Deforestación, la otra pandemia de América Latina | El Nuevo Siglo
Informe sostiene que "La Amazonía está mucho más amenazada que hace ocho años" debido a… los incendios, la deforestación y la pérdida de carbono".
Foto AFP
Martes, 29 de Diciembre de 2020
Redacción internacional con AFP

La pandemia redujo las emisiones contaminantes en todo el planeta, pero no evitó que se aumentara la deforestación de las selvas de América Latina, ni evitó que defensores del medio ambiente siguieran siendo atacados.

"La Amazonía está mucho más amenazada que hace ocho años" debido al "avance de las actividades de extracción, de los proyectos de infraestructura, así como de los incendios, la deforestación y la pérdida de carbono", advirtió recientemente un informe de la Red Amazónica de Información Socio ambiental Georreferenciada.



El área deforestada de la mayor selva tropical del mundo se triplicó entre 2015 y 2018. Entre agosto de 2019 y julio de 2020, aumentó un 9,5% respecto del mismo periodo previo, un segundo récord consecutivo en 12 años.

En este período se perdieron 11.088 kilómetros cuadrados de bosques y selva, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), más de siete veces la superficie de Ciudad de México.

"A causa de la deforestación, Brasil debe ser el único gran emisor de gases de efecto invernadero que incrementa sus emisiones el año en que la economía global paró debido a la pandemia", estimó el Observatorio del Clima, una coalición Organizaciones No Gubernamentales (ONG) brasileñas enfocadas en el cambio climático.

Esta y otras organizaciones y expertos han responsabilizado reiteradamente del incremento de la tala y la quema al presidente Jair Bolsonaro y su discurso a favor de actividades extractivas y del agro negocio en áreas protegidas.

El balance del INPE, estimó el Observatorio, "refleja el resultado de un proyecto exitoso en aniquilar la capacidad del estado brasileño y de los órganos de fiscalización que cuidan nuestra selva y combaten el crimen en la Amazonía".

Conflagraciones

Los incendios provocados para ampliar las fronteras agrícolas y ganaderas se sumaron a una sequía prolongada, atribuida en parte a los efectos acelerados del propio cambio climático.



En el Pantanal, el humedal más grande del planeta, que se extiende por Brasil, Paraguay y Bolivia, la sequía fue de las más severas en casi medio siglo.

Los incendios marcaron máximos también en la región aledaña del Gran Chaco (Bolivia, Paraguay y Argentina), el segundo espacio vegetal de Sudamérica después de la Amazonía.

En el Delta del Paraná, en Argentina, otro vasto humedal donde existe una rica variedad de especies animales y vegetales, los incendios se incrementaron un 170% este año, dijo Elisabeth Möhle, investigadora en políticas ambientales de la Universidad Nacional de San Martín.

"Han muerto reptiles, aves migratorias, pequeños mamíferos, tortugas", detalló el naturalista argentino César Massi. "Durante la anterior sequía en 2008 hubo incendios, pero este año ha sido más fuerte, más intenso y más extendido en el tiempo".

Las pérdidas de biodiversidad, coinciden expertos, son difíciles de cuantificar.

A mediados de junio, la Amazonía perdió a uno de sus más ardientes defensores, el cacique brasileño Paulinho Paiakan, fallecido por covid-19 a los 65 años.

Pero no solo el coronavirus significó un peligro. Indígenas, campesinos y otros activistas denunciaron amenazas por enfrentarse a intereses de mineras, madereras, agro negocios, empresas eólicas, hidroeléctricas o gasoductos.

Nueve de los 20 países con más homicidios de defensores del medio ambiente en el mundo el año pasado fueron latinoamericanos, según Global Witness, una ONG que documenta estos crímenes desde hace casi una década. Colombia, Brasil, México y Honduras encabezaron la lista.



En un informe presentado en marzo ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, Michel Forst, entonces relator especial sobre los defensores de derechos humanos, declaró que ambientalistas, campesinos, afrodescendientes e indígenas en Colombia sufren violaciones y abusos "cuando defienden la tierra, el medio ambiente y los derechos humanos".

Honduras fue otro punto caliente de esa violencia. Varios activistas de ese país corrieron en 2020 la misma suerte que Berta Cáceres, la reconocida ambientalista asesinada en 2016 por oponerse a una represa.

Más de dos tercios de los 212 homicidios de activistas de 2019 se produjeron en América Latina, la región más afectada por ese tipo de violencia, según Global Witness. La tendencia apunta a perpetuarse en 2020.

Costos

Por otra parte en el resto del mundo, los diez desastres climáticos más costosos de 2020 alcanzaron casi un monto de 150.000 millones de dólares en daños asegurados, una cifra mayor que en 2019, lo que refleja el aumento del impacto del calentamiento global, de acuerdo a una ONG británica.

Según el informe anual de Christian Aid, estos desastres también se cobraron 3.500 vidas y desplazaron a más de 13,5 millones de personas.

Desde los incendios gigantescos que devastaron Australia hasta la sucesión de huracanes en el Caribe, el verdadero costo de los acontecimientos climáticos extremos en 2020, reforzado por el calentamiento global, es mucho más considerable y la mayor parte de daños no estaban asegurados, insiste la ONG.



Y, como era inevitable, los países más pobres han pagado el mayor precio, con apenas el 4% de las pérdidas económicas provocadas por catástrofes climáticas extremas aseguradas, contra el 60% en los países ricos, de acuerdo a este informe, que cita un reciente estudio publicado por The Lancet.

Los desastres meteorológicos ya devastaban al planeta antes de la llegada de las alteraciones climáticas provocadas por el hombre. No obstante, el aumento de la temperatura en al menos 1,1°C desde que comenzara la era industrial ha incrementado su frecuencia e impacto.

Acuerdo de París sin cumplir

"Ya sean inundaciones en Asia, plagas de langostas en África o tormentas en Europa y América, el cambio climático ha seguido causando más estragos en 2020”, indicó Kat Kramer, responsable del clima en Christian Aid.

Cinco de los desastres más caros en 2020 estuvieron vinculados con una temporada del Monzón particularmente rigurosa en Asia.

"Las inundaciones de 2020 se inscriben entre las peores en la historia de Bangladés, con más de un cuarto del país anegado", señaló Shahjahan Mondal, climatólogo de la universidad de Ingeniería y Tecnología bangladesí.

Por otra parte, muchas de estas catástrofes provocaron daños de por lo menos 5.000 millones de dólares, como el ciclón Amphan en el golfo de Bengala, en mayo, grandes incendios en el oeste de Estados Unidos durante el verano y los que devastaron a Australia en enero.

La temporada récord de huracanes en el Atlántico, con 30 tormentas relevantes, algo sin precedentes, causó al menos 400 muertes y 41.000 millones de dólares en daños en Estados Unidos, Centroamérica y Caribe, según Christian Aid.



Entre otros daños importantes en 2020, la ONG destacó dos tormentas que asolaron a Europa, con unos 5.900 millones de dólares en daños: 'Ciara' en el Reino Unido e Irlanda, en febrero, y 'Alex' en Francia e Italia, en octubre.

El aumento de desastres climáticos coincide con las previsiones de los científicos, y los avances en los últimos años que permiten evaluar la frecuencia de acontecimientos meteorológicos como consecuencia del calentamiento global.

El acuerdo de París (COP21) prevé limitar el calentamiento por debajo de los 2°C, si es posible 1,5°C respecto a la era preindustrial, pero los compromisos por parte de los Estados para reducir la emisión de gases de efecto invernadero todavía son insuficientes para lograr este objetivo