“Europa debe recuperar protagonismo” | El Nuevo Siglo
Miércoles, 26 de Noviembre de 2014

Claro, puntual y político. Así fue el mensaje del papa Francisco para los dirigentes europeos en el Parlamento de Estrasburgo donde les instó, entre otros temas, a renovar el continente para recuperar el protagonismo mundial,  a no caer en las “tentaciones del pasado” y a adoptar políticas más solidarias con los pobres e inmigrantes ilegales.

El discurso de un Papa  en ese hemiciclo –algo que no ocurría desde el siglo pasado- abarcó todos los temas: desde la unidad europea, la dignidad individual, la perceptible lejanía de los dirigentes con sus gobernados y la pérdida de valores cristianos hasta la generación de empleo y la defensa  del medio ambiente.

El inicio de su intervención se centró sobre la unidad del continente, dando gracias a que ya no esté dividido en dos y alabando a la institución que en lo acogía. A medida que avanzaba, el papa Francisco fue endureciendo el mensaje y así cuestionó la pérdida de valores y protagonismo de ese conglomerado de países.

“Mientras se producía una Unión Europea más amplia, también se producía un mundo más complejo y cada vez más en movimiento. Un mundo cada vez más interconectado y global, cada vez menos eurocéntrico. En una Unión menos importante, menos influyente, no se puede evitar la imagen de una Europa un poco envejecida, cansada, que tiende a sentirse menos protagonista en un contexto que la mira con desapego, desconfianza y, en ocasiones, con recelo", dijo el papa que fue interrumpido, por primera vez, ante los  fuertes aplausos.

Y tras constatar las tensiones políticas persistentes en Europa, el pontífice,  descendiente de inmigrantes italianos, pidió a este continente "replegado en sí mismo" no caer "en las tentaciones del pasado" y asumir un papel protagónico inspirado en los valores cristianos. 

Así, llamó a la vuelta a los orígenes de la Unión Europeo, donde había "confianza en el hombre", para "trabajar juntos para superar las divisiones y favorecer la paz y la comunión entre todos los pueblos del continente".

El acto central de su discurso fue la dignidad humana y dijo que “no tanto como ciudadano, no como agente económico (...) pero como alguien con dignidad trascendental", ha declarado.

Así se preguntó "¿qué dignidad puede existir cuando falta la posibilidad de expresar libremente su pensamiento y profesar sin constricciones su propia fe religiosa? (...) ¿Qué dignidad puede encontrar una persona que no tiene el alimento o lo esencial para vivir y que no tiene un trabajo que le dé dignidad?".

Agregó que "hay una tendencia a que los derechos individuales se defiendan sin el contexto de individuo en la sociedad, con deberes" y alertó que  "a menos que los derechos individuales se sometan armónicamente al bien mayor, estos acabarán por concebirse como ilimitados y llevarán al conflicto y a la violencia".

A renglón seguido cuestionó la lejanía de la dirigencia  europea con ciudadanos, que se ha traducido en una pérdida de confianza. “Parecen distantes y empeñados en establecer reglas percibidas como lejanas de la sensibilidad del pueblo individual…Parece haber pedido su poder de atracción, reemplazada por la burocracia técnica de las instituciones…Una opulencia que ya no es sostenible, que es fatalmente indiferente al mundo que nos rodea”.

Y ese fuerte llamado de atención no fue obstáculo para que los parlamentarios volvieran a irrumpir en aplausos que el papa con una amplia sonrisa agradeció y retomó su intervención señalando “Una Europa sin cercanía a la vida transcendental es una Europa que pierde su espíritu transcendental…Los grandes ideales que forjaron Europa parecen haberse perdido”.

Cerrando ese acápite señaló que "ha llegado el momento de abandonar la idea de una Europa atemorizada y replegada sobre sí misma…Necesitamos una Europa protagonista".

De otra parte el Pontífice  exhortó a los dirigentes europeos a "acoger y ayudar" a los inmigrantes ilegales, en momentos en que los partidos xenófobos de extrema derecha ganan terreno en las elecciones más recientes de varios países, incluyendo Francia y Gran Bretaña.

"No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio", dijo el papa argentino, en referencia a los inmigrantes que llegan desde África. "En las embarcaciones que llegan cotidianamente a las costas europeas hay hombres y mujeres que necesitan acogida y ayuda", señaló.

Concluyó su intervención con una frase que quedó retumbando, al igual que el prolongado aplauso de que fue objeto, en el hemiciclo: "Ha llegado el momento de construir una Europa que mire al cielo y persiga ideales.

El viaje a Estrasburgo fue la segunda visita efectuada por un papa al Parlamento Europeo, tras la realizada por Juan Pablo II el 11 de octubre de 1988, un año antes de la caída del muro de Berlín, cuando Europa todavía estaba dividida en dos bloques./EL NUEVO SIGLO con AFP