INFORME. Vargas habló y la campaña se movió | El Nuevo Siglo
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Sábado, 21 de Octubre de 2017
Redacción Política
Era claro que cuando el exvicepresidente y aspirante por firmas se decidiera a opinar sobre el acuerdo de paz y otros temas candentes, el impacto sería superlativo. Ahora partidos y candidatos tienen que definirse más rápido, sobre todo el uribismo. Muchos deberán dar un paso al costado y las consultas del 19 de noviembre podrían perder vapor. El ajedrez de las coaliciones ya casi completa sus fichas

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Como si fuera un carro, la campaña presidencial en Colombia venía avanzando en segunda velocidad en los últimos meses. Para aumentar el ritmo se necesitaba un hecho que marcara un antes y un después en la contienda. Y eso, precisamente, fue lo que pasó esta semana: Germán Vargas Lleras habló.

 

Semanas atrás un análisis de EL NUEVO SIGLO sobre cómo venía evolucionando la campaña advertía que esta sólo empezaría a entrar en la etapa de las definiciones cuando se dieran uno de dos hechos. Primero, que el Centro Democrático definiera, por fin, cuál sería su aspirante único a la Casa de Nariño. Esta circunstancia, como se sabe, no se ha concretado. Incluso esta semana circularon versiones contradictorias entre los propios precandidatos uribistas. Unos aseguraron que se había definido que el mecanismo de escogencia sería mediante una ronda de encuestas en la que, cual realitie, se iría eliminando sondeo tras sondeo al que quedara de último. Pero otros aspirantes sostuvieron que si bien esa era una de las opciones a tener en cuenta, no se había descartado otras como acudir a la consulta popular abierta el 19 de noviembre o incluso una selección vía consenso interno del partido o de los cinco nombres en la baraja: los senadores Iván Duque, Paloma Valencia y María del Rosario Guerra, así como el exministro Carlos Holmes Trujillo y el exviceministro Rafael Nieto Loaiza.

 

En el uribismo son conscientes de que cada día que pase sin señalar a su candidato único es un día de ventaja que se le está dando a los rivales políticos, tanto en la centro derecha como en la centro izquierda. Sin embargo, lejos de aclararse el panorama, se complicó aún más ya que, de un lado, el exgobernador Luis Alfredo Ramos se inscribió como “militante” del Centro Democrático y anunció que no descarta lanzarse como precandidato. Y, de otra parte, se conoció esta semana la ponencia del magistrado del Consejo Nacional Electoral que lleva el caso del excandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga por los presuntos aportes de la multinacional Odebrecht a su campaña en 2014. Dicha ponencia propone archivar el caso. Si esto es así, entonces Zuluaga podría reactivar la precandidatura que se vio obligado a suspender meses atrás.

 

Aunque hay quienes en el uribismo sostienen que debería cerrarse la baraja con los cinco precandidatos y dejar a Ramos y Zuluaga por fuera, debido a sus problemas judiciales, lo cierto es que el primero le gana en algunas encuestas a Duque, Valencia, Guerra, Navia y Trujillo (que no marcan más allá del 3 o 4 por ciento), en tanto que el segundo no sólo sumó casi siete millones de votos en la segunda vuelta de 2014, sino que cuando se retiró de esta campaña, meses atrás, estaba cuarto o quinto en las encuestas, con porcentajes que el resto de aspirantes uribistas nunca igualaron, ni siquiera sumados.

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El otro flanco

 

Como se dijo, el que la campaña tomara ritmo dependía, de un lado, de que el uribismo definiera rápidamente su candidato, lo que no ocurrió. El segundo hecho político que podía disparar el ritmo de la contienda proselitista era que el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, que lleva más de un año en el top de las encuestas, se lanzara al agua y hablara de manera abierta y directa sobre los principales temas del país.

 

Como se recuerda, Vargas Lleras renunció al cargo de Vicepresidente en marzo pasado, luego de casi tres años como segundo a bordo y encargado de los temas de vivienda, saneamiento básico e infraestructura, y tras ser titular de las carteras del Interior y Vivienda durante los cuatro años del primer mandato de Santos.

