Por primera vez abre sus puertas al stand-up comedy, el teatro La Maldita Vanidad, de Bogotá, para ofrecer al público una quincena pletórica de distensión y risas, con una nueva generación de comediantes: Rafa López, Checho Leguizamón y Pamela Ospina.
Después de siete años de trabajo inconstante, Rafa López presenta esta noche su primer show: “Rafa de Dos patas”. Una sobredosis de ideas censurables sobre las relaciones de pareja, los enanos, los bizcos, los mancos, la vida sexual de los papás y hasta la biblia. Este show busca hacer que el público se cuestione y asuma de manera más crítica lo políticamente correcto, el amor, las relaciones, la religión, la homosexualidad y las enfermedades del colon. Un show solo para adultos y viejitos chéveres, que exige del público que dejen sus prejuicios en casa.
Poseedor de una comedia disparatada y paradójica, Checho Leguizamón estará del 28 de junio al primero de julio presentando “Con Ínfulas de Estrellita”. Su look de Jimmy Salcedo post-apocalíptico, su camisa de satín rojo y su corbatín de pepitas lo hacen ver como el resultado del amor prohibido entre Jig Saw y Hello Kitty. Chistes de átomos, moléculas y protones brotan de su boca barbuda. Sí, es el man de Carulla. Sin embargo, su pasado oscuro ha quedado atrás, y ahora aparece con su inconfundible voz chillona, su cuerpo a veces encorvado y su particular sentido del humor, que raya entre lo absurdo, lo estúpido, a veces surreal y a veces muy convencional.
Y, para cerrar la temporada del 5 al 8 de julio, llega desde Medellín, Pamela Ospina, una psicóloga, locutora radial y baterista que hace humor con observaciones irónicas acerca de situaciones cotidianas, diciendo lo que muchos piensan, pero no se atreven a decir. Su comedia es una mezcla de observación y humor negro que logra cautivar y sorprender. Ella nos presenta “Cruda”, un show que va a lo más básico y mezquino del ser humano, un show que no pide permiso a la hora de expresar situaciones cotidianas con sarcasmo, auto reflexión, crudeza y rebeldía. Cruda es como la palabra lo indica: sin cocinar, sin refinar, algo que puede ser difícil de tragarse entero, pero también algo que nos confronta, como "la cruda verdad". También es un guiño a la acepción mexicana del término que hace referencia a la resaca, un momento tan deplorable, sincero y vulnerable de cualquier ser humano arrepentido.