Más allá de la reacción tibia de ayer, en donde el exmandatario evitó tomar partido, hay cuatro escenarios que podría aplicar en el corto y mediano plazo. Cada uno de ellos tiene riesgos y ventajas que deben ser sopesadas alrededor de un escándalo que difícilmente desaparecerá del panorama
1. PASAR, PRUDENTEMENTE, DE AGACHE
Una de las opciones que tiene el expresidente Uribe frente a la polémica por la petición de Zuluaga a Gaviria para que se retire de la lista al Senado es, precisamente, tomar distancia y no asumir una decisión de fondo. En ese orden de ideas, la principal urgencia debe ser evitar que este pleito interno se desborde más y afecte aún más la imagen del Centro Democrático. Para ello es imperativo que, al menos públicamente, el ex mandatario no tome partido a favor de Zuluaga o Gaviria.
Por ahora parecería claro que el precandidato caldense no le consultó a Uribe su sorpresiva petición, y ello constituye un campanazo de alerta para el exmandatario y para el país político, pues evidencia que en el Centro Democrático también hay matices muy marcados y que éstos se puede poner sobre la mesa en cualquier momento pese a la autoridad vertical que ejerce el expresidente sobre el naciente partido. Aunque no se puede hablar todavía de una división que lleve a un cisma político, está cantado que el uribismo no es homogéneo y el caso de Gaviria podría ser apenas el primero de una serie de desencuentros que ganarían mayor intensidad a medida que la campaña interna entre los precandidatos tome más ritmo y éstos empiecen a mostrarse lo dientes y tratar de diferenciarse para ganar en la consulta interna de marzo.
Y, por último, Uribe parece estar consciente de que jugársela por Gaviria fue más riesgoso de lo esperado, pues aunque se esperaba un alud de críticas de los rivales, nunca se pensó en un conato de rebelión interna de esa dimensión y eco.
2. RATIFICAR A GAVIRIA Y PUNTO
Un segundo escenario por el que Uribe puede optar es el de ratificar a rajatabla que su ex asesor continúa en el lista y punto. Total, es apenas obvio que el exmandatario sabía que en el momento en que Gaviria fuera incluido en la plancha de candidatos, sobre todo en un puesto que hace muy viable que alcance curul arrastrado por los votos de su mentor, la polémica no se haría esperar.
Incluso, hay quienes sostienen que Uribe tomó un riesgo calculado con el tema de Gaviria con el único fin de enviar un mensaje a propios y extraños de que es fiel a sus amigos y copartidarios, por más cuestionamientos y situaciones incómodas que se generen. No hay que olvidar que Uribe reitera a cada tanto que Santos lo “traicionó”, mostrándose, en contraposición, el exmandatario como alguien que nunca deja a uno de los suyos abandonado, sin importar el costo político que implique.
Esa premisa de traición vs. fidelidad será uno de los leiv motiv de la campaña uribista, como lo prueba el hecho de que los tres precandidatos presidenciales que sobreviven en el Centro Democrático machacan a diario sobre el tema.
Dada su imagen de hombre fuerte e imbatible en sus posturas, lo que menos le puede convenir a Uribe es que, de entrada, sus contradictores y rivales políticos y electorales le tumben un candidato muy cercano a sus afectos. Sacar a Gaviria podría ser interpretado como debilidad y cesión ante las presiones, sean estas o no justificadas, o provengan del exterior o al interior del Centro Democrático.
3. RETIRARLO PARA ENDEREZAR LA ESTRATEGIA
Hay quienes consideran que Uribe bien podría pensar en dar un golpe de opinión al sacar a Gaviria de la lista, aduciendo que es un gesto “patriótico” de su ex asesor, motivado por la urgencia de evitar que un escándalo secundario tape o desvíe la atención de los programas y objetivos de la estrategia política y electoral del Centro Democrático.
Sería ingenuo desconocer que el escándalo por la inclusión de Gaviria le quitó brillo y exposición mediática al lanzamiento de la lista al Senado. Todo lo que el uribismo dijo sobre sus programas y los nuevos “cinco huevitos” políticos quedó en un segundo plano por el eco mediático de la reacción en cadena contra la candidatura del ex asesor y cuál fue la naturaleza de su relación con su primo, el abatido capo del Cartel de Medellín, Pablo Escobar.
Como esa polémica tiende a crecer e incluso dio lugar a destemplados cruces de acusaciones, que revivieron los señalamientos sobre presuntos socios políticos cuestionados alrededor de Uribe, entonces lo mejor que podría hacer el exmandatario es acabar con la controversia de raíz (decirle a Gaviria que dé un paso al costado) y quitarle así al santismo y al antiuribismo en general un ‘arma’ de crítica muy poderosa.
Incluso, sacar a Gaviria podría traerle a Uribe un volumen de votos importante de quienes creen en la persona del expresidente pero tienen reservas frente a los que lo rodean.
4. DEJARLO AHORA PERO SACARLO EN DICIEMBRE
Un cuarto escenario de maniobra para Uribe podría ser que mantenga por ahora la candidatura de Gaviria, con el doble objetivo de no mostrar debilidad ante sus críticos y, de paso, ratificar que él es quien quita y pone en el Centro Democrático. Sin embargo, consciente de que la permanencia en la plancha de candidatos del ex asesor podría arrastrar consecuencias políticas, de imagen y caudal electoral negativas, bien podría esperar hasta mediados de diciembre, es decir al último plazo para modificar las listas al Senado y la Cámara, para excluir de una manera diplomática y no presionada la aspiración de Gaviria. Es claro que la campaña al Congreso tendrá un receso en las festividades navideñas y de cambio de año, para tomar en enero el último y definitivo envión. No tener para entonces a bordo el escándalo le quitaría, como suele decirse en materia política, ese “piano de encima” al uribismo y podría competir tú a tú contra los partidos de la coalición de Unidad Nacional y un gobierno Santos que se la jugará toda por evitar que el Centro Democrático se quede con muchas curules en los comicios de marzo.
Obviamente, tanto retirar ahora a Gaviria como hacerlo en diciembre, tiene sus riesgos, sobre todo por el componente reiterado dentro del discurso uribista alrededor de la “lealtad a toda costa”, pero sería un daño menor al que se podría generar si llegan con el ex asesor abordo a las urnas.