 

Cuando salió del cargo, el ahora exvicepresidente prefirió guardar silencio y apenas si adelantó que dedicaría los meses siguientes a analizar la situación del país y definir las bases de una posible candidatura presidencial. En el entretanto, siguió en la parte alta de las encuestas de preferencias, e incluso en varias ocasiones tuvo que salir a corregir interpretaciones periodísticas y políticas en torno a que posturas y pronunciamientos de los dirigentes y congresistas de Cambio Radical eran, en el fondo, mensajes suyos.

 

Pasaron los meses y aunque para todo el país era evidente que Vargas iba a lanzarse, no se sabía cuándo ni cómo. Vendría, a finales de agosto, la primera sorpresa. El exvicepresidente anunció que había decidido postularse a la Casa de Nariño pero no a nombre de Cambio Radical, sino de un movimiento amplio y multipartidista, razón  por la cual empezaría a recoger firmas para sustentar su aspiración.

 

“Hace algunos días un nutrido grupo de colombianos, en su mayoría jóvenes, empresarios, sectores sociales y personas de todas las regiones del país, me pidieron autorización para impulsar una convocatoria mediante la recolección de firmas, con la idea de inscribir mi candidatura presidencial… Hoy procedieron a hacerlo. Cuenten conmigo para sacar adelante esa iniciativa”, dijo.

 

Tras señalar que había seguido recorriendo Colombia y analizando la coyuntura, el exvicepresidente sostuvo que “el momento que vive nuestro país no es de candidaturas excluyentes o partidos únicos. Este es un momento de avanzar, de dejar atrás tantos rencores que mucho daño nos están haciendo. La nuestra será una campaña cercana al ciudadano, incluyente, con capacidad de sumar fuerzas, que convoquen sectores más allá de los partidos. Me ilusiona mucho”, dijo.

 

Aunque sus críticos de inmediato asociaron su decisión con una urgencia de marcarle distancia a los escándalos de corrupción política que han rodeado a Cambio Radical en los últimos años, es claro que Vargas tomó el mismo camino que varios de sus competidores que pese a tener claras raíces partidistas también se lanzaron a recoger firmas: Marta Lucía Ramírez, Alejandro Ordóñez, Sergio Fajardo, Juan Carlos Pinzón, Gustavo Petro y Clara López, entre los principales.

 

Pero ni siquiera entonces el ahora candidato por firmas decidió hablar abiertamente sobre la coyuntura nacional y temas candentes como el acuerdo de paz con las Farc, su relación con el presidente Santos, la marcha de la coalición parlamentaria oficialista, escándalos de corrupción como los de Odebrecht y el escenario de arranque de la campaña electoral para Congreso y Presidencia de la República.

 

Voto de silencio

 

Como se sabe, durante los años en que estuvo en el Gobierno, Vargas Lleras siempre se mantuvo, previo acuerdo con el presidente Santos, concentrado en su trabajo, más aún en su labor de Vicepresidente. Por lo mismo siempre evitó pronunciarse sobre las incidencias del proceso de paz con las Farc, su larga negociación en Cuba, el acuerdo al que se llegó, la posterior refrendación mediante plebiscito (que ganó el No), luego la controvertida refrendación parlamentaria y el arranque de la fase de implementación normativa del pacto, tanto en materia constitucional, legal y reglamentaria, como en la logística de la concentración de tropas subversivas, su desarme y desmovilización.

 

Solo habló una vez de manera muy puntual sobre el acuerdo de paz. Fue, precisamente, semanas antes de la votación del plebiscito refrendatorio del acuerdo habanero, el 2 de octubre del año pasado. En esa ocasión anunció que votaría Sí pero condicionándolo a que posteriormente, en la fase de implementación normativa, se ajustaran temas clave, sobre todo relacionados con la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) para frenar amplios márgenes de impunidad a los guerrilleros, asegurar la reparación a las víctimas y evitar que los militares y civiles terminaran siendo juzgados por esa jurisdicción paralela y transicional.

