Después del ataque de Armenia a puntos militares en la frontera con Azerbaiyán el pasado 27 de septiembre de 2020, tuvo lugar en la región del Alto Karabaj un nuevo capítulo de la guerra territorial entre ambos países.
Después de que el Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) no ofreciera una solución integral para el retorno de los territorios de Azerbaiyán, pero ocupados Armenia desde hace casi 30 años, la administración de Bakú comenzó a movilizarse hacia el Alto Karabaj para reclamar sus territorios ocupados directamente.
Debido a que no hubo una participación de terceros en la guerra, después de que el Ejército armenio perdiera la ciudad Shusha en la sexta semana del conflicto, y al verse al borde de la derrota, Ereván decidió firmar un acuerdo de Paz con Azerbaiyán el pasado 9 de noviembre, gracias a la mediación por parte de Rusia.
Según el acuerdo, se decidió retirar gradualmente a Armenia de las tres regiones alrededor del Alto Karabaj que ocupaba. Así, mientras Azerbaiyán recuperó sus tierras, también aseguró el establecimiento de una nueva ecuación geopolítica en el Cáucaso. Sin duda, Rusia ocupó su lugar entre los ganadores de la guerra.
El acuerdo, que prevé que Azerbaiyán mantenga las posiciones que ocupan, fue calificado por el primer ministro armenio como "increíblemente doloroso" y produjo multitudinarias manifestaciones que invadieron la sede del gobierno en Ereván que lo rechazaban.
De hecho, al final de la confrontación, Rusia logró que el sur del Cáucaso fuera seguro para sí mismo resolviendo el problema sin los otros dos copresidentes del Grupo de Minsk (Estados Unidos y Francia). Por otra parte, Turquía entró a la ecuación geopolítica en el Cáucaso al lograr movilizar sus tropas para la vigilancia del acuerdo de paz junto con Rusia, que comenzó a desplegar unos 2.000 soldados de mantenimiento de la paz, en las nuevas fronteras del Alto Karabaj, convirtiéndose en un éxito de política exterior para Ankara.
Por su parte el vocero del secretario general de la ONU, Stéphane Dujarric dijo que el titular Antonio Guterres, se sentía "aliviado" por el cese de hostilidades pactado. "Nuestro objetivo constante fue el bienestar de la población civil, el acceso de ayuda humanitaria y la protección de vidas", agregó en su momento.
"Continuaremos manteniendo contactos con las partes y los copresidentes del Grupo de Minsk para ver cómo podemos ayudar" con la implementación del acuerdo de alto el fuego, señaló.
Dujarric remató diciendo que “estamos muy agradecidos con las autoridades rusas por lo que han hecho. La sensación de alivio radica realmente en la esperanza de que esto ponga fin al sufrimiento de los civiles", insistió.
El manejo del conflicto por parte de Irán
En la cuestión del Alto Karabaj, naturalmente se esperaba que la República Islámica de Irán apoyara abiertamente a Azerbaiyán, ya que éste es un país con una población predominantemente musulmana chií. Sin embargo, el Gobierno de Teherán ha trabajado indirectamente a favor de Armenia, en pro de mantener el statu quo, incluso desde antes de la guerra, y frenar el crecimiento de Azerbaiyán y Turquía en la región.
Cuando estallaron los enfrentamientos, Irán quiso mantener su énfasis pasivo en la integridad territorial de Azerbaiyán en primer lugar. Debido a que la continuación del statu quo requería que Azerbaiyán atravesara tierras iraníes para llegar a la región de Nakhchivan, en otras palabras, para que continuara la dependencia de Azerbaiyán de Irán.
Del mismo modo, la situación actual requería que los empresarios turcos cruzaran el territorio iraní para abrirse paso en Asia Central en el comercio por carretera. Irán no querría perder esta carta de triunfo.
Sin embargo, desde una perspectiva sociopolítica, Irán no predijo que, tras la guerra entre Armenia y Azerbaiyán en 1992, Bakú fortalecería su ejército.
El cálculo incorrecto en el Alto Karabaj
A primera vista, parecería que Irán ha cometido un error de cálculo. En primer lugar, como Irán no podía predecir que la guerra terminaría en tan poco tiempo, a menudo ha argumentado que los enfrentamientos desestabilizarían la región. En segundo lugar, Teherán no pudo prever que las comunidades azeríes en Irán también se movilizarían.
En Irán el nacionalismo turco-azerí está aumentando visiblemente, a veces en una dimensión reaccionaria o accionaria. Además, el tema del Alto Karabaj no es solo un asunto de la generación joven nacionalista, sino un tema delicado en la dimensión intergeneracional.
El hecho de que Rusia no ayudara directamente a Armenia durante la guerra fue probablemente un movimiento inesperado para Irán.
La posición de Irán evolucionó desde pedir un "cese al fuego" a las partes, a luego pedir la "integridad territorial de Azerbaiyán" y luego, cuando el resultado del conflicto fue claro, a adoptar la posición de Rusia y dar la bienvenida a la "toma de tierras azerbaiyanas que estaban en posesión de Armenia".
Una vez más se vio que Rusia, al igual que en Siria, no tiene en cuenta las prioridades de Irán en temas regionales y que estos países no pueden ser sus aliados estratégicos en la región.
Mientras la guerra continuaba, la gira diplomática del viceministro de Relaciones Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, para presentar el plan de paz de Irán en el Alto Karabaj a los países en conflicto no fue apoyada. Al final, Rusia empujó a Irán, que es vecino de ambos países en conflicto, a quedar fuera de las negociaciones.
Resultado
Irán ya no tiene la oportunidad de cambiar el equilibrio geopolítico en materia del Alto Karabaj. La administración de Teherán no pudo influenciar el conflicto en la región con su enfoque manipulador en el que indica que "grupos yihadistas se están trasladando al Cáucaso" y, en la nueva ecuación geopolítica establecida tras la guerra, entró a ser parte del club de los perdedores junto con Armenia.
Mientras que la Segunda Guerra en el Alto Karabaj, que sirvió como papel de tornasol en las relaciones de Irán con Azerbaiyán, esencialmente ofreció a Bakú una oportunidad de ganar. La incapacidad del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán para leer los desarrollos en la región debilitó fuertemente la posición de Teherán en el Cáucaso.
Aunque el reciente acuerdo para establecer el punto de observación del alto al fuego entre Armenia y Azerbaiyán, de parte de Rusia con Turquía en el Alto Karabaj es la menor de las preocupaciones para Teherán, con una simple cuenta de pérdidas y ganancias, se puede ver que el cambio de paradigma en la política del Cáucaso a largo plazo y el acercamiento de Azerbaiyán con Turquía parece una ventaja para Irán, ya que, de lo contrario, la autoridad iraní en el Cáucaso se reducirá aún más. /Redacción internacional con Anadolu