El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, prometió este martes "restablecer el orden" en el enclave norteafricano de Ceuta, donde llegaron unos 6.000 migrantes desde Marruecos, con el telón de fondo de una agria disputa diplomática entre Madrid y Rabat.
"Vamos a restablecer el orden en [la] ciudad y nuestras fronteras con la máxima celeridad", aseveró en una breve alocución televisada Sánchez, quien este mismo martes visitará Ceuta y el otro enclave español al norte de Marruecos, Melilla.
"Esta llegada súbita de migrantes irregulares supone una grave crisis para España y también para Europa", dijo Sánchez, en referencia a que Ceuta y Melilla son las únicas fronteras terrestres de la Unión Europea con África.
Según un periodista de la AFP en el lado marroquí de la frontera, la situación era confusa la tarde del martes.
Si bien el flujo hacia Ceuta se ralentizó, cientos de marroquíes que lograron llegar al lado español seguían en la playa mientras las fuerzas de seguridad españolas, que mantenían apostados en el lugar vehículos blindados del ejército, lanzaban gases lacrimógenos para disuadir a las personas de cruzar.
La multitud que se había congregado cerca del puesto fronterizo fue dispersada y las personas regresaban al centro de la ciudad de Fnideq (Castillejos). Las fuerzas de seguridad marroquíes se desplegaron también tierra adentro para bloquear a los posibles migrantes.
Esta crisis para España se produce en momentos de tensiones diplomáticas bilaterales con Marruecos, un aliado clave contra la inmigración irregular.
Rabat se irritó luego de que el gobierno español decidiera, en abril, acoger al líder del movimiento independentista saharaui del Frente Polisario, Brahim Ghali, para que fuera tratado por covid-19 en un hospital.
Según el ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska, unos 6.000 migrantes entraron irregularmente a Ceuta el lunes, un récord para un solo día.
Ya fueron retornados 2.700, mientras Pedro Sánchez garantizó que será devuelto inmediatamente "todo aquel que haya entrado irregularmente", según los acuerdos "firmados con Marruecos desde hace años".
"Marruecos es un país socio, un país amigo de España y así debe seguir siéndolo", subrayó Sánchez. Pero "para que resulte efectiva, esta cooperación debe basarse siempre, siempre, en el respeto a las fronteras mutuas", advirtió.
Bruselas mostró su solidaridad con España y llamó a Rabat, en boca de la comisaria europea de Asuntos de Interior, Ylva Johansson, a impedir la salida de migrantes de su territorio.
El lunes, un hombre murió ahogado mientras intentaba llegar al enclave por mar, informó la delegación del gobierno de Ceuta.
Sáhara Occidental
Rabat reaccionó indignado y convocó a fines de abril al embajador español para mostrarle su "exasperación" por la presencia en territorio español de Brahim Ghali, líder del Polisario, un movimiento apoyado por Argelia que reivindica la independencia del Sáhara Occidental, una antigua colonia española que Marruecos considera parte integral de su territorio.
"Se trataba y se trata simple y llanamente de una cuestión humanitaria", reiteró el martes la ministra española de Exteriores, Arancha González Laya, defendiendo la decisión de recibir a Ghali.
En Rabat, las más altas autoridades guardaban silencio. El director de la policía judicial, Mohamed Dkhissi, afirmó el domingo en la televisión publica marroquí 2M que España era la parte "perdedora" en la disputa, al señalar que "Marruecos, que es una potencia regional (...), no es sirviente de ningún país".