Image
Un dejá vú para reencontrar los valores que los padres fundadores infundieron como el ADN de Europa, tales como el humanismo, la defensa de los derechos humanos, la democracia y la libertad pidió el papa Francisco al esbozarles sus sueños para un nuevo Viejo Continente.
Construir puentes, derribar muros, empuñar las armas del diálogo y protagonizar batallas de encuentro fueron, entre otras, las frases clave empleadas por el Pontífice para plantear una refundación de Europa para la cual, dijo, sus dirigentes deben mostrar audacia porque solo así podrán “transformar radicalmente los actuales modelos económicos y sociales”.
"¿Qué te ha sucedido Europa humanista, defensora de los derechos humanos, de la democracia y de la libertad? ¿Qué te ha pasado Europa, tierra de poetas, filósofos, artistas, músicos, escritores? ¿Qué te ha ocurrido Europa, madre de pueblos y naciones, madre de grandes hombres y mujeres que fueron capaces de defender y dar la vida por la dignidad de sus hermanos?". Con estos interrogantes comenzó el Papa su discurso ante varios dignatarios europeos que se dieron cita en la imponente Sala Regia del Palacio Apostólico en donde le fue otorgado al líder espiritual el premio Carlomagno.
"Los proyectos de los padres fundadores, mensajeros de la paz y profetas del futuro, no han sido superados: inspiran, hoy más que nunca, a construir puentes y derribar muros", afirmó en un apasionado llamamiento para una inaplazable transformación del continente, abocado a múltiples e inaplazables retos, entre ellos el incesante flujo de migrantes.
Se hicieron presentes la mayoría de los líderes de la Unión Europea (UE), entre ellos la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel y los presidentes de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, del Parlamento europeo, Martin Schulz, y del Consejo de la UE, Donald Tusk, todos ellos ganadores del Premio en ediciones anteriores, así como el rey de España, Felipe VI.
Todos escucharon atentamente la voz del Papa, matizada por su profundo mensaje y que podría calificarse como una segunda parte del discurso que pronunció en noviembre de 2014 en el Parlamento Europeo cuando instó a que el Viejo Continente volviera a convertirse "en un precioso punto de referencia para la humanidad".
Pausada, pero marcadamente, les recordó los retos del pasado, citó entre otros al escritor Elie Wiesel, superviviente de los campos de exterminio nazis, y los invitó a un "nuevo humanismo" basado en tres ejes fundamentales: la capacidad de integrar, la capacidad de comunicación y la capacidad de generar.
"Hoy en día es imprescindible realizar una 'transfusión de memoria'. Es necesario 'hacer memoria', tomar un poco de distancia del presente para escuchar la voz de nuestros antepasados. La memoria no sólo nos permitirá que no se cometan los mismos errores del pasado, sino que nos dará acceso a aquellos logros que ayudaron a nuestros pueblos a superar positivamente las encrucijadas históricas que fueron encontrando", recalcó.
El papa condenó también sin titubear "los retoques cosméticos o compromiso tambaleante", al referirse a los acuerdos para expulsar a los migrantes, un tema que abordó en su reciente visita a la isla griega de Lesbos, de la que regresó con un grupo de refugiados sirios.
Francisco recordó que "las raíces de Europa se fueron consolidando en el transcurso de su historia, aprendiendo a integrar", dijo, tras resaltar que "la identidad europea es, y siempre ha sido, una identidad dinámica y multicultural".
Para lograr esos "sueños", el pontífice argentino propuso buscar "nuevos modelos económicos más inclusivos y equitativos, orientados no para unos pocos, sino para el beneficio de la gente y de la sociedad".
En su discurso, el papa, que suele recurrir a figuras literarias, invitó a los europeos "a armar a sus hijos con las armas del diálogo" y a "enseñarles la buena batalla del encuentro".
Francisco instó también a no olvidar a la juventud: "Ellos no son el futuro de nuestros pueblos, son el presente; son los que ya hoy con sus sueños, con sus vidas, están forjando el espíritu europeo", dijo. A renglón seguido enfatizó que “no podemos pensar en el mañana sin hacerlos (a los jóvenes) partícipes y protagonistas de este cambio”
Francisco, hijo de emigrantes italianos, concluyó su discurso enumerando sus ocho sueños para Europa.
El jalón de orejas papal fue de gran recibo entre los presentes y así lo expresó uno de ellos, el alemán Martin Schultz, presidente del Parlamento Europeo, quien visiblemente emocionado declaró “Escuchar al papa hablar de sus sueños para Europa nos debe servir de inspiración para comprometernos a favor de una mayor integración, algo que contradice la evolución actual de Europa, cada vez más dada al nacionalismo"
Agregó que "este discurso debería ser leído en todas las capitales de Europa".
Francisco y el sueño europeo
Inspirado en el reverendo Martin Luther King y su famoso discurso “Tengo un sueño”, el papa Francisco enumeró su visión de la nueva Europa.
• "Sueño con una Europa joven, capaz de ser todavía madre: una madre que tenga vida, porque respeta la vida y ofrece esperanza de vida”
• "Sueño una Europa que se hace cargo del niño, que como un hermano socorre al pobre y a los que vienen en busca de acogida, porque ya no tienen nada y piden refugio"
• "Sueño una Europa que escucha y valora a los enfermos y a los ancianos, para que no sean reducidos a objetos improductivos de descarte"
• "Sueño una Europa, donde ser emigrante no sea un delito, sino una invitación a un mayor compromiso con la dignidad de todo ser humano”
• “Sueño con una Europa donde los jóvenes respiren el aire limpio de la honestidad, amen la belleza de la cultura y de una vida sencilla, no contaminada por las infinitas necesidades del consumismo; donde casarse y tener hijos sea una responsabilidad y una gran alegría y no un problema debido a la falta de un trabajo suficientemente estable"
• "Sueño una Europa de las familias, con políticas realmente eficaces, centradas en los rostros más que en los números, en el nacimiento de hijos más que en el aumento de los bienes"
• "Sueño con una Europa que promueva y proteja los derechos de cada uno, sin olvidar los deberes para con todos"
• “Sueño con una Europa de la cual no se pueda decir que su compromiso por los derechos humanos ha sido su última utopía", concluyó.