Las personas con movilidad reducida o disminuciones sensoriales o mentales, presentan por esa condición dificultades para participar en las actividades ordinarias de la sociedad, además de que sufren permanentemente discriminación y exclusión social.
Según los expertos, está claro que la discriminación social sufrida por las 800.000 personas en Bogotá con movilidad reducida es consecuencia de ignorancia, prejuicios, negligencia o de sentimientos nobles mal conducidos como la lástima o la vergüenza que genera no poder comprender este grupo social.
Las autoridades capitalinas propenden, como mínimo, porque las personas con movilidad reducida o disminuciones sensoriales o mentales tengan derecho a la igualdad, respeto por su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar; educación bajo sus condiciones especiales; a participar en programas culturales, deportivos y de recreación acordes con sus condiciones especiales; entre otras.
Además, dicen, la ciudad debe acatar la norma constitucional en el sentido de propender por la integración social de estas personas.
De acuerdo con el artículo 13 de la Constitución Política de Colombia, la igualdad de las personas debe ser real y efectiva. Las diferencias relevantes entre individuos ameritan tratos diferenciados o acciones afirmativas a favor de personas o colectivos que se encuentran discriminados o en situaciones de debilidad manifiesta.
La fundación Discapacidad Colombia recibe diariamente entre 20 y 40 quejas de personas discapacitadas que viven en Bogotá que irónicamente ven que cada día aparecen más obstáculos para su libre movilidad y accesibilidad a lugares públicos. Entre estas quejas se encuentran principalmente las rampas que no empatan de manera adecuada entre los andenes y el asfalto de las calles, aceras con fisuras, desniveles, obstáculos, huecos, ascensores que no tienen el tamaño adecuado para el ingreso de una silla de ruedas, buses y taxis que no les paran sólo por el hecho de llevar un bastón, una silla o un perro lazarillo, falta de señalización, almacenes, restaurantes y baños que no están acondicionados para recibir a las personas con alguna discapacidad.
Este tipo de andenes son una clara muestra de falta de lógica con la comunidad discapacitada, son muy comunes en las calles de Bogotá. La negligencia de algunas constructoras y del mismo Distrito pone en evidencia la poca conciencia que se tiene sobre el tema de los discapacitados.
Sonia Verswyvel es una economista bogotana que resultó gravemente herida en el atentado ejecutado por las Farc al Club El Nogal en febrero de 2003. En dicho ataque perdió la movilidad en sus piernas. Después de su recuperación, Sonia entendió los problemas que sufrían las personas con discapacidad en Bogotá, la poca atención que recibían por parte del Estado y los problemas para acceder a lugares públicos y privados y a movilizarse por las calles.
Una de sus primeras luchas fue hacer que las aerolíneas de Colombia permitieran que las personas que usan silla de ruedas pudieran viajar sin acompañante. En las empresas se cambió el reglamento. Ahora, a excepción de los parapléjicos, los sordomudos y los ciegos, las personas en condición de discapacidad pueden viajar sin compañía, mientras que en el pasado tenían que pagar un tiquete de más para un acompañante, algo que no todo el mundo estaba en capacidad de realizar.
"Como si no fuera suficiente con sus propios problemas, las personas a las que les es imposible moverse solos o con independencia tienen grandes dificultades para acceder a las viviendas o edificios pues se requieren de entradas anchas, puertas de tamaño adecuado y un ascensor que permita el ingreso de la silla de ruedas y tenga los controles a la altura de una persona sentada y también se necesitan rampas de acceso donde hay escaleras, pero con la inclinación adecuada y no montañas rusas que hacen que nos vayamos de narices", afirmó Verswyvel.
Las instalaciones y edificios ya existentes tienen también que adaptarse de manera progresiva a esta ley y todos tenían que contar con pasamanos al menos en uno de sus dos laterales. Además de esto en todas las facultades de arquitectura, ingeniería y diseño de la República de Colombia se crearían talleres para los futuros profesionales de la arquitectura, los cuales serán evaluados y calificados con el objetivo primordial de fomentar la cultura de la eliminación de las barreras y limitaciones en la construcción, pero ninguna de estas obligaciones se ha cumplido según el arquitecto de la Universidad de los Andes, César Castellanos.
