A seis meses de los comicios, el presidente estadounidense apuesta por la reapertura de la economía, gradual pero firme, para revalidar su cargo por cuatro años más.
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“AMÉRICA Unida” es la consigna con la cual el presidente Donald Trump no sólo relanzó su campaña por la reelección presidencial, sino la hoja de ruta que emprendió para la reactivación, gradual pero firme, de la economía estadounidense, duramente golpeada por la pandemia del Covid-19.
El pasado martes, con la visita a una fábrica en Phoenix, Arizona, y en su primer viaje después del confinamiento obligado por el virus global, el mandatario estadounidense reiteró la necesidad de una apertura gradual de las actividades económicas, la que dijo deberán fijar los gobernadores evaluando respectivamente la situación en sus zonas, y prometió que de esta dura prueba la nación saldrá con el trabajo conjunto para recuperar la grandeza, como en ocasiones anteriores.
“Debemos abrir nuestro país", insistió el presidente republicano desde las instalaciones de la empresa. "No podemos mantener nuestra economía cerrada por los próximos cinco años", sostuvo.
Esta semana se conoció que 20,5 millones de empleos se perdieron en el mes de abril, llevando la tasa de desocupación del 4,4% al 14,7%, según el primer informe oficial que registra el impacto del cierre de fábricas, tiendas y restaurantes.
Tras esta aguda contracción, Trump y su equipo económico, señalaron que esos negativos indicadores estaban contemplados, pero se mostraron confiados en que con la reapertura gradual e inteligente del aparato productivo, se avance en un mediano plazo hacia la recuperación de empleo y, por ende, en la mejora de ingresos y el consumo de hogares.
Los datos "eran completamente esperados. No son sorpresivos. Todo el mundo lo sabe", declaró a la cadena de televisión Fox News. "Incluso los demócratas no me echan la culpa de esto", subrayó Trump, cuya gestión comenzó el año con un desempleo en mínimos históricos y que, al igual que el resto del mundo fue sorprendido con el llamado ‘enemigo invisible’ de letales efectos para la humanidad y la economía global.
En febrero pasado, antes del inicio de la crisis, la economía estadounidense creó 273.000 empleos, según datos del Departamento de Trabajo, haciendo que la tasa de desempleo cayera al 3,5%, el nivel más bajo en 50 años.
La media de nuevos empleos formales en Estados Unidos en los tres meses previos a la crisis fue de 243.000. En 2019, ese promedio fue de 178.000. Incluso la industria manufacturera, que sufrió el año pasado por la guerra comercial con China, creó 15.000 empleos en el segundo mes de 2020.
Ahora, para iniciar el desconfinamiento y la reactivación, el gobierno de Trump ideó tres planes de reactivación por US$2,7 billones, que busca preservar el tejido económico y el empleo. Para financiarlos, el Departamento del Tesoro anunció una emisión de obligaciones de deuda por US$3 billones en este segundo trimestre de 2020. Este monto supera de lejos lo que el Estado federal emite, en general, durante todo un año.
En el ejercicio fiscal, que terminó el pasado 30 de septiembre, el Tesoro emitió por US$1,28 billones. Este incremento “se debe principalmente al impacto de la epidemia de Covid-19, incluyendo los gastos de la nueva legislación de ayuda a los hogares y empresas”, precisó el Tesoro en un comunicado.
Encuestas
Los estadounidenses son conscientes de que las políticas económicas de Trump han sido acertadas antes, durante y después del pico de la pandemia. Es decir, su gestión ha recibido el aval ciudadano, en principio por los logros económicos y, ahora, por la forma como ha manejado la crisis del Covid-19.
Y ello se refleja en las encuestas de las últimas semanas y en medio de una campaña presidencial inédita. A finales de abril, la encuestadora Gallup, que mide cada dos semanas el apoyo a la gestión de los presidentes estadounidenses, indicó que Trump alcanzó su mayor cifra histórica de respaldo, 49%. Esto representó un aumento de 6 puntos porcentuales frente a la última medición.
Otra encuesta realizada por la firma Rasmussen también señaló una aprobación del 49%, mientras que un estudio intención de voto mostró que frente a la disputa por la Casa Blanca, con el aún no proclamado oficialmente Joe Biden, hay un empate de 43% en la intención de voto.
El rival
Mientras Trump enfrenta la crisis, el demócrata Biden ha mantenido un perfil bajo. No obstante, la denuncia de Tara Reade, una mujer de 56 años, de haberla agredido sexualmente en un pasillo del Congreso de Estados Unidos en 1993, cuando él era senador y ella era su empleada, lo obligó a romper su silencio.
En una entrevista televisada, Biden, negó las acusaciones que desde hace más de un mes agitan la palestra, en un momento en que sin haber sido ungido, es por defecto, ante el retiro de Bernie Sanders, el candidato del Partido Demócrata para las presidenciales de noviembre.
“No es cierto. Estoy diciendo sin dudas que esto nunca ocurrió", dijo Biden en un programa de la cadena de MSNBC. “No sé por qué después de 27 años todo esto vuelve al tapete", agregó, matizando que no iba a cuestionar las motivaciones de la denunciante.
En un comunicado publicado poco antes, Biden, de 77 años, dijo que el superior de la mujer en su despacho "nunca le indicó que ella hubiera presentado ninguna queja".
En una entrevista, tras las declaraciones de Biden, Reade le pidió que dejara de postularse para la Casa Blanca. “¿Quieres que se retire?", preguntó un periodista a la mujer. "Me gustaría que lo hiciera, pero no lo hará", respondió Reade, añadiendo que era "un poco tarde" para que Biden se disculpara.
A principios de abril la mujer interpuso un recurso ante la policía, sin citar a Biden, al cual la AFP tuvo acceso. Reade además no ha publicado ninguna copia de una queja que dijo que interpuso tras los hechos en 1993. Biden indicó que pidió que se busque en los Archivos Nacionales, para ver si existe un rastro de este documento. “No tengo nada que esconder", aseguró. Sin embargo, no señaló hacia el archivo de sus años en el Senado, que fue donado a la Universidad de Delaware. “Esos documentos no contienen archivos personales", afirmó.
Fórmula vicepresidencial
Por otro lado, el candidato demócrata anunció en días pasados la creación de un comité para seleccionar su candidata a la vicepresidencia.
Durante un debate de las primarias, celebrado a comienzos de año, el candidato prometió escoger a una mujer como su acompañante en la fórmula, posición que ocupó durante los dos mandatos de Barack Obama (2009-2017).
“Elegir un candidato a la vicepresidencia es una de las decisiones más importantes en una campaña presidencial y nadie sabe esto más que el propio Joe Biden", dijo su directora de campaña, Jen O'Malley, en un comunicado.
Entre quienes suenan como posibles compañeras de fórmula del exvicepresidente se encuentran las senadoras Kamala Harris, Elizabeth Warren y Amy Klobuchar, con quienes compitió por la nominación demócrata. Recientemente también se han escuchado los nombres de la exlegisladora de Georgia Stacey Abrams, la gobernadora del estado de Michagan, Gretchen Whitmer, y la exembajadora ante la ONU Susan Rice.
Sea quien fuere, tanto Biden como su partido demócrata saben que recuperar la Casa Blanca no es tarea fácil, ya que el presidente republicano, pese a ser diario blanco de críticas por su estilo de gobierno y su directo mensaje verbal, conserva el apoyo de no menos de la mitad de sus gobernados.