De "racista" calificó el primer ministro turco la ley francesa sobre el genocidio armenio, haciéndose eco de una opinión pública indignada.
"El proyecto (de ley) adoptado en Francia es discriminatorio y racista", declaró el primer ministro Recep Tayyip Erdogan Erdogan en el Parlamento turco ante los diputados del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), en el poder.
Erdogan afirmó que esta ley es completamente nula y sin valor para Turquía y afirmó que su país impondrá "etapa por etapa" las sanciones que ha previsto contra Francia, "sin dar marcha atrás de ninguna manera".
El lunes, el Parlamento francés adoptó definitivamente, después de un último voto en el Senado, un proyecto de ley que castiga con un año de cárcel y una multa de 45.000 euros la negación del genocidio armenio.
Turquía rechaza el término genocidio, aunque reconoce que hubo masacres y que unos 500.000 armenios murieron en Anatolia entre 1915 y 1917 en los estertores del Imperio Otomano. Los armenios dicen que hubo 1,5 millones de muertos.
"Vamos a anunciar nuestro plan de acción en función de la evolución de este tema", advirtió Erdogan afirmando que "Turquía aún está en un periodo de paciencia".
La presidencia francesa precisó que el jefe del Estado, Nicolas Sarkozy, promotor de este proyecto de ley, lo promulgará en un período de 15 días.
Erdogan, que utilizó un tono más moderado que lo esperado, manifestó la esperanza de que Francia "repare su error" y criticó las ambiciones de Sarkozy de cara a la elección presidencial francesa de mayo para seducir a un electorado de origen armenio y no a Francia en general, aliada de Ankara en la OTAN y socio estratégico, comercial y político.
El primer ministro precisó que su gobierno se esforzaba por lograr que los senadores franceses acudan al Consejo Constitucional, máxima instancia francesa que vela sobre la constitucionalidad de las leyes, para obtener la anulación del proyecto.
El presidente turco, Abdulá Gul, dijo por su parte que esperaba que "60 senadores franceses actúen" para anular el texto, y advirtió que una vez promulgado "es seguro que las relaciones turco-francesas no serán las mismas".
De momento, el embajador de Turquía en Francia permanece en su puesto pero Ankara, que lo llamó brevemente a consultas tras un primer voto de los diputados franceses el 22 de diciembre, planea esta vez retirar al diplomático y reducir su nivel de representación en Francia cuando el texto cobre fuerza de ley, subrayó una fuente informada.
Luego del voto en primera instancia, Ankara anunció que congelaba la cooperación político-militar con Francia y amenazó con una segunda ola de retorsiones.
Francia tiene una importante presencia económica en Turquía, un mercado en plena expansión donde operan unas 400 empresas francesas con 11.500 millones de euros de inversiones directas acumuladas.
Concretamente, los grupos EDF y Alstom podrían perderse jugosos contratos en el ámbito de la energía, donde "Francia estaba bien situada, al menos técnicamente, para la construcción de una central nuclear", según Raphael Esposito, director de la cámara de comercio francesa en Turquía.
Una preocupación a la que quita hierro un empresario francés que pidió el anonimato, diciendo que "los empresarios turcos son hombres pragmáticos, y las dos economías están ya muy imbricadas".
Un partido nacionalista turco convocó manifestaciones para este martes delante de la embajada de Francia en Ankara y del consulado francés en Estambul para criticar el voto. "El genocidio armenio es una mentira imperialista", se podía leer en un cartel.
Frente a estas reacciones, el canciller francés, Alain Juppé, pidió a Turquía "sangre fría".
En tanto, Armenia, principal interesado, dio las gracias a Francia: "Es una jornada histórica para los armenios en el mundo entero", celebró el presidente Serge Sarkisian en una carta enviada a Sarkozy.
AFP