 

En los meses siguientes, es decir el semestre restante que estuvo como Vicepresidente, así como después de su salida del cargo, no volvió a referirse a este ni a otro tema de forma profunda y puntual.

 

Sin embargo, para todo el país político era evidente que las posturas críticas de Cambio Radical, exigiendo ajustes a varias de las reformas constitucionales y legales vitales para desarrollar el acuerdo de paz, dejaban entrever que Vargas Lleras le estaba tomando prudente distancia al asunto.

 

A lo largo de los últimos meses Cambio Radical fue muy activo en pedir ajustes a la ley de amnistía a los guerrilleros, el acto legislativo que creó la JEP, el que dio lugar a la participación política de las Farc así como a las iniciativas relacionadas con el régimen de tierras, la creación de las 16 circunscripciones especiales de paz y la reforma política y electoral, entre otras normas aprobadas o aún en trámite vía ‘fast track’.

 

Pero la cuestión más complicada se dio hace dos semanas cuando ese partido anunció su negativa a votar positivamente el proyecto de ley estatutaria de la JEP, que tuvo una accidentada discusión en las comisiones primeras y entra la próxima semana a debate en la plenaria del Senado. Fue, precisamente, por esa negativa que hace dos semanas el alto Gobierno tomó la decisión de sacar a ese partido político de la coalición oficialista, incluso retirándole sus cuotas en el gabinete y en otros altos cargos. Era claro, entonces, que la hora del ‘divorcio’ político, amistoso pero irreversible, había llegado.

 

Puntos sobre las íes

 

Así las cosas, tras siete meses de haber salido de la Vicepresidencia y seis semanas después de anunciar su candidatura por firmas, Vargas Lleras se decidió a hablar y, de inmediato, la campaña presidencial cambió de ritmo.

 

En distintas entrevistas el candidato puso los puntos sobre la íes, sobre todo en lo relacionado al acuerdo de paz con las Farc, del que dijo que, en caso de ganar la Casa de Nariño, no “haría trizas” pero sí lo ajustaría en temas muy sensibles como la justicia transicional.

 

Vargas Lleras advirtió claramente que el margen de impunidad para las Farc era muy alto y, por lo mismo, cualquier participación de ese nuevo partido de desmovilizados debía estar condicionada a que confiesen toda la verdad de sus crímenes, rompan con toda actividad delincuencial y reparen a las víctimas.

 

Recalcó de manera muy insistente en que las Farc debían romper cualquier vínculo con el narcotráfico y entregar todos los bienes ilícitos. También dimensionó la gravedad del problema de los disidentes y desertores. Incluso propuso volver a reanudar las fumigaciones aéreas a los narcocultivos.

 

También se declaró preocupado por la forma en que la JEP quedó con poderes jurisdiccionales superlativos, teniendo incluso la posibilidad de juzgar a militares, policías y cualquier cantidad de civiles. Alerta a la que sumó el hecho de que los magistrados del Tribunal de Paz tuvieran un claro sesgo ideológico, y no estuvieran sometidos a ningún régimen de inhabilidades e incompatibilidades…

 

También le dio ‘palo’ a varios aspectos de la reforma política y electoral así como de los proyectos sobre tierras, 16 nuevas circunscripciones de paz y al de reforma política y electoral…

 

Ya en temas políticos, Vargas Lleras advirtió sobre una especie de coalición de izquierda para defender el cuestionado acuerdo con las Farc y crear un gobierno “de transición”, enfilando allí a varios precandidatos como Humberto de la Calle, Sergio Fajardo y Claudia López.

 

También dijo que no había tenido contacto alguno con el expresidente Álvaro Uribe de cara a una coalición para las elecciones presidenciales, pero no la descartó.

