiento" para el aumento de la producción petrolera, que ha caído a su nivel más bajo en tres décadas.
"Hay compromisos de financiamiento para el crecimiento de la producción petrolera, el crecimiento de la producción de oro e inversión en más de 500 proyectos de desarrollo dentro de Venezuela", dijo Maduro desde China a la televisora estatal venezolana VTV.
El mandatario se encuentra desde el pasado jueves en Pekín donde firmó acuerdos comerciales. Fue recibido con honores militares por el mandatario chino, Xi Jinping, y acudió a reuniones en el Banco de Desarrollo de China y la Corporación Nacional de Petróleo de China.
El gigante asiático tiene fuertes inversiones en petróleo y es el principal acreedor de Caracas, que ha recibido préstamos chinos por unos 50.000 millones de dólares en la última década, pagaderos principalmente con crudo.
Venezuela adeuda aún unos 20.000 millones de dólares, cuyas condiciones de pago se flexibilizaron en 2016.
Maduro no precisó si se discutió sobre esa deuda y tampoco mencionó que China le haya ofrecido un nuevo crédito de 5.000 millones de dólares.
Según información extraoficial citada por la consultora venezolana Ecoanalítica, existía la posibilidad de que China concediera a Venezuela un crédito de 5.000 millones de dólares y la ampliación por seis meses del período de gracia para el servicio de la deuda.
Venezuela -con reservas internacionales de apenas 8.300 millones de dólares- y su estatal petrolera PDVSA fueron declaradas en default parcial en 2017 por el impago de bonos de deuda.
El viernes, el mandatario firmó en Pekín acuerdos energéticos y mineros según dijo por varios miles de millones de dólares.
El mandatario socialista afirmó que también presentó a China el programa de recuperación económica que implementa su gobierno desde el 20 de agosto y que contempla la subida del salario mínimo en 3.400%, la devaluación de la moneda en 96%, y el alza de impuestos y del costo de la gasolina, la más barata del mundo.
Venezuela, donde el crudo representa 96% de los ingresos, enfrenta una abrupta caída de su producción con 1,4 millones de barriles diarios en agosto, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Se trata del nivel más bajo en tres décadas, lo que ha agudizado la crisis económica, con escasez de alimentos y medicinas y una hiperinflación que podría superar 1.000.000% este año, según el FMI