Para Castellanos, "Bogotá está diseñada para el vehículo, ni siquiera para circularla peatonalmente. Cuando las ciudades pierden sus escalas se vuelven ciudades de tal magnitud que es imposible ser utilizadas y aprovechadas por los ciudadanos. Una persona con limitaciones no puede salir sola a ningún lado, en la ciudad existen múltiples disposiciones relativas de cómo se deben adecuar los espacios públicos. Las normas no se cumplen y en muchos casos se cumplen pero de tal manera que frustran su objetivo, pues las rampas no terminan al mismo nivel de la calle, lo cual hace imposible que las personas en silla de ruedas las utilicen; en algunas calles de Bogotá se han instalado unos topes que indican a los invidentes que han llegado a la esquina pero el Distrito colocó en esas mismas calles materas de cemento y aros metálicos que constituyen un peligro adicional para ellos".
Aparte de la movilidad, deberán estar todos los recursos que deben adecuarse para permitir que personas con limitaciones puedan participar en diferentes actividades educativas, culturales y laborales. Según Verónica Vargas, profesora del Instituto Nacional para Sordos (Insor), "la ciudad tiene muy poca señalización para que las personas con discapacidad auditiva puede ubicarse en un lugar o movilizarse, pues el otro problema es le es muy difícil pedirle ayuda a las otras personas pues la gran parte de la población no maneja el lenguaje de señas".
Jesús Galindo, quien sufrió un accidente hace tres años y se ha convertido en un defensor de esta población, alerta por los problema en el la sensibilidad de transporte ya que el Sistema Integrado de Transporte Público (Sitp) firmó contratos por 25 años, pero los buses no son adecuados para estas personas. “Bogotá es la tercera ciudad en Latinoamérica, antes están Managua en Nicaragua y Asunción en Paraguay, en tener precarios accesos para personas con discapacidad”.
Personas con discapacidad piden vía
Martha Ordóñez Vera*
Especial para El Nuevo Siglo
Para los bogotanos transitar por un andén es una situación que en muchos casos puede ser complicado y peligroso, hay que sortear infinidad de obstáculos, como alcantarillas destapadas, hundimientos, una serie de irregularidades y desperfectos que hacen casi imposible caminar por ellos, confieso que personalmente sufro cuando veo a una mamá que quiere trasladar a su hijo en coche por un andén, es una tarea prácticamente imposible.
Si esta situación es así para la gran mayoría de los capitalinos, los invito a preguntarnos qué pasa con las personas con algún tipo de discapacidad, personalmente viví la experiencia de acompañar a un deportista en silla de ruedas a su lugar de entrenamiento rodando por las calles de la ciudad, resulta increíble que una persona en esta condición tenga que enfrentar más riesgos trasladándose a un escenario deportivo que en la misma práctica de su deporte.
Una silla de ruedas no puede transitar por un andén, primero las rampas de acceso que deberían estar al nivel del suelo se elevan hasta 10 centímetros haciendo imposible el paso, además algunas de estas rampas pueden tener inclinaciones de 90 grados como si fueran premios de montaña, ya en el andén hay tal cantidad de obstáculos que resulta imposible transitar por ellos y qué decir de las ciclorrutas, creo que en Bogotá son contadas las que una persona en esta condición puede utilizar.
Este valiente que podemos llamar deportista extremo no puede usar el transporte público, Bogotá es una de las 3 capitales de América Latina que no cuenta con un servicio de transporte diseñado para la inclusión, las otras dos son Managua y Asunción. Entonces sólo le queda rodar por las vías públicas expuesto a ser atropellado por conductores impacientes e insensibles.
Este panorama resulta desalentador para muchas personas con discapacidad y para sus cuidadores, no es fácil dar el paso de realizar una actividad como es la práctica de un deporte, es triste que el solo hecho de movilizarse por la ciudad se convierta en uno de los principales obstáculos para que muchas personas con discapacidad puedan realizar sus actividades vitales o cumplir con sus sueños o metas.
Es fundamental que acompañemos a esta población, la inclusión debe partir de un proceso de educación y cambio cultural, aunque debemos trabajar muy duro para cambiar físicamente la ciudad para hacerla amable y segura para todos, también es fundamental cambiar la actitud frente a la discapacidad, ¿cuántos de nosotros sabemos cuáles son las pautas mínimas que debemos seguir para interactuar con una persona con discapacidad?, aquí está el reto , respetar el espacio físico y social al que también tienen derecho y que se les niega sólo por su condición.
*Concejal de Bogotá