Martes, 29 de Noviembre de 2011
En un dramático y emotivo relato hizo el sargento de la Policía, Luis Alberto Erazo, sobre el milagro que le permitió sobrevivir a la masacre de secuestrados perpetrada por las Farc el pasado sábado en Solita, Caquetá.
Dijo que siente que Dios le dio una nueva oportunidad, “ahora se que existe Dios y el mal, y el mal son las Farc”.
Afirmó que luego de la muerte de Guillermo León Sáez Vargas, alias Alfonso Cano, máximo dirigente de las Farc, no hubo represalias contra los secuestrados
En torno a la muerte en un bombardeo de la FAC y del Ejército, en Suárez, en el Cauca, en el que murió Cano, “los guerrilleros simplemente dijeron se murió Alfonso Cano, el reemplazo ya está listo. El que se muere para la tumba y el otro a gobernar a las Farc. A los guerrilleros no les importa nada, simplemente dicen así es la guerra, hoy me muero yo y mañana se muere usted”.
Erazo visiblemente cansado, con ojeras, bajo de peso y heridas en su pómulo izquierdo y en el cuello por esquirlas de granada de fragmentación, agradeció a los medios de comunicación que en todo tiempo estuvieron pendientes de los militares y policías secuestrados por la guerrilla, pero se quejó de la indolencia y la poca solidaridad de los colombianos para las víctimas del secuestro.
“Le doy gracias a Dios y a la Virgen María de Las Lajas que tuvieron su bendición para mí y sacarme de ese momento de angustia y desesperación cuando las balas me zumbaban y me herían mi cuerpo. Saqué la fuerza que necesité y pude correr por la selva”, expresó Erazo.
El suboficial en diálogo con EL NUEVO SIGLO recordó que sin pensarlo dos veces empezó a correr hacia la selva como en círculos evadiendo los disparos y que a pesar que se cayó en una oportunidad logró sobreponerse y continuar su marcha para sobrevivir.
Contó que “cuando pasó todo, como a las cinco de la tarde, empecé a caminar y encontré a varios militares con las motosierras apagadas y de inmediato me encañonaron, yo les grite, no hagan nada, soy policía, era uno de los secuestrados”.
Expresó que luego los soldados lo abrazaron, lo felicitaron y lo condujeron al lugar donde estaban todos los uniformados tras darle la bienvenida a la libertad.
“Fue emotivo ese momento, sentirme vivo y libre. Me prestaron protección, abrigo y alimentos y luego me condujeron vía aérea a la capital del país. La trabajadora social me confirmó en el Hospital Central de la Policía la muerte de mis compañeros”, acotó.
También expresó que “el rescate militar es una obligación del Estado aquí en Colombia.
Nosotros podemos tener muchos conceptos, pero yo llevaba doce años secuestrados, el
sargento del Ejército, José Libio Martínez, 14 años, entonces nosotros pensamos al charco o a Santa Rosa”.