Abrams y el viceministro Riabkov conversarán en Roma. Se desconoce la agenda. Citgo y sanciones, serían centrales en las conversaciones
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ESTE MARTES, tras su llegada a Roma, el encargado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliot Abrams, empiezan las conversaciones bilaterales con el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, para hablar sobre la crítica situación económica, política y social de la nación petrolera.
Es la primera vez, desde que se ha agudizado la crisis, que enviados de Washington buscan acercamientos con Moscú, el aliado más fuerte del régimen de Nicolás Maduro después de Cuba. Las tratativas, de las que se conoce poco, salvo un comunicado que dice que se tocará “la situación cada vez más deteriorada en Venezuela”, pueden ser el abrebocas para destrabar la compleja situación política del vecino país.
Como lo han dicho numerosos expertos, es cierto que el diálogo para buscar una salida democrática en Miraflores no solo implica que oposición y oficialismo se acerquen, sino que, también, requiere que los mayores aliados de ambas partes hablen sobre las condiciones para una posible transición o los problemas para que esta se dé.
Precisamente, Moscú ha manifestado los últimos días que la actuación de Washington en los organismos multilaterales y su apoyo al presidente interino, Juan Guaidó, ha representado un acto “de injerencia” en los asuntos internos de Venezuela.
Para Estados Unidos, sin embargo, Rusia ha sido uno de los promotores de la crisis venezolana porque “está torpedeando los sueños y esperanzas democráticas del pueblo venezolano”. “Moscú, como La Habana, sigue proporcionando cobertura política al régimen de Maduro mientras presiona a otros países para que ignoren la legitimidad democrática del presidente interino Guaidó”, ha dicho Mike Pompeo, unos días antes del encuentro en Roma.
En todo caso el encuentro entre Abrams y Riabkov resulta un paso determinante para encontrar una salida negociada en Venezuela. A pesar de las claras diferencias geopolíticas entre Trump y Putin, parece crucial esta reunión para, como explica Dmitry Rozental a la revista Nezavisimaya Gazeta, director adjunto del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias de Rusia, encontrar “una agenda humanitaria común. Rusia y los Estados Unidos pueden presentar una propuesta de paz para que el conflicto político no se convierta en uno militar”.
Compra pese a sanciones
La agudización de las sanciones en contra de Caracas ha hecho que el régimen de Nicolás Maduro se apoye en sus aliados, como Rusia, Turquía, Irán y Cuba. En el caso del primero, Washington ha denunciado que la petrolera Rosneft (la estatal más grande del mundo) “sigue comprando cargamentos de petróleo crudo de Pdvsa”, la principal fuente de divisas para las arcas del Estado venezolano y sujeta a sanciones de Estados Unidos.
Era obvio que ante las sanciones Maduro intentara financiar su régimen buscando otros posibles receptores de crudo que reemplazaran a Estados Unidos su, hasta hace dos meses, principal comprador. Así lo dio a entender el ministro de Petróleo del oficialismo y presidente de Pdvsa, Manuel Quevedo, quien dijo ante los países de la OPEP que el régimen de Maduro está buscando otros compradores y explicó que la producción de crudo se vio afectado por el apagón. “Los contratos se están cumpliendo”, señaló y agregó: “Podemos enviar a Rusia u otros clientes el petróleo que ha sido asignado para Estados Unidos”.
Las sanciones de Estados Unidos contra Caracas han hecho que el crudo pase por un momento de escasez en los mercados internacionales. Según la OPEP, los precios han aumentado al menos 20% en los mercados internacionales, teniendo implicaciones en el costo de la gasolina. El organismo ha dicho que existe una “responsabilidad compartida de todos los países productores para evitar el retorno de los desequilibrios” en el mercado.
Sanciones y Rosneft
En enero, tras la autoproclamación de Juan Guaidó ante miles de personas en una avenida céntrica de Caracas, el asesor de seguridad de la Casa Blanca, John Bolton, anunció sanciones contra la estatal petrolera. Ellas contemplaron el congelamientos de unos 7.000 millones de dólares en activos de su subsidiaria en Estados Unidos, Citgo, y la pérdida de aproximadamente 11.000 millones de dólares en los próximos años. El gobierno de Maduro catalogó la medida como “un robo descarado” y declaró que la refinería de propiedad venezolana estaba valorada por un costo mucho más alto.
La presencia rusa en Citgo ha sido ampliamente documentada, de ahí que Moscú busque proteger uno de los principales bienes que tiene en Venezuela. En 2017, como conoció The Wall Street Journal, el gobierno de Nicolás Maduro presentó como garantía de pago a los préstamos hechos por Rusia el 49,9% de su capital en Citgo Petróleo Corp., compañía subsidiaria de la petrolera venezolana, que tiene tres refinerías y una “red de terminales y tuberías que atraviesa 24 estados”.
En ese entonces Jeff Duncan y Albio Sires, senadores Republicanos que enviaron una carta al secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, alertando sobre los posibles efectos perjudiciales para Washington, escribieron que un incumplimiento de Venezuela en el pago del préstamo a Rosneft, “daría a los rusos más control sobre los precios del petróleo y el gas en todo el mundo, inhibir la seguridad energética de EE.UU. y socavar los más amplios esfuerzos geopolíticos de EE.UU”.
Los préstamos de Rosneft a la estatal petrolera venezolana vienen de tiempo atrás, pero incrementaron durante el mandato de Maduro. Uno de los acuerdos entre ambos países fue por US$1.5 billones que Rosneft le prestó a la Corporación Venezolana de Petróleo (CVP), filial de Pdvsa.
A los pocos meses de haberse posesionado Maduro, Rosneft invirtió en los campos del estado de Carabobo y en la cuenca del Orinoco, decisión que ya había sido anunciada por el anterior gobierno. Para adquirir los derechos de explotación, la petrolera rusa acordó el pago de un bono de 1.1 billones de dólares que serían cancelados en dos plazos, según The Wall Street Journal.
La reunión de hoy, que probablemente se extenderá hasta el miércoles, posiblemente empezará a fijar los términos bajo los cuales se le reconoce a Rusia una empresa que debido a incumplimientos de Caracas ha terminado progresivamente en su poder. Al final Putin, un capitalista neoconservador, necesita dinero, ante la crisis económica que enfrenta a su país.