El Papa argentino Francisco rezó este Viernes Santo por Oriente Medio y la amistad con los musulmanes en su primer primer Via Crucis, celebrado en el Coliseo romano, como líder de la Iglesia católica.
"Los cristianos deben responder al mal con el bien", dijo Francisco, quien recordó el viaje de su predecesor, el Papa Benedicto XVI al Líbano en septiembre pasado, cinco meses antes de renunciar al pontificado.
"Hemos visto la belleza y la fuerza de la comunión de los cristianos de aquella Tierra y de la amistad de tantos hermanos musulmanes y muchos otros", recordó.
Vestido con un abrigo blanco, Francisco siguió desde la terraza del Palatino las 14 estaciones que rememoran el calvario de Cristo escenificadas alrededor del Coliseo romano, donde, según la leyenda, fueron arrojados muchos cristianos a los leones en los primeros siglos.
Varios miles de personas de todo el mundo, muchos de ellos latinoamericanos, e incluso egipcios de confesión musulmana, se dieron cita en este incomparable marco para conmemorar este punto álgido de la liturgia pascual.
"Adoramos todos al mismo dios, no debería haber problemas", dijo a la AFP la egipcia Naglaa Shahin, de 35 años y la cabeza cubierta con velo. "El 90% de los musulmanes pensamos lo mismo", dijo.
La falta de visibilidad y el mal sonido, hicieron que muchos acabaran yéndose mucho antes del final del Vía Crucis, retransmitido por televisión a varios países incluidos algunos árabes, y que concluyó con un canto maronita.
Y es que los maronitas libaneses, una rama del cristianismo, fueron los protagonistas del Rito de la Pasión celebrada poco antes en la Basílica del Vaticano.
El Papa pudo escuchar las meditaciones de dos jóvenes libaneses que hablaron de las guerras que desangran Oriente Medio, en particular la guerra de Siria, y escenario de la difícil coexistencia entre musulmanes y cristianos, el auge del islam y la huida de muchos cristianos de la región ante la persecución que sufren, en particular en Egipto.
"Que la sangre de las víctimas inocentes sea la semilla de un Oriente más fraterno", que vuelva a ser la "cuna de las civilizaciones", dijeron.
El papa emérito Benedicto XVI había encargado antes de su renuncia estas meditaciones al patriarca de la Iglesia maronita libanesa Bechara Rai y éste encomendó su redacción a dos jóvenes.
Las meditaciones también aludieron a las amenazas a la vida en los países occidentales, según la Iglesia, como el aborto, la eutanasia, las manipulaciones genéticas.
Estas han puesto de manifiesto el "fundamentalismo violento" y el "laicismo ciego que ahoga los valores de la fe y de la moral en nombre de la supuesta defensa del hombre".
Conceptos que Francisco, que alza constantemente su voz a favor de la "protección", asume plenamente.
El papa argentino, de 76 años, ha acortado y simplificado algunas de estas ceremonias litúrgicas, como reconoció el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
Cercanía con los más necesitados
Francisco, el primer jesuita que llega al sillón de Pedro, ha dejado claro en poco más de dos semanas de pontificado que quiere un cambio para esta milenaria institución cuya imagen se ha visto empañada en los últimos años por las luchas intestinas de poder, los sacerdotes pederastas o la turbia actividad económica del banco del Vaticano.
Quizá, el mensaje más contundente lo dio el Papa el Jueves Santo, cuando se desplazó a una cárcel de menores de Roma, "Casal del Marmo", donde ofició una misa ante medio centenar de jóvenes y lavó los pies a 12 de ellos, dos de ellos musulmanes, en una ceremonia que conmemora la última de cena de Jesús con los doce apóstoles.
El sábado, el Papa seguirá con la Vigilia Pascual, que celebra en la noche de Pascua la resurrección de Jesús. El Papa bautizará a cuatro adultos convertidos al catolicismo: un albanés, un italiano, un ruso y un estadounidense de origen vietnamita.
El domingo celebrará en la Plaza de San Pedro la misa de Pascua ante decenas de miles de peregrinos y pronunciará la tradicional bendición "Urbi et Orbi" ("a la ciudad y al mundo").
AFP.