Después de seis meses de una escolaridad interrumpida o fuertemente perturbada, millones de alumnos en Francia, Bélgica y Gran Bretaña volvieron a las escuelas, reorganizadas para evitar la propagación del Covid-19.
Se trata de todo un desafío para las autoridades. Los niños que volvieron a sus centros escolares no se encontraron con la escuela de "antes", dadas las medidas sanitarias excepcionales que rodean el regreso.
Entre ellas, alumnos por clase a menudo reducidos, cursos acortados, mascarillas obligatorias a partir de los 11 o 12 años o incluso desde más pequeños como en España. Las autoridades quieren evitar a toda costa que las escuelas se conviertan en focos de la enfermedad.
En el Reino Unido, se desaconseja a los padres de los alumnos permanecer durante mucho tiempo en el establecimiento. En Londres, la compañía de transportes dispuso autobuses especiales para transportar a los alumnos.
Bélgica, de 11,5 millones de habitantes, tiene uno de los niveles más altos de letalidad de Covid-19 en el mundo en relación con la población.
Por ello ha previsto estrictas medidas para evitar los eventuales contagios, como la obligación de limitar a cinco personas fuera del hogar "los contactos sociales cercanos" (posibles a menos de 1,5 metros sin mascarilla) hasta el 1 de octubre.
En España, donde la vuelta al cole se escalona del 4 al 15 de septiembre, dependiendo de las regiones, será obligatoria la mascarilla para los mayores de seis años, todo el tiempo.
En Francia, tras casi seis meses de cierre, 12,4 millones de alumnos de todos los niveles volvieron a clase, "en el respeto de las prescripciones emitidas por las autoridades sanitarias", como la mascarilla obligatoria para los profesores y los alumnos a partir de 11 años, incluso en el exterior del centro.
El ministro francés de Educación, Jean-Michel Blanquer, considera que el nuevo protocolo sanitario es "simple y claro", pero algunos profesores lamentan que haya "puntos de interrogación" en cuanto a la organización en los comedores o en los patios de recreo.
El ministro agregó que el regreso a clases presenciales es una prioridad para el gobierno francés, que busca mitigar las desigualdades educativas que se plasmaron durante los meses de confinamiento y las clases a distancia, de las que la Unesco emitió ayer una advertencia en la que aseguró que solamente uno de cada tres alumnos en el mundo, sobre un total de 1.500 millones, volverá a su escuela al final del verano boreal, y que los otros permanecerán "sin colegio" o "en la incertidumbre" vinculada a una educación total o parcial a distancia.
"Debemos seguir viviendo. Hoy, la juventud debe ser nuestra prioridad absoluta", declaró el ministro, quien prometió que el regreso a clases será "lo más normal posible" agregó Blanquer.
"¡Nos hizo mucha falta! los amigos, las clases... ¡hasta los profesores!", señala Anaïd, de 13 años, con la nariz y boca cubiertas por una mascarilla, obligatoria para los alumnos mayores de 11 años durante toda la jornada escolar salvo a la hora del comedor, mientas saluda a sus amigas con un golpe de codo o un apretón de pies.
Para evitar aglomeraciones, los colegios escalonaron el horario de ingreso de los alumnos. Al cruzar la puerta, todos debían lavarse las manos, un gesto que deberán repetir varias veces al día.
Dentro, se colocaron flechas adhesivas de circulación en el suelo, en varios colores, para evitar los cruces. "Tuvieron pocos días y pocos medios para adaptar los protocolos, pero me parece que han hecho un buen trabajo, sobre todo para tranquilizar a los padres", estima la madre de dos niños de 7 y 9 años.
Pese a las risas que vuelven a inundar los patios de las escuelas y a la alegría que se adivina a través de los gestos de los niños, las autoridades no excluyen que algunos establecimientos deban cerrar en las próximas semanas, en caso de que se detecten contagios.