Faltan 4 cuerpos por rescatar en mina caucana | El Nuevo Siglo
Sábado, 3 de Mayo de 2014

Otro cuerpofue recatado por los organismos de socorro en la mina de oro de Santander de Quilichao, Cauca, con lo cual se eleva a doce el número de personas muertas durante el derrumbe registrado el miércoles.

Con el rescate de este cadáver, el balance provisional de la tragedia es de doce muertos -siete hombres y cinco mujeres-, dos heridos y cuatro desaparecidos.

El derrumbe en la mina a cielo abierto Agualimpia, en zona rural de Santander de Quilichao, ocurrió la noche del miércoles y desde primera hora del jueves los socorristas remueven toneladas de tierra en búsqueda de los desaparecidos. Ese día fueron rescatados tres cuerpos.

 

Muertos soñados

El minero Manuel Cifuentes dijo tener pesadillas con los compañeros a los que no pudo ayudar tras el alud en la veta ilegal.

"Logré escapar y ayudé a una señora que había quedado sepultada hasta la cintura, quien finalmente murió. Ahora los muertos se me aparecen en sueños", relató a la AFP este sobreviviente de 25 años, originario de Popayán, quien frecuentaba la mina de oro.

El yacimiento a cielo abierto no tenía permiso para la explotación. Sin embargo, un grupo que reunía a 33 trabajadores y hasta cinco retroexcavadoras, extraía oro allí.

Cuando acababan sus labores, el grupo que controlaba el sitio -del cual los trabajadores no dieron mayores detalles- permitía a cientos de mineros artesanales ("barequeros") extraer manualmente el oro y lavarlo.

La minería ilegal es una práctica extendida en Colombia y alcanza hasta el 80 por ciento de las explotaciones del país, según datos oficiales.

José Rodrigo Murillo, un hombre bajo y muy delgado de 44 años, también estaba en la veta ese día. Trabajaba allí desde hacía un año y medio, luego de perder su empleo en una fábrica de ladrillos del mismo municipio, tras quedar tuerto en un accidente laboral que lo dejó incapacitado durante meses.

"La noche del miércoles fue de pánico y dolor. Me alegro de que ya me hubiera retirado, porque si no, me sepulta también, dijo a la AFP, a la vez que lamentó haber perdido su fuente de ingresos. "Yo tengo hijos que mantener. Acá no hay empleo para mí", añadió.

Murillo logró escapar de un primer alud e incluso se volvió junto a Cifuentes para ayudar a sus compañeros.

"Íbamos con Manuel para rescatar a una señora sepultada hasta la cintura. Nos pedía que por favor le colaboráramos porque no se quería morir, pero cuando vino un segundo alud, corrimos", agregó.

Cuando volvieron, según él, la mujer ya estaba muerta. Junto con otros mineros, tardaron 3 horas en sacarla. "Cada vez que lográbamos algo, el lodo volvía a meterse", recordó Cifuentes, quien se inició en la minería luego de recibir cinco balazos en un combate con guerrilleros, mientras hacía el servicio militar.

Gran parte de las minas sin licencia en Colombia son controladas por algunas de las organizaciones armadas ilegales, que obtienen ganancias de la venta del oro y de la extorsión a quienes extraen el metal y a los dueños de la maquinaria pesada.

 

Familias

Eugenis Carabali, de 35 años, perdió a cinco familiares en el derrumbe: dos hermanos, su cuñada, un primo y la mujer de éste.

"Mi hermano y mi cuñada no iban mucho, pero ese día les dio por meterse. Mi mamá les dijo que no fueran de noche. Él se metió la batea debajo de la camiseta y salió igual", lamenta.

Carabalí mide más de 1,80 metros, cientos de trenzas diminutas surcan su cabeza y su vestido blanco resalta su piel negra.

"En la mina no es bueno meterse una familia completa: o va el marido o va uno", asegura la esposa de Murillo, María Dolores Perdomo, una morena de 40 años, con el cutis ajado por el fuerte sol del Cauca.

La noche del accidente dormía en su casa, una precaria construcción de barro y cañas de azúcar aledaña a la mina.

"Yo pensaba que habían venido los 'guerrillos' encapuchados a sacar su parte", dijo.

A pesar del miedo, tras el accidente decenas de mineros bajan a otros cráteres cercanos. La mayoría se opone al cierre de la mina, inminente según las autoridades.

"Si cierran la mina va a haber una guerra, aquí hay más tranquilidad porque todos los que se habían dedicado a robar, ahora están en la mina haciendo su platica", concluyó Perdomo.

La mina era un antiguo yucal con un río al costado, cuyo curso fue desviado para que pasara por los lugares donde lavaban el oro, lo que influyó en la lentitud del rescate.

Tras la recuperación de las primeras tres víctimas fatales la noche del alud, cientos de rescatistas tardaron más de dos días en encontrar los cuerpos de siete personas, mientras que seis siguen desaparecidas./AFP