Domingo, 20 de Noviembre de 2011
El Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) empieza esta semana a examinar el caso de Alberto Contador, en el que está en juego su título del Tour de Francia-2010, para decidir si la pequeña cantidad de clembuterol en su orina fue intento de dopaje o contaminación alimenticia.
Muy lejos del glamur de los Campos Elíseos, donde el ciclista ganó por tercera vez la ronda francesa, será en una sala cerrada en Lausana donde el TAS recibirá en audiencia esta semana, entre el lunes y el jueves, a los protagonistas del caso, aunque no tomará una decisión hasta 2012.
El Tribunal ya advirtió que sus tres jueces no darían su veredicto hasta dentro de “varias semanas”, lo que aplaza al año que viene el epílogo de un caso a medio camino entre el dopaje y la salud pública.
Si Contador fuera un corredor cualquiera el caso quizás sería más fácil para el tribunal suizo. Pero el control positivo del ciclista español es sorprendente y difícil de interpretar.
En primer lugar porque la cantidad detectada en el control del 21 de julio de 2010, en el día de descanso del pelotón del Tour de Francia en Pau, era ínfima (50 picogramos).
Y en segundo lugar porque los restos de esta sustancia anabolizante no aparecen en los controles realizados a Contador antes y después del 21 de julio.
Según sus abogados, la explicación es fácil: Contador fue contaminado al comer un bistec de carne vacuna comprado en una carnicería de Irún, localidad española fronteriza con Francia, el día antes del control.
La defensa de Contador quiere demostrar que el animal había consumido clembuterol, una sustancia que sirve para engordar al ganado. Aunque su uso está prohibido por la Unión Europea, los controles podrían haber fallado, según los abogados del ciclista.
En febrero, la federación española de ciclismo, que según la normativa tenía que ser la primera instancia en examinar el caso, consideró buena esta hipótesis y decidió absolver a Contador.