El jefe de gobierno español en funciones, el socialista Pedro Sánchez, ofreció este lunes al Congreso un programa con claro acento social y progresista con el que espera convencer a la izquierda radical Podemos de apoyarlo en un gobierno de coalición.
"Tenemos la posibilidad de sacar adelante todo aquello en lo que coincidimos: (...) la promesa de la izquierda, un progreso ecológicamente sostenible y la distribución justa de ese progreso", dijo en su sesión de investidura.
Después de tres meses de bloqueo tras las elecciones legislativas del 28 de abril, el discurso de Sánchez puso en marcha la cuenta atrás para seducir in extremis a un Congreso donde no tiene el éxito asegurado.
Su partido PSOE ganó los comicios con 123 de 350, pero necesita asegurarse el respaldo de los 42 diputados de la izquierda radical y de pequeños partidos regionales antes del jueves, cuando culminará el debate.
Y, en plenas negociaciones con Podemos, Sánchez sacó un amplio abanico de propuestas para convencerlos.
Así ofreció aumentar nuevamente el salario mínimo, elevado a 1.050 euros mensuales desde enero, reindexar las pensiones a la inflación o consagrar el 5% del PIB a la educación. Eso sí, manteniendo los objetivos de reducción del déficit y la deuda al 2% y 95,8% del PIB para fin de año.
También prometió la derogación de una controvertida ley de seguridad, la legalización de la eutanasia, el control del encarecimiento del alquiler o una ley para luchar contra el cambio climático.
Los grupos de la oposición deberán ahora dar réplica al candidato antes de celebrar el martes la primera votación de investidura, en la que se requiere mayoría absoluta de 176 diputados.
En el probable escenario que no la consiga, el jueves habría un segundo voto donde solo necesitaría mayoría simple, plausible si cierra el acuerdo con Podemos y se asegura el respaldo o la abstención de varios partidos regionales.
- Negociaciones de última hora -
Claro ganador de las elecciones de abril, aun sin mayoría absoluta, Sánchez llegó a la sesión de investidura con los deberes pendientes.
Con Podemos, que había sido su aliado principal en su corto mandato anterior, no empezaron a negociar hasta el pasado viernes en vistas a formar un gobierno de coalición inédito en la historia reciente de España.
Para ello fue necesario que el viernes el líder de Podemos, Pablo Iglesias, diera un paso atrás y renunciara a entrar al ejecutivo como le exigía Sánchez.
Después de dos días envueltas en la máxima discreción, las negociaciones seguían en marcha este lunes, con diferencias sobre el rol de la izquierda radical en el futuro ejecutivo.
"No queremos (...) estar en el gobierno simplemente de manera testimonial", dijo antes del debate el diputado de izquierda radical Alberto Garzón.
Si las negociaciones naufragaran, Pedro Sánchez dispondría todavía de dos meses para intentar ser investido antes de la convocatoria automática de unos nuevos comicios.
Ante ese escenario, el socialista pidió también responsabilidad a la derecha para evitar unas hipotéticas cuartas elecciones legislativas en cuatro años.
"No les pido que apoyen este proyecto, les pido que retiren las barreras", dijo reclamando la abstención a la bancada conservadora.
- Cataluña clave -
Pero desde la oposición tienen su postura muy clara: un rotundo no a Sánchez, especialmente desde su alianza con Podemos y con los independentistas catalanes para destronar al conservador Mariano Rajoy en una moción de censura en junio de 2018.
Tanto el conservador Partido Popular, como la centroderecha liberal de Ciudadanos y la extrema derecha de Vox votarán en contra de la investidura.
Sánchez "quiere mantenerse en el poder a toda costa", criticó el conservador José Antonio Bermúdez de Castro en la cadena pública TVE.
Esto pone el foco en los partidos regionales, especialmente los independentistas catalanes que, como en la moción de censura de 2018, podrían volver a tener en sus manos la gobernabilidad de España.
"Si finalmente llegan a un acuerdo (PSOE y Podemos), nosotros no estamos por el bloqueo", dijo Gabriel Rufián, líder en el Congreso del principal partido independentista, Izquierda Republicana de Cataluña (ERC).
En su discurso, Sánchez abordó veladamente el conflicto en esta región que vivió un fallido intento de secesión en 2017.
"¿Qué sentido tiene levantar fronteras internas? (...) Es ir contra la historia", afirmó el mandatario español, partidario de dialogar con los independentistas pero sin ceder en sus pretensiones de celebrar un referéndum de autodetreminación.