 

Sobre su relación con el presidente Santos, dijo que en su momento le advirtió sobre sus reservas en cuanto a la JEP y otros aspectos del proceso de paz. Descartó cualquier rompimiento con el Jefe de Estado y reiteró que lo único que hizo fue servirle en las políticas más exitosas del Gobierno como vivienda e infraestructura.

 

De paso explicó, una vez más, que su silencio frente al tema de la negociación y el acuerdo de paz se debió a un pacto con el presidente Santos, pacto que cumplió hasta el último momento. Replicó así una de las principales críticas de sus contradictores en torno a que guardó silencio frente a las incidencias de la negociación y nunca se jugó a fondo por la paz, pese a ser la principal bandera gubernamental.

 

Y, por último, anunció que a partir de noviembre empezará a poner sobre el tapete propuestas programáticas sobre cómo enfrentar las principales problemáticas del país.

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Alud de reacciones

 

Una prueba de cómo la entrada de Vargas Lleras de lleno al debate político iba a dinamizar la campaña e imprimirle una mayor velocidad es lo que pasó después de sus entrevistas.

 

Sus competidores en la derecha y la centro-derecha fueron los primeros en salirle al paso, advirtiendo que debió hablar antes sobre las inconsistencias del acuerdo de paz y no de manera tan tardía. Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez coincidieron en esa línea.

 

A su turno, el expresidente Uribe también reaccionó a lo dicho por Vargas, precisando que el Centro Democrático nunca ha dicho que “hará trizas” el acuerdo si llega a ganar las presidenciales.

 

Entre tanto, en la línea gobiernista también se sintió el coletazo de la entrada de Vargas al día a día de la campaña. El presidente Santos, por ejemplo, indicó en un trino que “compartía las preocupaciones sobre la JEP de mi leal y buen amigo Germán Vargas. Su problema es que ya todas quedaron resueltas”.

 

A su turno, desde las filas gobiernistas de La U y los liberales hubo críticas y réplicas a Vargas, aunque algunos congresistas que se han acercado ya a la campaña de este último salieron en su defensa, sobre todo en cuanto a las reservas sobre la JEP.

 

“En Vargas Lleras encuentro categóricas falsedades, afirmaciones falsas, exageraciones y también desinformación. Muchas de las cosas que él dice son su preocupación, están resueltas”, replicó, a su turno, Humberto de la Calle, exjefe negociador con las Farc y precandidato presidencial liberal.

 

En cuanto a la coalición de Claudia López, Jorge Enrique Robledo y Sergio Fajardo, se puede decir que la ‘respuesta’ de estos a lo dicho por el exvicepresidente se dio durante el debate sobre corrupción, el martes pasado, en la plenaria del Senado. Los candidatos de Alianza Verde y el Polo se fueron lanza en ristre contra Cambio Radical y Vargas Lleras, en una discusión que resultó no sólo altisonante y llena de acusaciones en donde ningún partido ni congresista salió invicto, sino que fue evidente que había un claro móvil político y electoral de atacar a todos sus rivales políticos.

 

Fajardo, al que Vargas señaló de hacer parte de la baraja de candidatos de la “transición” que plantearon las Farc en torno al acuerdo de paz, respondió que él no iba a hacer “parte de la polarización entre unos y otros. Entre derecha e izquierda, eso es obsoleto. Nosotros estamos construyendo de una manera muy diferente la esperanza de Colombia”.

 

En la izquierda también hubo estremecimiento por lo dicho por el exvicepresidente. La candidata Clara López se quejó porque a Vargas Lleras le hubieran dado espacio para hablar en un noticiero en pleno horario prime time, y pidió un tratamiento equitativo para el resto de aspirantes.

 
"Fajardo, López y Petro, con caminos distintos en la coalición de izquierda”

 

Gustavo Petro también reaccionó en la misma línea: “Estoy esperando la invitación de CaracolTV a un programa de 45 minutos en el mismo horario de la entrevista de Germán Vargas”.

 

Paradójicamente el que habla este domingo en el mismo horario y el mismo noticiero es Fajardo, según lo indicó el viernes en su cuenta de Twitter.

