Los moradores de la periferia de Sao Paulo, ciudad que concentra más del 10% de toda la población del país, viven en un Brasil de hace 50 años: donde los negros son mayoría y la expectativa de vida es de 58,4 años, mientras que en los barrios ricos del centro en la mayor ciudad latinoamericana, la gente vive 23 años más, en promedio, llegando a los 81,5 años - una expectativa de vida similar al de los países desarrollados como Austria.
Esta es una de las conclusiones difundidas este miércoles en el informe sobre el Mapa de la Desigualdad 2018 de la metrópoli más rica de Brasil, elaborado cada año por la ONG Rede Nossa São Paulo a través de datos públicos.
En el documento se dice que existe una gran diferencia en la expectativa de vida entre ricos y pobres, y se explica a través de indicadores como la mortalidad infantil, falta de acceso a los servicios básicos de salud, falta de sistemas de alcantarillado y las tasas de violencia y homicidios (más elevadas en la periferia).
La oferta de camas en hospitales, por ejemplo, es de 48 para cada 1000 habitantes en los barrios del centro, mientras que en los 29 distritos más pobres de la ciudad, la tasa es de cero con respecto a esos mismos 1000.
La mortalidad infantil en el barrio de Artur Alvim (periferia) equivale a más de seis veces la de la Vila Mariana (de clase media alta). En Itaim Paulista, otro barrio pobre, el 31% de las mujeres no realiza los exámenes médicos recomendados durante el embarazo, mientras que en Moema, región de clase alta, ese porcentaje es tan solo del 4%.
Como ocurre históricamente en Brasil, en las zonas más vulnerables y desasistidas se encuentra la mayoría de la población negra. “La desigualdad tiene raza y dirección exacta”, señala Jorge Abrahão, coordinador del Mapa de la Desigualdad.
"Pocos indicadores explican con tanta claridad la desigualdad brasileña como la edad media al morir, que muestra que dentro de la mayor ciudad de Brasil, probablemente la más rica de América Latina, se vive y muere con tanta disparidad en una distancia geográfica tan pequeña", añade.
Abrahão y los demás responsables por el informe afirman que no se puede destacar ningún indicador positivo en el Mapa, sobre todo porque, desde 2012, cuando los datos fueron recopilados por primera vez, no ha habido ningún tipo de mejora en las políticas públicas.
“La desigualdad es estructural y está congelada. Las autoridades públicas han sido incapaces de reducirla en los últimos años”, lamenta Américo Sampaio, otro miembro de la Rede Nossa São Paulo.
Sampaio señala, por ejemplo, que según Oxfam International, si las políticas públicas siguen como están, la equiparación de renta entre blancos y negros solo ocurrirá en Brasil en 2089. Y los expertos no están optimistas ante el futuro, que llegará con la presidencia del ultraconservador Jair Bolsonaro, cuyo programa de gobierno no contempla la lucha contra las desigualdades como una prioridad.