Goytisolo, el inventor del lenguaje escrito | El Nuevo Siglo
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Domingo, 11 de Junio de 2017
Vivián Murcia G.*

JUAN GOYTOSOLO (Barcelona, 1931) fue uno de los pioneros de los encuentros literarios de Formentor, un grupo encabezado por Luis Barral y Camilo José Cela en los que Goytisolo participó, por primera vez, en 1959. La importancia de las conversaciones literarias resultó fundamental en los años sesenta ya que, mientras España vivía el desarrollismo y la dictadura franquista, los escritores buscaban la liberación de las ataduras del régimen.

 Goytisolo fue el tercero de una familia catalana burguesa que vivió las penurias de la guerra. Su madre murió en un bombardeo de la aviación franquista en 1938, cuando él tenía siete años. Este hecho, sumado al hambre y la pobreza de la Guerra Civil y de la posguerra, hicieron de Goytisolo un joven interesado por la vida de países más cosmopolitas como Francia donde pasó largos periodos de su vida.

 Las primeras novelas de Juan Goytisolo buscan retratar el atraso y la opresión en que vivió la mayoría de los españoles durante la posguerra y cumplir, así, con el papel informativo que corresponde a la prensa en los países democráticos. Su primera obra publicada, Juegos de manos, data de 1954, fecha en que abandonó la universidad en Barcelona donde se formaba en Derecho y se declaró ateo.

Vivió en París, en Tánger, en Marrakech. Entre 1969 y 1975 ejerció de profesor de literatura en universidades de California, Boston y Nueva York; de esta época son sus novelas Vida de Estebanillo González, hombre de buen humor y la combativa antología del heterodoxo José María Blanco White, su alter ego, escrita con la intención de atacar veladamente al cerrado régimen franquista, que prohibió o censuró varias de sus obras y mantuvo, por medio de la prensa oficial, una continua hostilidad hacia él.

 La conversaciones de Formentor le sirvieron para encontrar un espacio de liberación en medio del régimen, la posibilidad de compartir experiencias literarias con otros autores provenientes de, entonces, países más avanzados culturalmente como México. En estos encuentros cultivó una profunda amistad con Carlos Fuentes de quien lamentó su muerte en 2012. Ese año Goytisolo recibió el Premio Internacional de Formentor por su trayectoria y que fue fallado por un jurado presidido por Carlos Fuentes. Entonces, Goytisolo recordó y extrañó a su amigo mexicano.

 Entre los ganadores del Premio Internacional de Literatura de Formentor se cuentan nombres como: Samuel Beckett, Jorge Luis Borges, Carlo Emilio Gadda, Juan García Hortelano, Jorge Semprún, Nathalie Sarraute, Saul Bellow, Witold Gombrowwicz. “Tengo recuerdos formidables de aquellos tiempos”, comentaba Goytisolo en el diario ‘El País’, al recibir el premio.

 Juan Goytisolo publicó su primera novela cuando tenía 14 años, sin embargo, a partir de Señas de identidad (1966), el escritor se propuso modificar las coordenadas de su programa estético y abandonar el compromiso sociopolítico característico del denominado “realismo crítico” por un compromiso más radical y, según explicaba, más propio del escritor: “el compromiso primordial con el lenguaje”.

 Herbert Marcuse, en El Hombre Unidimensional, un estudio sobre el mecanismo y funcionamiento de la sociedad moderna, dedica unas páginas al problema del lenguaje como medio de expresión individual y comunicación de masas en un mundo peligrosamente estratificado y controlado. Dice Marcuse: “En este mundo, las palabras y los conceptos tienden a coincidir, o mejor dicho, el concepto tiende a ser absorbido por la palabra. Aquél no tiene otro contenido que el designado por la palabra de acuerdo con el uso común y generalizado, y, a su vez, se espera de la palabra que no tenga otra implicación que el comportamiento (reacción) común y generalizado. Así, la palabra se hace cliché, y como cliché gobierna al lenguaje hablado o escrito”.

 Como lo recordó Matilde Albert Robatto, en una ponencia sobre el trabajo de Goytisolo, “por el contrario, el creador, debido a su peculiar condición, pretende alcanzar un lenguaje adecuado al intento de recrear su realidad cambiante y pluridimensional. Contra esa lengua fosilizada, burdo instrumento de propaganda, Juan Goytisolo ha manifestado en diversas ocasiones su firme rechazo. En el ensayo La novela española contemporánea, incluido en su libro Disidencias, opina de la siguiente manera:

“Para criticar la realidad del país era preciso empezar por la crítica de su lenguaje. Esta convicción la materializó en su obra literaria y no sólo ensayística”

 ‘En una primera etapa nuestra generación había endosado, como un traje de confección, el lenguaje heredado de nuestros mayores: ese insoportable castellanismo del 98, convertido, a fuerza de imitación y de copia, en código insignificante y vacío, en vasto y asolador pudridero. La inadecuación del propósito crítico a un instrumental expresivo acrítico -un lenguaje incapaz de filtrar ya, a través de su sintaxis calcárea, la complejidad y fluidez del mundo moderno-  acabó por convertirse para algunos en una pesadilla estética’”.

Las preocupaciones sociopolíticas y España -el gran tema de toda la obra goytisoliana- están presentes desde la primera hasta la última novela. Sin embargo, la renovación y el cambio se hacen posibles a partir del lenguaje, y en la segunda etapa Juan Goytisolo encuentra realmente un nuevo camino para su novela, cuando ésta se convertirá, como él lo dijo, en "la aventura de una escritura".

Entonces, Goytisolo identificó como parte de su trabajo literario la lucha contra las formas artísticas envejecidas “que nos aprisionaban e impedían seguir adelante”. Para criticar la realidad del país era preciso empezar por la crítica de su lenguaje. Esta convicción la materializó en su obra literaria y no sólo ensayística.

 Si se tiene en cuenta la forma expresiva de las novelas Juegos de manos (1954), más tarde el progreso en La resaca (1958) y el giro de noventa grados en Señas de identidad (1966), se obtiene un breve panorama de la evolución del lenguaje en la narrativa de Goytisolo.

 El protagonista-narrador de Reivindicación del Conde Don Julián advierte: “hay que rescatar vuestro léxico: desguarnecer el viejo alcázar lingüístico”. En Juan sin Tierra (1970) la crítica se hizo más dura: «habla peninsular codificada e inmóvil, acumulación de proverbios y de frases hechas, vasto panteón de secular excremento idiomático: los lugares comunes brotan sin retención de sus labios»”.

 “Ese es el lenguaje que fluye en la segunda parte de la novela goytisoliana y que logra traspasar las fronteras peninsulares, pues Juan Goytisolo no es sólo un escritor español, es también un escritor en lengua española y, por tanto, un escritor del mundo hispanoamericano”, asegura Matilde Albert Robatto, en su ensayo.

 Carlos Fuentes señalaba: "Si Luis Buñuel representa, en el más alto grado, nuestro reencuentro con la verdadera e inmutilable tradición española, Juan Goytisolo, a su vez, significa el encuentro de la novela española con la que se escribe en Hispanoamérica”.

 Con Señas de identidad, Juan Goytisolo intentó responder a una realidad compleja dada por el desarrollismo español que encontraba a los escritores sin libertades, pero con una aparente modernidad en el régimen de Franco. Cuando Goytisolo dijo que su búsqueda era la de “introducir un punto de vista suyo a la escritura”, era el anuncio de que tenía que reinventar el lenguaje escrito.

(*) Directora del Potalvoz. @vivimur83 / @elportalvoz