 

Y, como era apenas obvio, desde las Farc todos sus dirigentes se vinieron lanza en ristre contra el exvicepresidente, acusándolo de guerrerista y hasta acudiendo a temas tan anecdóticos como que el terapeuta de Vargas Lleras es cubano.

 

Incluso, mucho eco causó una sui generis encuesta que se hizo única y exclusivamente por la entrada de Vargas Lleras en el día a día de la campaña, en donde en lugar de ponerlo a competir con el resto de candidatos y precandidatos, sólo se preguntó a los consultados por el potencial electoral del exvicepresidente, si votarían por él, si haría o no una alianza con Uribe…

 

Moviéndonos

 

Tras las declaraciones de Vargas Lleras no fueron pocas las voces en el Centro Democrático que urgieron ‘moverse ya’ para definir su candidato y evitar que el exvicepresidente les siga tomando ventaja, sobre todo en los sectores de centro y centro derecha.

 

Iguales llamados de urgencia se escucharon entre los liberales, que al final de la semana sufrieron otra baja en su nómina de precandidatos, con la renuncia del senador Luis Fernando Velasco, blanco de señalamientos periodísticos por sus nexos con la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios (Uspec). Como se recuerda ya en ese partido los senadores Juan Manuel Galán, Viviane Morales y Sofía Gaviria no se pudieron inscribir como precandidatos porque no quisieron firmar un manifiesto programático obligatorio.

 

La irrupción de Vargas también tuvo eco en las filas conservadoras, en donde todavía no hay humo blanco sobre cómo escogerán candidato o si tendrán.

 

Y, para cerrar la semana, la convención de La U también estuvo cruzada por el mismo tema. En el debate sobre cuál debía ser la estrategia política y electoral de ese partido, hubo voces que pidieron una alianza con los liberales y otras con Vargas. Al final, lo único que quedó claro es que sólo definirán a quién adherir después de los comicios parlamentarios de marzo.

 

Paralelamente, ese mismo día, Vargas Lleras estaba en Bogotá en un acto político en donde anunció que ya su campaña recogió más de dos millones de firmas para respaldar su candidatura, volumen que, hasta el momento, ningún otro aspirante ha hecho público.

 

Para atrás ni…

 

Como se ve, es claro que la campaña ya entró en una nueva fase a partir de la incursión esta semana de Vargas Lleras. Todos los partidos saben que se trata de uno de los aspirantes más fuertes y que con su llegada al tablero electoral toman más fuerza las movidas para las alianzas y coaliciones, ya sea de cara a posibles consultas interpartidistas en marzo o para ir directamente a la primera vuelta en mayo.

 

El dinamismo que tomó la campaña ya no tiene marcha atrás. Es claro que llegó la hora de las definiciones para muchos partidos y precandidatos. Aquellos que están colgados en la recolección de firmas o aparecen en el sótano de las encuestas tienen pocas semanas para señalar qué camino tomarán, incluso pensando en ir a listas para el Congreso o reservarse para gobernaciones y alcaldías en 2019.

 

La fecha del 19 de noviembre, cuando se realizarán las consultas populares de liberales y La U, podría perder fuerza si el Centro Democrático decide antes otro mecanismo para escoger a su aspirante. Además, se sabe que en las toldas rojas hay creciente temor en torno a que ese día sea muy bajo el flujo de electores y el revés político, más allá de si gana De la Calle, resulte muy costoso.

 

En fin, a siete meses de la cita en las urnas la carrera por la sucesión de Santos parece que toma ritmo irreversible. Lo que pase en el Congreso con los proyectos sobre paz, la definición del candidato uribista y el cierre de las listas para Senado y Cámara, son las próximas “metas volantes” de la campaña, como en el ciclismo, antes de que llegue el “premio de montaña”, el día de las parlamentarias, y luego la meta final, en la votación de la primera vuelta y se conozca quiénes irán al balotaje definitivo.

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