Martes, 31 de Mayo de 2016
Cultivos de trigo, hortalizas, papa y arveja han pasado a la historia en el corregimiento de Pasquilla, al sur de Bogotá, afectado por el proceso de expansión urbana, que se manifiesta en el crecimiento informal y no planificado de proyectos distritales como el relleno sanitario Doña Juana y el Parque Minero Industrial.
En este lugar, donde los campesinos luchan para mantener los acueductos veredales y evitar la expansión urbana, un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Colombia indagó sobre cómo se está haciendo el uso de la tierra y los efectos que ha traído el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Bogotá.
Carmen Alicia Hernández, investigadora y Magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional, conversó con EL NUEVO SIGLO, e indicó que: “Nosotros comenzamos la investigación en el año 2009, en el marco de la maestría. Yo tengo vínculos con Ciudad Bolívar y era importante empezar a generar un proceso de visibilización del área rural de Bogotá desde la academia porque es un puente importante. Bogotá no es únicamente la parte urbana, la parte urbana es pequeña con relación a lo que nosotros tenemos de ruralidad”,
“Encontramos que en el POT la zona sí es registrada con vocación rural, aunque no hay mucha claridad con respecto al uso agrícola que deberían tener estas tierras”, explicó Alicia.
Productos que se cultivan
Pasquilla tiene 5 veredas que forman casi el 75% de lo que es la localidad 19, queda en límites con Sumapaz, con Pasca, Usme y es un paso importante para la ciudad, sin embargo Pasquilla a medida del tiempo y desde el último plan de ordenamiento territorial que se hizo en el 99, empezó a ser sujeto de presiones urbanas y de injusticias ambientales a espaldas de lo que significaba su tradición campesina, su tradición cultural y su modo económico científicamente rural. “Básicamente ellos son cultivadores, allí cultivaban trigo, luego papa, posteriormente hortalizas y arveja”, señala Hernández.
Aunque en los últimos 20 años, por las mismas presiones urbanas que dificultaron el mercado de los productos, comenzaron a cambiar su vocación agrícola hacia una vocación ganadera principalmente, entonces es mucho más fácil encontrar que las fincas pequeñas ya no estén cultivando mucho sino que tengan su pequeño ganado.
“Creo que hay dos empresas de lácteos porque tampoco la leche la pueden comercializar fácilmente y menos cuando empezaron a haber las restricciones que no se podía dar la leche en cantina porque el mercado de ellos es Ciudad Bolívar, especialmente Mochuelo. Sin embargo, lograron hacer transformaciones de la leche y hacen yogurt y quesos deliciosos. Colanta va y les compra leche también, pero el modelo de ocupación ha venido transformando. Algunas personas que se han venido a la ciudad le arriendan a gente por ejemplo de Boyacá, de Pasca que vienen y son muy agresivos con el territorio, entonces vienen a sacarle lo que más puedan utilizando todos los agroquímicos del mundo, ampliando frontera agrícola, los que se han quedado están buscando otras alternativas como la ganadería o el ecoturismo, que es una posibilidad de conservar el territorio y quedarse ahí que finalmente es lo que quieren”, destaca Hernández.
“El relleno inició desde 1995, cuando aún no se tenía pensado que creciera tanto. Inicialmente este complejo estaba en una cantera abandonada, pero se ha expandido hacia el área rural del corregimiento, lo que ha cambiado considerablemente el uso del suelo”, añadió la investigadora.
Para conocer la percepción de todos los actores presentes en la zona, se aplicó una entrevista a 15 habitantes del corregimiento que hacen parte activa de los procesos de participación ciudadana; a tres funcionarios públicos de la Secretaría Distrital de Planeación y la Secretaría Distrital de Ambiente, y a dos líderes ambientalistas de la localidad.
Un suelo muy fértil
El corregimiento tiene una extensión de 75.8 km cuadrados y posee una importante área de páramo con un recurso hídrico significativo. Aunque la zona se caracterizaba por tener producción agrícola, la cual era suficiente para el sustento de los campesinos, ellos enfrentaron problemas para comercializar sus productos y los cultivos dejaron de ser rentables.
Resistencia campesina
El corregimiento posee una red de quebradas, dos embalses y dos lagunas, que proveen el agua a los acueductos veredales. Aunque su fauna y flora están bastante disminuidas por la intervención, aún se encuentran bosques de encenillo con presencia de aves rapaces y mamíferos, como la zarigüeya.
Toda el agua que se usa en Pasquilla proviene de los acueductos veredales, gracias a que los campesinos se han organizado para mantenerlos. La preocupación por conservar estas fuentes de agua ha llevado a consolidar sistemas de vigilancia y a evitar el uso de agroquímicos en la zona.
“Es dramático que le han cambiado el cauce al río Tunjuelito 3 veces de manera ilegal e irrespetuosa, trayendo muchos problemas en términos de inundaciones, en términos de remoción en masa, entonces no es un lugar bonito para vivir, es marginal, es pobre y además tiene que soportar la minería y el relleno sanitario de doña Juana, y además todo lo que fue el proceso de Metrovivienda en Usme, ya que queda frente a las veredas de Santa Bárbara y Santa Rosa que son de Pasquilla”.
Aunque el corregimiento ya cuenta con todos los servicio públicos, estos se han conseguido durante los últimos 15 años, desde que la ruralidad de la capital empezó a visibilizarse.
Que la presión urbana haya llegado a Pasquilla ha ayudado a que se tenga cobertura de gas y luz, pero el precio de los servicios no puede ser el mismo que en la ciudad, porque el poder adquisitivo de los campesinos es diferente y el 75 % de Ciudad Bolívar es rural.
“Este corregimiento es una esperanza de vida para esta localidad. Bogotá tiene una amplia área rural que se debe potencializar en términos ambientales y económicos porque puede brindarle alimento a la ciudad, lo que reduciría la huella ambiental y permitiría que la cultura campesina se mantenga”, dijo la investigadora.
Se han venido restructurando esos corredores biológicos porque los campesinos tienen claro que ellos conservan la naturaleza, el agua y la vida, entonces es una lucha bastante fuerte para mantener su identidad en su territorio, a pesar que los bordes de ciudad se vienen ampliando, tratando de invadir ese espacio.
“Si vas a Pasquilla no hay ningún movimiento porque solamente es la solidaridad de los campesinos. Esto un llamado de atención para decirle a la gente que está planeando la ciudad, que no se puede planear desde un escritorio”, concluyó Alicia.