El papa Francisco pidió en el Regina Coeli, uno de los cuatro himnos a la Virgen en el catolicismo, ante decenas de miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro en el Vaticano, que la fe cristiana se refleje en el comportamiento de cada uno.
"Manifestar en la vida el sacramento que hemos recibido", exhortó el papa argentino desde la ventana del estudio del Vaticano ante una expectante masa de gente que le aplaudió en varios momentos de su corto mensaje leído en italiano, al término del cual les deseó buen provecho para el inminente almuerzo.
"Cristo ha vencido el mal de forma total y definitiva, pero a nosotros, los hombres de nuestro tiempo, nos espera acoger esta victoria en nuestra vida y en la realidad concreta de la historia y de la sociedad", dijo el flamante Papa, elegido al trono de San Pedro el pasado 13 de marzo.
El papa jesuita recordó en este mensaje, que reemplaza al Ángelus durante la semana pascual, que los sacramentos y la fe cristiana deben traducirse en "comportamiento, gestos y elecciones" en la vida de cada día.
Y es que todo pasa por el corazón humano, recordó, porque si "cambio las cosas que no son buenas, que pueden hacer mal tanto a uno mismo como a los demás, permito la victoria de Cristo afirmarse en mi vida, prolongar su acción benéfica".
Ante los aplausos de los peregrinos, Francisco permaneció unos instantes dubitativo y saludando con la mano en la ventana del estudio del palacio apostólico, que domina la imponente plaza del corazón del catolicismo.
El Papa tenía previsto visitar en la tarde de este lunes de Pascua a la cripta vaticana para orar ante la tumba de Pedro, del que es su 265º sucesor.
A lo largo de esta Semana Santa, la primera que preside como jefe de la Iglesia católica, Francisco ha dado multitud de pistas que indican un cambio profundo en la Iglesia católica, que en los últimos años se ha visto salpicada por los escándalos y la sangría de fieles.
En la bendición urbi et orbi del domingo fustigó los conflictos que salpican Oriente Medio, África y la escalada verbal que amenaza con el enfrentamiento en la Península de Corea, así como el tráfico de personas y drogas.
El papa argentino parece haber elegido el italiano como su lengua oficial para comunicarse en los actos oficiales, dando una imagen de sobriedad a sus intervenciones, en contra de lo que solían hacer sus predecesores que a menudo terminaban saludando en varios idiomas a los peregrinos.