Trump, sin oficializar su candidatura, es muy probable que busque su reelección. Del lado Demócrata, ya hay más de ocho aspirantes, el más fuerte, Sanders
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EN EL CALENDARIO electoral las presidenciales en Estados Unidos aparecen lejos, en poco más de un año. Pero ya comenzaron, sin embargo, para los que frecuentan los pasillos del Congreso, los estados, las reuniones partidistas y la Casa Blanca, con la confirmación de algunos candidatos Demócratas y el suspenso electoral del presidente-candidato, Donald Trump.
Como sus antecesores (Clinton, Bush y Obama), Trump se ha abstenido de anunciar su candidatura tanto por respeto con sus copartidarios así como por los retos, personales y de gestión, que aún tiene pendientes. Apenas llevas dos años y tres meses desde aquél lluvioso día de enero de 2017 en Washington, pero parece como si hubiesen pasados años y estuviera cerca de ir de nuevo por la presidencia.
El afán por candidatearlo se da por la avalancha de aspirantes Demócratas que han anunciado su nominación. Es tal el nivel de desgobierno, han dicho estos, que es necesario hacerle frente con múltiples aspiraciones presidenciales que se conviertan en una voz más contra el Ejecutivo, que ya enfrenta la oposición de la Cámara de Representantes.
Trump, candidato
La candidatura de Trump, aún por definirse en los círculos Republicanos, parece inminente. Desde que comenzó el año, el Presidente ha hablado en clave de candidato, más allá de que en su forma de hacer política prevalezca la polémica y la obsesión por la contraparte, algo normal en tiempos de campaña.
El primer síntoma electoral ha sido la extensión del cierre de gobierno, que ya fue superado. Rompiendo niveles históricos, Trump insistió en mantenerlo cerrado siempre y cuando no recibiera la financiación del muro fronterizo con México, un proyecto que tras dos años y medio de gestión se ha convertido más en una bandera de campaña, que en un proyecto de gobierno.
Es un poco apresurado decir que en lo que le queda a Trump de administración no seguirá insistiendo en la construcción del muro, que sigue desfinanciado. Pero es claro que este se ha convertido en un arma de doble filo.
Al Presidente le conviene políticamente la retórica antimigrante que lo llevó, en parte, a la Casa Blanca en 2016. Para ello insiste en el muro, no solo para enfrentar a sus contradictores, sino sobre todo para mantener el apoyo de los estados obreros, conocidos como “Blue Collars”, que se movilizaron a favor de su discurso en contra de la inmigración ilegal.
Otra razón por la que se puede decir que el Presidente ya está en carrera electoral es su lenguaje. Las palabras y frases que usa para referirse a sus contradictores han sido, en muchos casos, reprochables, pero hasta el momento no se referían a situaciones enmarcadas en la campaña electoral 2020.
Pasado un mes desde el discurso de la Unión, es claro que Trump se ha dedicado a hablar del “socialismo” como un fantasma que engendra el por ahora principal candidato Demócrata, Bernie Sanders, quien lanzó su campaña oficialmente el pasado fin de semana.
No es fortuito que en aquel discurso dijera “renovamos nuestra determinación de que Estados Unidos jamás será un país socialista”, en clara dirección a Sanders, quien fue enfocado por las cámaras tras la frase de Trump. En una señal de que ese tema se ha vuelto electoral, el Presidente ha hecho énfasis en que hay candidatos que defienden tal modelo para los Estados Unidos, un país que mayoritariamente se opone a la izquierda.
Demócratas
A sus 77 años y lejos de quererse retirar, Bernie Sanders oficializó su candidatura el sábado en Brooklyn, Nueva York, ante miles de seguidores. Defendiendo “un gobierno basado en la justicia económica, social, racial y ambiental”, el socialista insistió en su discurso contra Wall Street y “todas las instituciones increíblemente poderosas que controlan la vida política” del país.
La candidatura de Sanders toma más fuerza ante la negativa de la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, para aspirar por segunda vez a la Casa Blanca. “No des por sentado nada, aunque tengamos una larga lista de problemas reales y promesas incumplidas del gobierno de Trump”, escribió la excandidata en su cuenta de Twitter.
Lejos de discursos polarizantes, Sanders ha insistido en la unidad del Partido Demócrata para superar las diferencias que dejaron las presidenciales 2016 entre él y los Clinton. Según El Político, el socialista envío un correo hace un mes a los voluntarios de su partido para que se comprometan “con otros candidatos Demócratas”.
La baraja de aspirantes por ese partido es larga y apenas esto comienza. Uno de los nombres más destacados es la senadora Elizabeth Warren, opositora acérrima de Trump, al igual que el texano Julián Castro. También aspiran a la Casa Blanca legisladores como Amy Klobuchar, Cory Booker, Kamala Harris y Kirsten Gillibrand, entre otros.
La gran incógnita se mantiene sobre el sector de Barack Obama. El expresidente, por ahora, se ha mantenido al margen tras las elecciones de “mitaca” de octubre del año pasado, en las que se le vio de vuelta en la política. En Washington, se rumora de una posible candidatura de su mujer, Michel Obama, y de su vicepresidente, Joe Biden.
El ex vicepresidente siempre ha estado en los planes de Obama. En 2016, rechazó participar en las primarias Demócratas por problemas familiares, aunque en ese entonces se especuló que se trataba de un pacto con Clinton, quien buscaba ser la primera mujer en dirigir Estados Unidos.
Biden, dice El Político, se ha reunido con diferentes sectores del partido y se la ha visto con el multimillionario Michael Bloomberg, la versión de Trump en el partido Demócrata, quien había dicho que aspiraría a la presidencia.
Se desconoce si Biden desecha la posibilidad de ser candidato, mientras Bloomberg anunció este martes que no hará parte de la baraja de aspirantes a la nominación Demócrata.