Independencia de Escocia, vista con escepticismo en Glasgow | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Septiembre de 2013

En la ciudad de Glasgow, antes un floreciente centro industrial y ahora empobrecida, la independencia de Escocia no suscita entusiasmo pese a las promesas de prosperidad que la acompañan.

 

Este miércoles falta un año exactamente para el histórico referéndum en que 5,3 millones de votantes escoceses decidirán si se separan de Gran Bretaña -Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte- y se convierten en ciudadanos de un nuevo Estado.

En las calles de Glasgow, el entusiasmo era escaso el martes.

 

"Mira cómo está este lugar. La independencia no supondría la menor diferencia", explicaba bajo la lluvia Brian Reilly, echando un vistazo a lo que antes era su joyería, en un calle de tiendas de aspecto triste y pubs cerrados, de uno de los barrios más pobres de la ciudad.

 

"No hay dinero. Drogadictos por todas partes. Los políticos no han hecho nada por este lugar", dijo este hombre de 54 años que tuvo que cerrar su tienda en febrero.

Alcoholismo, drogadicciones y escasez son los signos del declive de esta ciudad que una vez fue próspera gracias a sus astilleros, las fundiciones de acero y otras industrias pesadas. Las acentuadas desigualdades en la salud de sus ciudadanos han dado nombre a un término médico, "el efecto Glasgow".

 

Con un tercio de sus hogares sin un sólo miembro con trabajo, Glasgow es la capital británica del desempleo, de acuerdo con las datos oficiales difundidos en el último mes.

Sin embargo, en las últimas décadas la ciudad ha recibido dinero para su regeneración y el año que viene acogerá los juegos de la Commonwealth.

 

Edificios relucientes y futuristas se amontonan en las laderas del río y las autoridades publicitan la ciudad como un centro para la manufactura especializada y las compañías de medios digitales.

-- "Sería el peor divorcio de la historia" --

Glasgow es sede de una de las universidades más antiguas del mundo angloparlante -fue fundada en 1451- y los estudiantes que la frecuentaban el martes tenían opiniones firmes sobre el referéndum.

"Votaré 'no'", explicó a la AFP la estudiante de ciencias políticas Maria Ure. "Hay demasiadas preguntas sin respuesta en caso de ruptura. ¿Tendremos ejército propio? ¿Seremos miembros de la ONU y la OTAN?".

Shaun Gallacher, estaba de acuerdo.

"Sería el peor divorcio de la historia", afirmó mientras distribuía publicidad a las puertas de la universidad de una discoteca gay.

"Estaríamos fastidiados. Creo que Escocia tiene mejores oportunidades en el panorama internacional siendo parte de Gran Bretaña. Uno no quiere ser ese pequeño país que no tiene ni voz ni voto en ningún lado".

Su amiga Jodie McKenna, al contrario, votará por la independencia porque "Escocia tiene mucho más que ofrecer por sí sola".

Los sondeos de opinión sitúan sistemáticamenrte el apoyo a la independencia en un tercio de los votantes escoceses, aunque el jefe del gobierno escocés, el nacionalista Alex Salmond, afirma que un año es tiempo suficiente para invertir esta tendencia.

Salmond prometió que la independencia haría más rica a Escocia -por las reservas de petróleo del mar del Norte- y más igualitaria, un argumento para seducir a un electorado tradicionalmente de izquierda.

"Somos un país socialista por naturaleza", dijo Mick McNulty, un electricista de 59 años, mientras tomaba una pinta de cerveza en un bar de Glasgow.

Como muchos escoceses, nunca perdonará a la primera ministra conservadora Margaret Thatcher por el desmantelamiento de la industria pesada, y tampoco es partidario del actual premier, el también conservador David Cameron.

"Si se trata de elegir entre la independencia o soportar más años de gobierno conservador, los escoceses elegirán la independencia", dijo McNulty.

Pero en el barrio acomodado de Pollokshields, no hay mucho entusiasmo por la independencia.

"Escocia no sobreviviría por sí sola, pero muchos de los escoces (independentistas) no están pensando, están pensando emocionalmente" explicó June Charlton, parte de un grupo de mujeres en la cincuentena que tomaban un café tras su clase de yoga.

 

Su amiga Julie Hanson sugirió burlonamente que los separatistas quieren imitar al actor Mel Gibson en la película "Braveheart", en la que interpreta a un guerrero heroico que lideró a los escoceses en las guerras contra los ingleses en el siglo XIII.

"Es algo de macho escocés", dijo la instructora de yoga. "No lo han pensado en absoluto".