Gardeazábal le canta la tabla a Cali | El Nuevo Siglo
Jueves, 16 de Enero de 2014

Para el escritor Gardeazábal la capital vallecaucana es repelente, pretenciosa y extravagante. A continuación publicamos apartes de un prólogo que nunca vio la luz. (Libro publicado en diciembre por Fundación Carvajal y Mincultura donde se vetó su inclusión).

Los desarraigados

"Yo podría entonces haber corrido la suerte de haberme sentido tan caleño cuando fui a vivir a Cali, como lo es uno de esos negros de Aguablanca  que tienen sus ancestros en las orillas de los ríos de la Costa Pacífica o sentirme tan desarraigado en los ámbitos caleños como se pueden considerar los miles de indígenas que llegaron desde el Cauca a pelear por el espacio en las barriadas con los nariñenses, o los tolimenses que se abrieron campo atraídos por una gran ciudad de tierra caliente en donde encontrarían trabajo y futuro.

Los guetos. Cali es una ciudad con ganas de ser cosmopolita pero que no ha pasado de ser una ciudad dividida en dos guetos por una avenida, la Simón Bolívar. Al oriente, el gueto mayúsculo de Aguablanca y sus agregados con la mayor población negra, al oeste la ciudad antigua con sus cada vez más rancias pero más escasas familias blancas que con una pretendida generosidad les han permitido a otro poco de gente de estratos sociales superiores convivir con ellos en circunstancias muchísimo más cómodas que las del otro gueto.

La revoltura.Cali podría ser considerada como un amasijo de vertientes negras e indígenas muy definidas, de ancestros blancos feudales y de inmigrantes blancos, morenos y mestizos llegados desde campos y veredas, de municipios cercanos. Sin embargo nadie puede negar que buena parte de sus negocios son manejados por colonias venidas de más lejos como las marinillas, las nariñenses o las tolimenses. De esa revoltura  nace la absurda incapacidad de su pretendida clase dirigente, y de donde debe haber salido el sentimiento de antipatía que Cali me genera.

Un sentimiento y unas heridas. Hice buena parte de mi proyección vital desde Cali. Desde allí me hice conocer y leer. Fue en ella donde libré las feroces batallas de supervivencia y reconocimiento. Pero acaso porque las heridas que tales combates me dejaron no he podido cerrarlas, cada que asumo la posibilidad de entender a la capital vallecaucana me encuentro con un sentimiento de repulsa que no he podido entender pero que no puedo negar de ninguna manera.

Sociedad perversa. Recordar a Cali... desde donde construí los parapetos para banderillar esa sociedad perversa, para hurgarle en sus secretos y desnudarla ante la faz de mis lectores...  todos los años de vivencia en Cali me permitieron descubrir una vacuna polivalente, para no dejarme embaucar de sus bellezas y querenduras ni mucho menos caer en sus maluquerías extravagantes.

El tributo. Este libro es un tributo a la ciudad que maldigo en mis sueños. Leerlo entonces puede llevarlos a entender su éxtasis y hasta caer una vez más en él, para ser desde lejos, víctima de su especial manera de arropar con repelencia.