Los países asiáticos, incluido China y Japón, lanzaron el martes las negociaciones para crear dos zonas de libre comercio, unos proyectos ambiciosos en competencia con un tercero, promovido por Washington, y desarrollados en un contexto de fuertes tensiones territoriales.
China y Japón, segunda y tercera economías mundiales, así como Corea del Sur, dieron luz verde a unas conversaciones a principios de 2013 para un acuerdo comercial trilateral.
Al mismo tiempo, 16 países -incluidos los tres motores de la economía asiática- iniciaron conversaciones para la "cooperación económica integral regional" (RCEP), potencialmente la zona más importante de libre comercio del mundo, al margen de la Organización Mundial del Comercio.
Las perspectivas son atractivas pero complicadas: numerosos participantes en estos futuros pactos están implicados en disputas territoriales.
Japón y China se oponen a propósito de un archipiélago en mar de China Oriental, cuando Tokio y Seúl se disputan islotes aislados entre los dos países.
El proyecto triangular a él solo crearía una zona colosal, con intercambios comerciales que se elevan ya a 514.900 millones de dólares en 2011, según Tokio.
Pero China quiere ir más allá, y ve ese pacto como un "importante medio para forjar un acuerdo comercial más amplio en la región".
En cuanto al RCEP, contará en total con 16 países: los diez de la ASEAN (Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Birmania, Filipinas, Singapur, Tailanda y Vietnam), los tres gigantes asiáticos, así como India, Australia y Nueva Zelanda.
En el papel, se trata de un mercado único de 3.500 millones de habitantes con un Producto Interior Bruto de 23 billones de dólares, un tercio del PIB mundial. Y una zona que reduciría la dependencia de los países miembros respecto a las economías occidentales en crisis.
Pero aquí también, la política tiene su peso. Pekín y Hanoi se disputan los archipiélagos de Spratleys y de Paracels, supuestamente ricos en hidrocarburos. Y los Spratleys también los reivindicada Filipinas.
Lo importante es "tratar de aislar las dos cuestiones", reveló Surin Pitsuwan, secretario general de la Asociación de Naciones de Asia del Sureste (ASEAN), de la cual diez miembros forman parte del proyecto RCEP.
"La integración económica deberá ir para adelante (...) porque todo el mundo se beneficia de esta nueva arquitectura".
Los analistas esperan que las disputas territoriales no minen los proyectos comerciales, e incluso que estos permitan apaciguar las tensiones.
"La integración económica (...) ayudará a reducir los riesgos de un verdadero conflicto armado", estimó así Guo Yu, analista de Maplecroft.
"A fin de cuentas, lo que más cuenta es el desarrollo económico y la mejora del bienestar (...). Con más bienestar viene la moderación", añadió Iman Pambagyo, director general del comercio internacional en Indonesia.
El RCEP, que estaría dominado por China, podría suponer un contrapeso a un tercer proyecto, el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico (TPP), en curso de conversaciones con Estados Unidos y otros diez países en la región.
Mientras que la zona de Asia-Pacífico se ha convertido en una prioridad estratégica por Washington, responsables estadounidenses esperan que el TPP pudiera desembocar en una zona de libre comercio en la región.
Pero China parece reticente.
La lucha de influencia entre Pekín y Washington y sus querellas comerciales hacen "simplemente no factible en el clima diplomático actual" una zona de libre comercio que incluya a las dos primeras economías mundiales, subraya Guo Yu.
AFP