Durante los 5 días que estuvo el Papa se comprobó y afianzó el catolicismo nacional, en donde se abrió paso un camino espiritual y de esperanza. El Sumo Pontífice hizo un llamado a distintos sectores de la sociedad y habló de bondad, caridad y misericordia con los más necesitados.
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Tendrá que pasar al menos un par de décadas para que un Papa vuelva a visitar Colombia, tiempo durante el cual seguramente se recordará con gratitud y cariño la impactante presencia de Francisco durante cinco días en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena, en donde no menos de cinco millones de personas lo vieron en misas campales y los recorridos que hizo en su papamóvil.
Sin duda en este corto espacio de tiempo que estuvo el Obispo de Roma entre los colombianos se percibió el fervor del catolicismo colombiano en las impresionantes muestras de devoción que manifestaron los creyentes que se volcaron a las calles, pero su mensaje de esperanza tocó a la mayoría de colombianos sin distingo de su credo y se convirtió en la real expresión del ser colombiano.
Una muestra de ello es que el pasado viernes el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, dijo que no se había registrado un solo crimen durante la presencia del Sumo Pontífice. “Este es un logro del papa Francisco y del gran civismo de todos los ciudadanos. Durante estos días no se registró en la ciudad ningún hecho que lamentar”, indicó el Burgomaestre.
El mensaje de Su Santidad se sobrepuso al recorrido de la política, más por esta época en que ya se vive la precampaña para las elecciones presidenciales y legislativas del próximo año.
De tal modo, elementos como la intempestiva carta de Timochenko, o la solicitud de las Farc de reunirse con el Papa quedaron completamente atrás. Tanto el presidente Santo, como jefe de Estado, participó en la misa bogotana como cualquier creyente y lo mismo hizo el expresidente Álvaro Uribe en la homilía de Medellín. El Papa supo llevar su mensaje de bienaventuranza dentro de la cultura del encuentro que predica y el país se liberó, durante esta semana, de las tensiones propias del acontecer nacional.
Tampoco merecieron mayores comentarios las afirmaciones del exprocurador y precandidato presidencial Alejandro Ordóñez, quien dijo que el presidente Santos pretendía manipular la visita del Papa en favor del acuerdo de paz. Quedó claro para todos, especialmente en la homilía de Su Santidad en Cartagena que la paz no consiste en clausulas e incisos, sino que va mucho más allá y se refiere a la doctrina de Jesucristo. Igualmente, Francisco indicó, tanto en la costa Caribe como en Villavicencio que para ello también es necesario la justicia real, el perdón con verdadero arrepentimiento y la verdad sobre los familiares de las víctimas, los niños menores de edad que perdieron su alegría en medio del huracán de la violencia y las mujeres que sufrieron vejámenes y abusos por cuenta de los actores del conflicto.
El Santo Padre, a su vez, dejó un mensaje de reconciliación, con base en la fe cristiana, sin dejarse apropiar ni un ápice, ni por los partidarios a ultranza de los acuerdos de La Habana, ni por los opositores. Siempre, como se dijo, se puso por encima de ello, dejando en claro que la paz sin reconciliación es prácticamente inexistente. Y dijo que su visita es solo el comienzo: el primer paso en un largo camino, donde debe preponderar el sosiego espiritual y abrir campo en los corazones, a las enseñanzas de Cristo.
En otro momento manifestaciones de este tipo habrían generado agrias y extensas polémicas entre el uribismo y los sectores afectos al Gobierno, pero en esta oportunidad la mayoría pareció entender que el protagonismo era del Papa y que su contundente mensaje de reconciliación no admitía notas disonantes.
Colombia a partir de hoy retomará el pulso normal en el diario vivir de sus habitantes y con ello, seguramente en la política las discrepancias que les son propias. Los escándalos de Odebrecht y de las evidencias de compraventa de recientes fallos en la Corte Suprema de Justicia por parte de algunos togados, inundarán los medios de comunicación, pero es claro que para la mayoría la visita del Papa argentino colmó las expectativas e incluso más y su mensaje espiritual caló en la gran mayoría.
El mensaje
El Gobierno nacional buscó que el Papa viniera el año pasado a Colombia en un momento en que estaba pendiente la refrendación de los ciudadanos del acuerdo de paz entre el Gobierno Santos y las Farc. Desde poco después de ascender al trono de Pedro el mayor jerarca de la Iglesia Católica había manifestado su respaldo a las negociaciones para encontrar una salida política al conflicto que desangró al país por más de medio siglo, dentro de los cánones del derecho nacional e internacional, como de la justicia, según lo dijo desde Cuba.
En septiembre del año pasado, Francisco dijo en Roma que "prometo que cuando este acuerdo sea blindado por el plebiscito y el reconocimiento internacional estaré en Colombia para enseñar la paz”. Como se sabe el acuerdo de La Habana fue denegado por una mayoría de colombianos, no obstante lo cual no impidió que Francisco viniera a Colombia para consolidar el mensaje de la paz cristiana y las enseñanzas de bondad, caridad y misericordia, sin caer en las tensiones de la política colombiana al respecto.
El papa Francisco, en efecto, dijo que quiso venir al país para decirles a los colombianos que no están solos. Y en la despedida de ayer, en la homilía de Cartagena, volvió a reiterarlo y sostuvo que el país puede sentirse acompañado en sus propósitos.
Señaló que “este viaje quiere ser un aliciente” para los colombianos, “un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz”.
Pero no solo de paz y reconciliación habló el Papa en Colombia, de la que recordó no solo es la que se hace entre los hombres: “Quisiera compartir con ustedes la verdad más importante, que Dios los ama con amor de Padre y los anima a seguir buscando y deseando la paz, aquella paz que es auténtica y duradera".
En sus homilías y otras intervenciones fue fuerte crítico de flagelos que se viven en Colombia como la corrupción y el tráfico de drogas, para el que tuvo las palabras más duras, como que llamó sicarios de la juventud a quienes se dedican a esta última actividad.
Criticó que en un país como Colombia no debería existir tanta pobreza e inequidad social a pesar de sus riquezas y posibilidades, que remarcó podrían beneficiar a todos. Por ello señaló que “no se puede servir a Dios y al dinero”.
Mensaje a los jóvenes
Capítulo aparte mereció el mensaje que dio el Papa a los jóvenes en las cuatro capitales en donde hizo presencia en estos cinco días de su peregrinar por Colombia.
En este sentido, el encuentro más importante se produjo el pasado jueves en Bogotá en donde desde el balcón del Palacio Cardenalicio se dirigió a más de 50.000 jóvenes que colmaron la Plaza de Bolívar.
“No le teman al futuro, atrévanse a soñar a lo grande”, expresó en esa oportunidad el papa Francisco a los jóvenes. "Cómo no van a poder cambiar esta sociedad y lo que se propongan. No le teman al futuro", expresó.
Añadió que "ustedes, los jóvenes, tienen una sensibilidad especial para reconocer el sufrimiento de otros; los voluntariados del mundo entero se nutren de miles de ustedes que son capaces de resignar tiempos propios, comodidades, proyectos centrados en ustedes mismos, para dejarse conmover por las necesidades de los más frágiles y dedicarse a ellos".
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