El nuevo coronavirus se ha cobrado la vida de más de 760.000 personas en todo el planeta y más de 21 millones se han contagiado.
En especial, ha golpeado a América Latina y el Caribe, la región que suma más contagios que ninguna otra con 5,9 millones, y que también lamenta la mayor cifra de decesos, con un total de 235.339.
Mientras los países atraviesan todavía la primera ola de Covid-19 con restricciones, como Argentina que extendió sus medidas preventivas hasta el 31 de agosto, Europa sufre un retroceso en su flexibilización.
El uso de mascarilla ya es obligatorio en el exterior en algunas ciudades de Europa, y España decretó ayer la prohibición de fumar en la calle, salvo si se puede mantener la distancia de seguridad de dos metros, una medida que ya estaba en vigor en las regiones de Galicia y Canarias.
También se volverán a cerrar discotecas, bares nocturnos y salones de bailes. Los restaurantes y otros bares deberán cerrar a la una de la mañana y no podrán recibir más clientes pasada medianoche.
España, uno de los más golpeados del mundo por la pandemia (28.500 fallecidos y casi 330.00 casos), atraviesa un repunte alarmante de nuevas infecciones, con 3.000 nuevos contagios en 24 horas.
De su lado, ante la amenaza de una segunda ola en su territorio, el gobierno británico decidió reimponer a partir del sábado 14 días de cuarentena a los viajeros procedentes de Francia, Holanda y Malta, poco menos de un mes después de haberles eximido. La medida sigue vigente para España, Bélgica, Andorra y Bahamas.
La pandemia deja además dramáticas consecuencias económicas, como lo muestra la recesión en Polonia por primera vez desde el comunismo y caídas históricas del PIB en Holanda, Hungría, Bulgaria y Rumania.
El número de casos ha ido en aumento en Europa en las últimas semanas pero, al menos por ahora, no trepa a ese ritmo el número de fallecidos, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El continente acumula 209.728 muertes, detrás de América Latina y el Caribe.
El gobierno de Estados Unidos, todavía el país con las cifras más críticas (más de 167.200 muertos y más de 5,2 millones de casos), informó que mantendrá las restricciones para los viajes no esenciales en sus fronteras con México y Canadá hasta el 21 de septiembre.
Detrás de la trágica marcha de la potencia económica sigue Brasil, con 105.463 muertos y más de 3,2 millones de casos. Allí, pese a todo, la popularidad del presidente Jair Bolsonaro, quien menospreció el Covid-19 y luego lo contrajo, registra sus mejores índices desde su llegada al poder, con una fuerte aprobación entre beneficiarios de ayudas para enfrentar la pandemia.
Un sondeo de Datafolha mostró que el índice de aprobación del mandatario ultraderechista subió desde junio cinco puntos porcentuales, de 32% a 37%, y el de rechazo cayó diez, de 44% a 34%.
En tanto, Argentina decidió extender su aislamiento social que ya lleva 148 días hasta el 30 de agosto, con alguna flexibilidad en Buenos Aires y más rigor en provincias en las que se expandió el virus, anunció el presidente, Alberto Fernández.
"Mantendremos el sistema. Pero la cuarentena no existe porque hay gente en la calle, y todos los comercios e industrias abiertos", dijo.
Según Fernández, hay circulación comunitaria del virus en 14 de 23 provincias, aunque el mayor foco se encuentra en el área metropolitana de Buenos Aires, que concentra el 81% de los más de 276.000 casos.
Las esperanzas de tener una vacuna en la región se fortalecieron tras el anuncio esta semana de un acuerdo entre Argentina y México para producir la diseñada por AztraZeneca y la Universidad de Oxford.
La excepción es Brasil, que avanza por su propio camino, con acuerdos internacionales que incluyen incluso a la vacuna rusa.
En Oceanía, Nueva Zelanda, alabada por su buena respuesta en la primera ola, prolongó el 26 de agosto, el confinamiento en Auckland para frenar la reaparición del virus.