La obra insignia del chileno le valió reconocimiento internacional y generó una revolución en las letras hispanoamericanas, aunque algunas voces afirman que su fama tiene que ver con su prematura muerte.
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“LOS DETECTIVES salvajes”, una de las novelas más importantes de la década de los noventa y la que catapultó a Roberto Bolaño al estrellato de la literatura mundial, cumple 20 años. La muerte del chileno a los 50 años, a la que precedió un frenesí creativo que finalizó con la publicación de sus obras póstumas “2666” y “El espíritu de la ciencia ficción”, lo convirtió en una figura de culto de la vanguardia literaria de finales del siglo XX.
Algunos críticos, como el escritor Enrique Vila-Matas, afirman que Bolaño tuvo la misma relevancia que otras grandes figuras sudamericanas del pasado siglo como Julio Cortázar o Jorge Luis Borges. Mientras para otros, la muerte del chileno dotó su figura de un misticismo que sobrepasa su capacidad creativa.
“Los detectives salvajes” narra las aventuras de Arturo Belano, el más recurrente álter ego de Bolaño, y de Ulises Lima, álter ego de su amigo Mario Santiago Papasquiaro, de cuyas peripecias conocemos a través de las declaraciones de terceros que han sido testigos de sus andanzas tras las huellas de Cesárea Tinajera, una poeta mexicana desaparecida inmediatamente después de la revolución. La búsqueda por la poeta se extiende veinte años, y durante esta, los protagonistas sufren los rigores de una sociedad en la que todo se ha mercantilizado, y en la que la poesía se ha visto relegada a los desadaptados.
Para Jorge Mario Sánchez Noguera, Doctor en Literatura de la Universidad de Los Andes y profesor de la Universidad Santiago de Cali, la novela muestra una sociedad que está en continuo cambio, en la que los hechos transcurren en una multiplicidad de espacios y tiempos que obligan a los personajes a moverse constantemente, pero a su vez los lugares cambian de manera vertiginosa, una sensación que se acentúa por la multiplicidad de las voces narradoras. Para Sánchez Noguera, uno de los más grandes méritos de la novela es que, a pesar de su complejidad y carácter experimental, es una novela agradable de leer.
Los detractores
A pesar de su indudable éxito literario, “Los detectives salvajes” y en general Bolaño mismo, han sido susceptibles a críticas. Para algunos, la literatura de Bolaño no tiene mayor mérito que el de haber roto algunos esquemas de la literatura contemporánea, otros incluso se atreven a afirmar que la figura del chileno se vio magnificada después de su muerte, como ha pasado con otros autores y artistas.
El escritor colombiano Pablo Montoya, ganador del Rómulo Gallegos 2015, es una de las voces más notables que se ha atrevido a criticar la obra de Bolaño. Montoya ha afirmado en la revista Literariedad, que la propuesta polifónica de “Los detectives salvajes” no es del todo eficaz, y que las voces de los narradores suenan “más o menos igual”. También afirma que los catalanes, argentinos y demás personajes presentes en la novela, tienen las mismas características, el mismo sentido del humor y los mismos acentos forzados.
Por su parte, el periodista cultural Jaír Villano, en una columna de El Espectador, criticó aquella famosa opinión del español Ignacio Echeverría, quien afirmaba que “Los detectives salvajes” era la novela que Borges hubiera aceptado escribir. Villano considera que esta opinión es tan exagerada como desacertada, pues si algo caracterizaba a Borges, era precisamente lo prolijo de su lenguaje, una característica de la que, según él, adolece el chileno. La opinión de Villano coincide con la de Montoya, quien además afirma que la novela se extiende innecesariamente en algunos apartados. Sin embargo, a pesar de estas apreciaciones, ninguno de ellos resta mérito creativo al genio de Bolaño, y admiten que su obra llegó en un momento en que la sociedad podía identificarse con su contenido.
¿Una autobiografía?
El fuerte componente autobiográfico es uno de los elementos más importantes a la hora de comprender la obra de Bolaño. En “Los detectives salvajes” nuevamente vemos a un Arturo Belano exiliado, persiguiendo un ideal ético y poético en el exilio, personificado en la mexicana Tinajera, y que según Sánchez Noguera, es su temática central. La novela bien puede interpretarse como un recuento de las experiencias del autor durante su tiempo en México, de sus locaciones frecuentadas y de sus inquietudes literarias. Esto se hace aún más visible si se tienen en cuenta las notables similitudes y referencias a personajes de la vida real incluidos en el libro, algunos de ellos con nombre propio, tales como Octavio Paz o Carlos Monsiváis, por mencionar solo algunos.
Previamente, Belano había protagonizado el relato “Sensini”, la historia que da inicio al libro de cuentos “Llamadas telefónicas”, y en el que narra la relación epistolar que el personaje sostiene con Luis Antonio Sensini, otro autor latinoamericano exiliado en España. Es fácil rastrear el origen de esta historia cuando comprendemos el intercambio de cartas que Bolaño, exiliado chileno, sostenía con Antonio di Benedetto, un escritor argentino también desterrado de su propia patria por razones políticas.
El legado de Bolaño ha formado un caudal de seguidores que no parece decrecer con el tiempo. Las intensas batallas legales entre la editorial Feltrinelli y la viuda del escritor por los derechos de reproducción de su obra, dan cuenta de la relevancia que aún ostenta su figura. Se trata de una relevancia que no se diluirá mientras haya quienes comparen su talento con el de los grandes autores del boom, y sobre todo, que seguirá vigente mientras los lectores perciban similitud entre la sociedad de “Los detectives salvajes” con la sociedad contemporánea.
*Colaborador de EL NUEVO SIGLO