Medio millar de subsaharianos penetraron el martes en el enclave español de Melilla, saltando la valla fronteriza con Marruecos, en el asalto más importante desde 2005 a esta ciudad desbordada por la presión migratoria.
Aprovechándose de una espesa niebla, numerosos grupos, que totalizaban alrededor de mil personas, descendieron por la noche las laderas del monte Gurugú, en territorio marroquí, donde los inmigrantes procedentes de África subsahariana montan sus campamentos, algunos tras haber viajado durante varios meses, esperando su oportunidad para entrar en España.
El asalto, calificado de "violento" por las autoridades españolas, se inició poco antes de las 07H00 GMT cuando los inmigrantes se lanzaron sobre la triple valla fronteriza de siete metros de alto y once kilómetros de largo que forma un semicírculo alrededor de la ciudad mediterránea de Melilla, al norte de Marruecos.
"Unos 500 subsaharianos han logrado entrar" en el enclave, indicó el delegado del gobierno Abdelmalik El Barkani en una rueda de prensa. Se trata del grupo más numeroso desde 2005, época en la que se produjo una oleada de llegadas masivas de inmigrantes a suelo español.
"Ha sido un salto violento", dijo el delegado, especialmente en el lado marroquí donde los inmigrantes "han lanzado piedras, palos y otros objetos a las fuerzas (de seguridad, ndlr) ahí desplegadas".
Numerosos asaltantes resultaron heridos con "cortes y magulladuras", señaló Barkani y 29 de ellos recibieron atenciones médicas por parte de los servicios de emergencia españoles.
Por su parte, las autoridades marroquíes informaron de la detención de unos 250 inmigrantes y de una treintena de heridos, 28 subsaharianos y 5 policías.
Melilla, junto con Ceuta uno de los dos enclaves españoles al norte de Marruecos, está sometida desde principios de 2014 a un resurgimiento de la presión migratoria.
Las dos ciudades constituyen la única frontera terrestre entre África y Europa, lo que sitúa a España como uno de los países comunitarios más afectados por la inmigración clandestina.
En Ceuta, un intento de entrada masivo se convirtió en tragedia el 6 de febrero, cuando 15 inmigrantes murieron ahogados al intentar alcanzar esta ciudad por la orilla.
El gobierno español recibió duras críticas por la respuesta de las fuerzas del orden, acusados de disparar pelotas de goma contra los inmigrantes.
A raíz de esta polémica, la Guardia Civil recibió la prohibición de utilizar este armamento para detener los cada vez más frecuentes asaltos contra estas dos ciudades.
- Melilla desbordada -
Debido a la llegada de centenares de inmigrantes en las últimas semanas, el centro de acogida del gobierno español en Melilla se encuentra desbordado: este martes, tras el último asalto, albergaba ya a 1.800 personas, casi cuadruplicando su capacidad de 480 plazas.
Para responder a esta urgencia se han instalado varias tiendas del ejército y otras están en proceso de montaje.
Pero la situación de desbordamiento podría empeorar con numerosos inmigrantes esperando en las puertas de Melilla para penetrar en la ciudad.
"Todavía hay un gran número de inmigrantes que están pendientes de dar el salto y por las informaciones que manejamos también se están acercando" a la ciudad, advirtió Barkani.
Según la estimación del gobierno español, 80.000 subsaharianos esperan poder entrar en Ceuta o Melilla.
"Hay 40.000 personas en Marruecos que ilegalmente están esperando para pasar a España, y 40.000 más en la frontera de Mauritania con Marruecos", dijo el 4 de marzo el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz.
Tras los asaltos de las últimas semanas y el polémico asalto en Ceuta, España, criticada por la Comisión Europea por la acción de la Guardia Civil, no deja de reclamar más ayuda a sus compañeros europeos para luchar contra la inmigración clandestina.
El martes, Fernández Díaz anunció el envío de refuerzos policiales a Melilla. Además, la valla fronteriza, un dispositivo ya muy sofisticado equipado con cámaras ultrasensibles, debe ser mejorado en las próximas semanas con la instalación de nuevos puestos de vigía y de una alambrada "anti-escalada" mucho más tupida./AFP